MADRID, 14 Mar. (EDIZIONES - David Gallardo) -
Desde hace ya varios lustros, Metallica son uno de los nombres esenciales en la historia del heavy metal y el rock duro. De hecho, en 2016 fueron número 1 en cerca de medio centenar de países con su último disco, Hardwired... to Self-Destruct, e incluso pareciera que toda una nueva generación les está descubriendo con los últimos gigantes de una estirpe de rockeros, en su día melenudos, perpetuamente fieros.
Porque ahora, convertidos ya en cincuentones con bastante menos pelo, efectivamente, Metallica son el grupo más grande de los sonidos más duros. Pero, como todos, también tuvieron un principio, también tuvieron una decepcionante primera vez. En su caso, eso fue el 14 de marzo de 1982 en el club Radio City de Anaheim, la localidad californiana cercana a Los Angeles, donde todo empezó en 1981.
Fue Lars Ulrich, fanático de bandas de la NWOBHM (Nueva Ola de Heavy Metal Británico), quien en 1981 publicó un anuncio en la revista Recycler buscando músicos para formar una banda. Originario de Dinamarca, el plan de su padre, el tenista Torben Ulrich, era que su hijo siguiera sus pasos con el deporte pero, aunque no se le daba nada mal, tenía una obsesión más intensa que le llevaría por otros derroteros cuando encontró el compinche adecuado.
Ese colega necesario para los primeros pasos fue el vocalista y guitarrista James Hetfield, con quien el joven aspirante a batería fundó Metallica aquel 1981 en L.A. con la intención de seguir los pasos de bandas como Diamond Head, Iron Maiden y Tygers of Pan Tang. A la pareja fundadora y que hoy sigue al frente de la banda pronto se unieron el guitarrista Dave Mustaine (expulsado en 1983 por sus tendencias alcohólicas, fundador acto seguido de Megadeth) y el bajista y creador del logo del grupo Ron Mcgovney.
Esta formación de Metallica fue la que que un 14 de marzo de 1982 se subió por primera vez a un escenario. Y documentado está que no impresionaron demasiado por su pericia, aunque sí que impactaron por su violencia sonora y por canciones que ahora son clásicos del thrash metal como Hit the lights y Jump in the fire, ambas incluidas en 1983 en su celebérrimo debut, Kill 'em all.
Como nota curiosa, por aquel entonces Hetfield no había empezado a tocar la guitarra rítmica, por lo que era Mustaine el único que se encargaba de las seis cuerdas en la banda. "En el primer concierto en Radio City, yo solo cantaba. Había mucha gente allí, quizas 200 personas, porque teníamos a todos mis amigos del instituto y los colegas de Lars, Ron y Dave", declara Hetfield a Kerrang! recordando aquel debut.
Y añade el vocalista, que entonces tenía 19 años: "Estaba realmente nervioso e incómodo sin una guitarra y entonces Dave rompió una cuerda de la suya. Pareció que tardó una eternidad en cambiarla y yo estaba ahí delante realmente avergonzado. Quedamos muy decepcionados. Y nunca hubo tanta gente en los siguientes conciertos como en el primero".
El repertorio de aquella velada, con nueve temas en total, incluyó las dos mencionadas composicioens propias junto a versiones de Diamond Head (Helpless, Sucking my love, Am I Evil?, The Prince), de Blitzkrieg (Blitzkrieg), de Savage (Let it loose) y de Sweet Savage (Killing time). Algunas de ellas, los fans lo saben bien, han seguido sonando en los conciertos de Metallica recurrentemente con el paso de los años.
Aquí tenemos la grabación de aquel lejano debut de Metallica en vivo:
Este cuarteto original grabó varias maquetas, incluyendo la famosa No life 'til leather (reeditada en 2015 por el Record Store Day) y Power Metal. Antes de terminar 1982, sin embargo, McGovney fue reemplazado por Cliff Burton (legendario bajista fallecido en 1986 en un accidente del autobús de gira del grupo en Europa). El siguiente cambio fue echar a Dave Mustaine y recibir al guitarrista de Exodus, Kirk Hammett.
Con la llegada de Burton y Hammett comenzó la etapa de esplendor de Metallica, con discos clásicos como Kill 'em all (1983), Ride the lightning (1984) y Master of Puppets (1986). Pero esa es historia sobradamente documentada y escuchada. Un relato de perseverancia, pasión y talento que terminó dando sus frutos, y de qué manera, a pesar de los siempre difíciles y desasosegantes comienzos. Porque la primera vez nunca es como uno imagina en su mente idealizada. Pero a partir de ahí solo se puede mejorar y en eso sí que no hay techo.