El cantante de Green Day, Billie Joe Armstrong, durante un concierto en la sala La Riviera de Madrid el 30 de octubre de 2019.
El cantante de Green Day, Billie Joe Armstrong, durante un concierto en la sala La Riviera de Madrid el 30 de octubre de 2019. - Ricardo Rubio - Europa Press
Actualizado: miércoles, 30 octubre 2019 23:31

MADRID, 30 Oct. (EUROPA PRESS - David Gallardo) -

Como aquella vieja chupa de cuero que al cabo de unos años ya no te cabe. Aunque sea sin abrochar, uno insiste y se la pone aunque sienta cómo las costuras están a punto de estallar a poco que mueva los brazos. Seguramente no proceda tanta insistencia y otras prendas serían más adecuadas para el presente, pero esa es también la gracia.

Y justo así ha reventado este miércoles Green Day La Riviera madrileña ante (apenas) 2.000 entregados fans que agotaron las entradas a 82,50 euros en lo que dura un suspiro de susto: Con las costuras de la sala puestas a prueba por una banda acostumbrada desde hace 25 años a tocar ante multitudes en pabellones, estadios o grandes festivales.

Sin embargo, también insiste Green Day de vez en cuando en regresar a locales mucho más pequeños, aunque ya por tamaño no les correspondan. Para rememorar viejos tiempos y sentir el sudor y las apreturas. Para recordar cómo se sentían treinta años atrás, cuando debutaron en Madrid en la Sala Revólver en 1991 como teloneros de The Meteors y ante apenas 150 personas -ha preguntado Billie Joe quien estuvo allí y ha llamado mentirosos a todos los que han dicho que sí-.

En esa misma sala del barrio de Moncloa presentaron en 1994 'Dookie', su primer gran 'blockbuster', con el que se hicieron tan gigantes -aún crecerían más en unos años- que todas las prendas que se suponían apropiadas para su talla se les quedaron canijas de un día para otro. Y precisamente a ese álbum han acudido en la noche de este miércoles para que la experiencia de viaje espacio-temporal fuera completa.

Viejos himnos hipervitaminados de cuando el punk rock comercial tomó el relevo del grunge a mitad de los noventa y dominaba la programación en emisoras y televisiones. Zarpazos melódicos como 'Burnout' -la primera ya a 4.000 revoluciones-, 'Longview', 'Welcome to paradise' o la locura de 'Basket case', que siguen funcionando, aunque ahora lógicamente los dan estas estrellas del rock de estadio tan lustrosas y cuarentonas -como buena parte del público también, aunque aquí sí hay renovación generacional-.

Le falta espacio a Billie Joe Armstrong (Oakland, 1972) para desarrollar sus dotes de arengador profesional, pero tampoco le hacen falta en realidad, pues esta noche no hay que entretener a 40.000 personas -como en el Mad Cool de 2017-, sino que hay que lanzarle el sudor a la cara a los 'pocos' que tiene delante. Aún así, no se resiste a sus reiterativos "uo uooo" que siempre son recibidos con alboroto.

En esta tesitura en la que el techo literalmente gotea es, de hecho, donde las viejas canciones de Green Day parecen vivir con más jolgorio, sin la pomposidad de otros trabajos más cercanos a la ópera rock, esta vez (casi) arrinconados por el repertorio más veloz y sudoroso. Y ahí es donde el último single del grupo, 'Father of all', con su disfrutable fugacidad, entronca también con aquello que una vez fueron como banda.

Antes de tender ese puente entre pasado y presente, aseguró Billie Joe que tocaban 'Dookie' entero en España -"¡Viva Españñññaaa"! gritó cien veces eufórico perdido- para dar celos a Estados Unidos. Y con su famoso álbum finiquitado -lo de 'When I come around' da para otra crónica entera-, éxitos encadenados.

A saber: 'Bang bang', 'Revolution radio', 'Holiday', 'Boulevard of broken dreams' o 'Know your enemy' -con un tipo disfrazado de unicornio cantando el estribillo y acto seguido arrojándose contra el público-. Desenfreno total para el bis final con la furia de 'American idiot' y la canción favorita de Billie Joe, según acaba de confesar: 'Jesus of Suburbia'.

El inesperado tercer paso de la banda californiana por La Riviera -tras los de 1998 y 2000, antes de saltar a pabellones- se ha saldado, en definitiva, como una reivindicación del veinteañero que una vez todos fuimos y que cabía en camisetas, cazadoras y pantalones mucho más pequeños. Y que escuchaba en cintas de casete buena parte de las canciones interpretadas esta noche a la orilla del río. Una regresión en toda regla a los años noventa de cada vez más lejano siglo XX, condensada en cien minutos de crossfit punk.

EL SÁBADO EN SEVILLA

Tras su paso por Madrid con este concierto 'sorpresa' anunciado la semana pasada, Green Day pone rumbo a Sevilla, donde este sábado 2 de noviembre actuará en la Plaza de España en un concierto organizado por MTV compartiendo cartel con The Struts y León Benavente, como preludio de los premios MTV EMAs que se entregan el domingo en la capital hispalense.

Dos conciertos diferentes, como el que la banda integrada por Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt (Berkley, 1972) y Tré Cool (Fráncfort, 1972) dio el pasado septiembre en el celebérrimo Whiskey a Go-Go de West Hollywood para celebrar también por sorpresa el anuncio de su nuevo disco, 'Father of all motherfuckers', que llegará en febrero.

Aquella velada en L.A., ante apenas 300 de los suyos, festejaron también su regreso a la carretera para 2020 con una gira mundial que comenzará en marzo en Asia y en la que estarán acompañados en muchas fechas por Fall Out Boy, Weezer y The Interrupters. Eso ya será Green Day a lo grande, de nuevo en estadios y grandes festivales. Eso será, en definitiva, lo previsto por la maquinaria y, justo por eso, menos fantasía.