MADRID, 30 May. (EUROPA PRESS) -
Los escoceses Mogwai describen su sonido como "música instrumental no apta para bailar". De esta forma, zanjan la expresión incómoda que han tenido que escuchar a lo largo de su trayectoria: la que les coloca siempre en el epicentro del post rock, esa etiqueta que a mediados de los 90 aglutinó a ciertas bandas que usaban instrumentos clásicos del rock, aunque ritmos y progresiones diferentes.
La banda aterriza esta semana en la península para participar este sábado en el festival Primavera Sound, que se celebra en Barcelona hasta el próximo domingo, de donde viajarán después a Oporto (Portugal) para participar en el hermano pequeño Nos Primavera Sound, que este año celebra su tercera edición.
Barry Burns, uno de los miembros de la banda, ha explicado en una entrevista concedida a Europa Press que la banda siempre ha querido evolucionar, por lo que la descripción 'post rock' solo habría valido para sus dos primeros discos ('Young Team' y 'Come on die young') y no en el caso, por ejemplo, de 'Rave tapes', el álbum que han publicado este año.
Con un total de diez canciones, este trabajo discográfico sorprende con un sonido en cierto modo más oscuro, algo que se debe, según explica, al uso de nuevos instrumentos. "Hay muchos sintetizadores y menos guitarras, eso es lo que ha cambiado todo un poco", indica.
Una de las canciones que más sorprende es 'Remurderer', ya que en ella se pueden encontrar incluso reminiscencias de unos jóvenes Kraftwerk. "No me gusta. Cuando la terminamos les pedí al resto del grupo que no la incluyeran", cuenta entre risas Burns.
A pesar de sus ruegos, una evolución sonora así es comprensible, ya que, según él mismo reconoce, "la mayoría de los miembros de la banda escucha bandas alemanas como Can, Neu o Harmonia". "Era natural que algo así saliera", admite.
"NUNCA DISCUTIMOS"
Mogwai nacieron en Glasgow a mediados de los años 90 y lo que para muchos es un logro, para ellos es algo normal: siguen siendo amigos desde entonces. "No discutimos, es extraño, quizás deberíamos discutir. La gente nos dice que somos afortunados de ser amigos. No sé cómo otras bandas pueden seguir juntas si no se llevan bien", reflexiona Burns.
A pesar de tener "diferentes gustos musicales", todos componen y contribuyen en las canciones. Milagrosamente, consiguen invertir la tendencia natural de caos que puede suponer la falta de liderazgo en una banda de rock y logran lo que pocos músicos han conseguido. "Tenemos un público variopinto", señala orgulloso el músico.
Burns explica que no existe una escena realmente en Glasgow, ni un sonido común. Sin embargo, hay una especie de comunión entre los grupos de música de la ciudad, ya que "están muy unidos y se apoyan mucho".
Esta conexión no existe, en cambio, con el resto de Gran Bretaña, e incluso es "mayor" con ciertos lugares de Estados Unidos, como Seattle, por ejemplo, que con el resto de la isla.
"Escocia no se siente parte de Gran Bretaña, quizás el próximo año sea una realidad", anhela Burns, quien declara no haberse sentido británico nunca. "Al presidente de España no le gusta", dice enfadado Burns. "Saca tus narices de aquí, vives en España y no en Escocia", añade el músico escocés.