MADRID, 1 Abr. (EDIZIONES) -
Rafael Berrio moría este martes a los 56 años tras una larga enfermedad. Icono de la escena cultural de su ciudad, San Sebastián, cantautor 'maldito' del underground, dejó en sus canciones un legado poético y filosófico que va más allá de la música.
Una forma de entender la vida misma por la que Berrio ha sido despedido en redes sociales por amigos y colegas de profesión tan relevantes e influyentes como Loquillo, Amaral, Bunbury, Mikel Erentxun, Nacho Vegas o Miren Iza (Tulsa).
Una forma de entender la vida, reiteramos, desarrollada desde los ochenta en los grupos UHF, Amor a traición y Deriva, así como en una carrera en solitario que alcanzó su cima en 2010 con el reconocido disco '1971'.
En dicho trabajo está la canción 'Simulacro', cuyos versos retumban ahora ensordecedores a las pocas horas de su fallecimiento. Le recordamos a través de estas palabras y estos acordes que, lejos de sonar a muerte, suenan a vida eterna.
SIMULACRO
Temo haber vivido mi vida como si ello fuera un simulacro.
Como si yo tuviera el don de vivir por mí dos veces.
De haber dejado a un lado la que importa en prenda de una vez futura,
y haber malgastado en borradores la presente.
De no saber que la vida sucede a medida que sucede,
y que no hay una vida en serio y otra vida de licencia.
Que cada ensayo, cada error, en suma, forman
las constantes y variables del álgebra de la existencia.
Y en esa ecuación que es cosa resuelta estamos.
Esbozada débilmente en el margen de un folio en blanco.
Siento no haber sido tan audaz de un trazo algo más firme.
De haber perdido un tiempo de oro en pruebas y en ensayos.
Y ahora es tarde,
algo tarde.
Pues temo ir ya malherido.
Temo haberme consumido
como si yo
tuviera el don
de vivir dos veces.
Temo haber vivido mi vida como si ello fuera un simulacro.
Y he sido un mal actor confiando en la noche del estreno.
Pero qué vida será la que prolongue o dé segundas funciones,
si en ella todo es rol improvisado y relleno.
Temo haberme pasado la vida reuniendo el valor que me falta,
y declarando intenciones solemnes frente a un espejo.
Dejando las cosas para una mejor ocasión que no llega.
En el fondo he estado siempre en babia y con la mente muy lejos.
Temo haber vivido mi vida como si ello fuera un simulacro.
Como si yo tuviera el don de vivir por mí dos veces.
De haber dejado a un lado la que importa en prenda de una vez futura,
y haber malgastado en borradores la presente.