MADRID, 26 Mar. (EUROPA PRESS - David Gallardo) -
No pretende Robbie Williams cambiar el rumbo de la historia de la música ni redefinir conceptos. Lo suyo es entretenimiento puro y duro a través de un cancionero propio repleto de éxitos, unas cuantas versiones de clásicos del rock más que reconocibles y un espectáculo planteado para divertir a todos los públicos.
Y así, de primeras, Let me entertain you suena a declaración de intenciones que enardece a una masa de 15.000 personas claramente predispuesta a entrar en materia, como se constata a continuación con la bailonga Rock Dj, paso previo al primer medley de la velada con We will rock you de Queen y I love rock and roll popularizado por Joan Jett.
Queda claro en el primer cuarto de hora que el británico, que suma ya 41 primaveras, está en forma y con ganas de agradar, regalando sus habituales poses traviesas y gamberras a los incondicionales de las primeras filas, amplificadas para el resto del pabellón por una gran pantalla que ocupa literalmente todo el fondo del gran escenario.
Tripping, Bodies (con homenaje al Royals de Lorde incluido), Monsoon y The Road to Mandalay cierran un primer bloque de ruidoso rock y efervescencia pop, dando paso a un tramo central más dedicado a su faceta de crooner swing. Un tramo que se hizo relativamente largo y que bajó la velocidad de un recital que estaba acelerando ciertamente rápido.
El swing que funciona en sus discos no lo hace tanto en un pabellón que exige diversión, aunque las interpretaciones de Minnie the Moocher y Swing supreme resultaron ambiciosas, con coristas y sección de vientos para alcanzar la decena de músicos en el escenario e interpretar, ya que estamos, una huracanada versión del Shout de los Isley Brothers.
Incluso el padre de la estrella apareció en escena como el perfecto crooner para cantar a dúo con su hijo Better man, en uno de los momentos más candorosos de la noche. "¡Es mi padre!", anunció Robbie entusiasmado ante los aplausos de la concurrencia, en un gesto con el que parecía dejar atrás su imagen de hooligan infinito e irredento.
Mas no, pues tras avisar que "Robbie es loco", regresa con falda y empeñado en enseñar el trasero a la concurrencia mientras explota la jukebox de éxitos pop y el espectáculo retoma la dirección que el gentió reclama con Radio, No Regrets y Come Undone (fusionada con I still haven't found what I'm looking for de U2 y con dedicatoria a Bono).
Incontestable tramo final con Candy, el karaoke colectivo de Feel, Millennium, y el festín funky-rockero de Kids fusionada con acordes de Whole lotta love de Led Zeppelin y Back in Black de AC/DC. Y cuando muchos comentaban cierta obsesión con parecerse a Freddy Mercury, resulta que suena completa una versión de Bohemian Rhapsody que, claro, funciona como un cañón. ¿Mucho Queen? Puede pero, ¿a quién puede molestarle eso?
Con un Robbie Williams agradecido y emocionado, la velada termina con la intensidad de Angels (dedocada a las víctimas del accidente aéreo del martes) cantada a coro por los 15.000 asistentes: los más fans encantados de la vida, los menos fans convenientemente entretenidos. Pero todos indudablemente satisfechos y contentos. Este viernes en Barcelona, más.