MADRID, 10 Jul. (EUROPA PRESS - David Gallardo) -
Calor y paciencia en la peregrinación de la tarde del miércoles para llegar al Mad Cool por las diversas opciones de acceso. Pero sin mayores contratiempos para acceder a esta Welcome Party que ejerce como calentamiento previo del festival que oficialmente comienza este jueves.
Los ritmos contagiosos de bandas como Metronomy o The Cat Empire fueron las encargadas de ir recibiendo a la concurrencia desde media tarde, aunque fue la catalana Rosalía la que ejerció como magnética anfitriona y plato estelar al congregar ante sí a la mayor cantidad de público (muy entregado) de la jornada.
Y es que mucho ha cambiado Rosalía Vila (San Esteban de Sasroviras, Barcelona, 1993) desde que el pasado octubre presentara su segundo álbum, 'El mal querer' (2018), ante 11.000 fans en un concierto gratuito en la Plaza de Colón de Madrid. Aquella fue algo así como la llamada al resto del mundo. Y el resto del mundo atendió.
Así regresaba este miércoles a Madrid, convertida en una realidad internacional a la que el New York Times acaba de 'culpar' del éxito global de la música en español. Y se basa para afirmar eso en el impacto de 'Con altura', su reguetón con J Balvin y El Guincho, que supera los 500 millones de visualizaciones en YouTube y 166 millones en Spotify.
No le falta razón al diario neoyorkino, en cualquier caso, pues en lo que va de año la barcelonesa se ha presentado ya en directo en Lollapalooza -Argentina y Chile-, México, Estados Unidos -incluyendo el cacareado Coachella-, Marruecos y festivales europeos de la talla de Glastonbury, Werchter, Roskilde, Open'er o Down the Rabbit Hole.
A tenor de este listado, no cabe duda de la ambición internacional de la conquista de Rosalía, quien no se olvida de España y se ha presentado este miércoles ante alrededor de 40.000 personas -39.721, concretamente, según la organización- en esta Fiesta de Bienvenida hecha a su medida para su lucimiento en el enorme recinto -muy lejos del lleno- de IFEMA-Valdebebas.
Y lo cierto es que mucho ha crecido Rosalía desde aquella llamada al resto del mundo desde el centro de Madrid, pues en este tiempo no ha dejado de lanzar temas aperturistas y de variados estilos como el mencionado 'Con altura' y otros también exitosos como 'Aute cuture', sus colaboraciones con (otra vez) J Balvin en 'Brillo' o James Blake en 'Barefoot in the park', así como la rumba catalana 'Millonària' -en este caso cantada fugazmente casi a capela junto al público y, sí, claro, en catalán-.
Todos esos temas sonaron para el público del Mad Cool y todos ellos constatan el progresivo alejamiento de la influencia más reconociblemente flamenca de 'El mal querer' y también de su debut 'Los Ángeles' (2017). Tal es su vocación global que se despega de todas las etiquetas y se adentra con decisión en la música urbana mientras, al mismo tiempo, reivindica la rumba catalana y mantiene un pie bien anclado en la tradición.
Acompañada por el productor El Guincho -que no para de lanzar beats y loops contundentes- en la parte musical y flanqueada por un rotundo equipo de bailarinas, Rosalía transmite poderío escénico con esas versátiles coreografías que mezclan elementos folclóricos de la 'España cañí' con movimientos contemporáneos -el gentío aúlla y mucho con sus twerking-. Y, para equilibrar su propuesta, no se olvida aún de esa faceta más tradicional en la que canta a capela 'Catalina' dejando al público en silencio en, quizás, el mejor y más aplaudido momento de su vigorosa actuación -en competencia con 'Te estoy amando locamente' de Las Grecas en versión electrónica-.
A pesar de su actividad constante de los últimos meses, el tronco del recital todavía está enraizado en 'El mal querer' y composiciones ya tan asentadas entre el gentío como 'Pienso en tu mirá', 'De aquí no sales' -con esos tubarros desafiantes atronando como base-, 'Bagdad' o el celebrado cierre con 'Malamente'. Al final, es su fiesta, así que como buena anfitriona ejerce.
Se puede debatir mucho sobre la cargante omnipresencia de Rosalía en nuestras vidas durante el último año, pero lo cierto es que se metió al público en el bolsillo desde el primer minuto y lo remató una hora después con ese "¡trá trá!" asumido por toda una nueva generación como grito de guerra colectivo.
Tras la barcelonesa, el festival siguió latiendo con un cambio de tercio gracias al electropop con pegada de Lykke Li -muy festejados 'Sex money feelings die' y su hit 'I follow rivers'-, a la que siguió el músculo guitarrero de Bring me the Horizon, antaño más metalcore y rock alternativo y ahora no exento tampoco de programaciones electrónicas en un interesante giro de su sonido clásico. Un eficaz 'Mantra' para repetir hasta que la música empiece se nuevo a sonar el jueves con el recuerdo de su inapelable presentación, en la que no faltaron bailarinas con lanzallamas y el vocalista Oliver Sykes abrazándose y haciéndose selfies con los fans de las primeras filas. Incluso cruzó a la multitud para encaramarse a la torre de sonido frente al escenario antes de que su gran éxito 'Throne' inundara todo de confeti ante un público deseoso de más. Como si no quedaran tres largos días por delante.