MADRID 11 Nov. (EUROPA PRESS) -
La nueva versión feminista y guerrillera de 'Theodora', del oratorio de Georg Friedrich Händel, se ha estrenado por primera vez escenificada este lunes en el Teatro Real, y lo ha hecho con la figura de una coordinadora de intimidad muy presente, una profesión habitual en el cine pero no en la ópera, por las escenas sexuales que se han representado en el coliseo madrileño.
El público ha ovacionado al equipo artístico durante más de cinco minutos en los que se han escuchado repetidos 'bravo'. Unos aplausos que, por lo general, también se han repetido en bastantes ocasiones durante toda la representación.
Antes de iniciarse la actuación , se ha guardado un respetuoso minuto de silencio por las víctimas de la DANA, con el público puesto en pie y finalizando el momento solemne con un fuerte aplauso.
Este libreto, de Thomas Morell, está basado en la obra de Robert Boyle, 'Love and Religion Demonstrated in the Martyrdom of Theodora and Didymus'. La historia original se sitúa en la Antioquia del siglo IV d. C. y presenta al público el martirio de la cristiana Theodora, enamorada de Didymus, un oficial romano con quien comparte la fe por la que serán perseguidos.
Sin embargo, esta reinterpretación se sitúa en una embajada, donde la directora de escena Katie Mitchell ha podido alejarse de una visión conservadora de las mujeres cristianas para convertirlas en mujeres guerrilleras.
La soprano Julia Bullock ha sido la encargada de dar vida a esta joven en el primer día de la ópera, que estará en escena hasta el próximo 23 de noviembre. Gran parte de la representación ocurre en una cocina, y su protagonista encarna a una mujer que trabaja como personal doméstico. Una labor que también realiza el resto de personajes cristianos.
En la mayoría de las versiones de Theodora, el personaje que da título a la obra no aparece en escena hasta pasada media hora de la representación. Sin embargo, en la reinterpretación feminista que la directora Katie Mitchell hace del oratorio de 1750 de Händel, está presente desde el inicio.
El enfoque feminista de esta obra reside en dos momentos principales de la representación. El primero de ellos es el edicto inicial en que se decreta que cualquiera que no rinda culto a los dioses romanos será condenado a muerte. Lo que ocurre es que se descubre a una mujer infrigiendo dicha norma y cambian los términos del castigo, convirtiendola en una trabajadora sexual.
El segundo momento se produce cuando el amante de Theodora, Didymus, llega para rescatarla del burdel, poniéndose en su lugar, intercambiándose los roles, aludiendo a las políticas de género. Esta es una de las maneras en las que Mitchell examina la misoginia y la hipocresía.
EL CORAJE DE UNA MUJER
La obra gira en torno a la oposición entre dos comunidades, el mundo romano y el mundo cristiano, cada una encarnada en un universo sonoro específico. El mundo romano está descrito por una música que exalta las prédicas oficiales, con los discursos de los gobernadores, a menudo con muchas órdenes y poco contenido, y que refleja cómo es esta comunidad durante el espectáculo: inflexible e intransigente.
En el lado contrario se sitúa el mundo cristiano, fortalecidos por una fe prohibida en la época en la que se sitúa la obra original. En esta nueva interpretación, los personajes cristianos se convierten en el personal doméstico de una embajada romana.
Entre estos dos mundos hay unos personajes que tienen una función de enlace, como Didymus, que está en medio porque es un oficial romano que está enamorado de Theodora, y la prueba definitiva de su amor y de su sacrificio será su conversión al final del primer acto, y su fidelidad a ella cuando toma conciencia de que lo va a perder todo. Didymus encarna -a la vez- a ambos tipos de amor, el espiritual y el amor a Dios y el amor carnal de los paganos.
En cuanto a la escenografía, la representación contiene cinco espacios que predominan en la obra, la cocina del personal doméstico y el salón de la embajada en el primer acto, al que se suman una habitación con las paredes y una cama roja y un burdel en el que aparecen dos mujeres bailando sobre una barra en el acto dos. Para finalizar, en el acto III se amplía a un congelador para Didymus y Theodora. Estos escenarios transicionan entre ellos de forma horizontal.
A partir del acto II, la sexualización de la mujer aparece, coincidiendo con la captura de Theodora por parte de los romanos, quienes le obligan a ejercer la prostitución. En este momento es cuando aparece Didymus, que se proclama el salvador de Theodora y le propone intercambiarse la vestimenta, y permite a la protagonista escapar de ese lugar. Para finalizar la obra, Theodora se enfrenta a los romanos, quienes se califican como el poder "terrenal".
La nueva 'Theodora' continuará en el Teatro Real hasta el 23 de noviembre en esta nueva coproducción que ha unido al Real y a la Royal Opera House de Londres, donde Händel estrenó la partitura en 1750, cuando resultó un fracaso por el tema que abordaba.
El reparto lo completan la mezzosoprano Joyce DiDonato (Irene), el contratenor Iestyn Davies (Didymus), el tenor Ed Lyon (Septimus) y el tenor Thando Mjandana (Mensajero).