MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
El entrenador español Pablo Laso vivirá este jueves seguramente un regreso emotivo cuando visite el WiZink Center con el Bayern Múnich alemán para medirse a 'su' Real Madrid, equipo al que dirigió durante más de una década y al que devolvió su prestigio nacional y, sobre todo, continental, pero en el que tuvo una despedida un tanto amarga.
El 21 de junio de 2011, el vitoriano aceptó el reto de dirigir al conjunto madridista, el más laureado del baloncesto europeo y nacional, pero que atravesaba una sequía de falta de éxitos. Exjugador del equipo en los 90, su buen hacer en el Gipuzkoa Basket y su baloncesto atractivo convencieron al director deportivo merengue Alberto Herreros para hacer una apuesta un tanto arriesgada. El exbase la transformó en uno de los mejores periodos de la entidad, con un récord de 860 partidos dirigidos y 659 victorias, aderezados con 22 títulos y un juego que encandiló a una afición que le agasajará en su regreso al Palacio de Deportes.
"Me hace mucha gracia lo de la falta de experiencia. Obradovic, en su primer año fue campeón de Europa y también en el segundo y el tercero. Yo hablo más de la capacidad, lo más importante es que te sientas capacitado y con ganas de seguir aprendiendo, si no nunca tendrás experiencia. No habría dicho sí sin saber que podría hacerlo", señaló Laso, que por entonces tenía 43 años, en su presentación ante los medios.
El Real Madrid acababa ese temporada 2010-2011 de volver a disputar una 'Final Four' de la Copa de Europa, 15 años después de la última vez, con el vasco en la plantilla, pero acabó cuarto bajo la dirección del italiano Emanuele Molin, ayudante del reconocido y prestigioso Ettore Messina, que había decidido dimitir en febrero y cuyo fichaje no se transformó en lo que se esperaba a nivel de títulos en una época donde predominaban el FC Barcelona y el Baskonia.
El equipo madrileño había levantado su última liga en el 2007, su última Copa del Rey en 1993 y a nivel continental había levantado, también en 2007, la Copa ULEB, pero en la máxima competición, la Euroliga, no levantaba el trofeo desde 1995. Y todo cambió con la llegada de Pablo Laso, no sólo en la sala de trofeos sino en reenganchar a una afición que se ilusionó y acudió con asiduidad al Palacio de los Deportes a ver el baloncesto que predicaba el equipo dirigido por el vitoriano.
De este modo, el vitoriano logró que la sección pasase de ser una sección a la que se prestaba quizá 'poca atención' desde las esferas más altas a recibir la atención que se merecía seguramente por su historia. Ya en su primera temporada conquistó la Copa del Rey, batiendo al Bara en la final, en lo que sería el primero, y que considera "el más especial" de los 22 trofeos que conquistaría el conjunto madridista, empatado con otro mito como Lolo Sainz y a cinco de Pedro Ferrándiz.
Ese primer año también alcanzó la final de la Liga Endesa, perdida contra el conjunto blaugrana de su buen amigo Xavi Pascual, pero en la Euroliga sumó su único borrón al no superar el 'Top 16' en un grupo con el Montepaschi Siena, el Bilbao Basket y Unicaja, aunque este prácticamente sería el único desde entonces en su historial europeo junto a la eliminación en los 'Playoffs' de la ajetreada campaña 2015-2016.
UN INFARTO QUE LO CAMBIÓ TODO
Pero Pablo Laso devolvió la gloria en la Copa de Europa a su 'viejo rey' y en sus siguientes temporadas llevó al Real Madrid a disputar un total de siete 'Finales a Cuatro', conquistando el título en dos ocasiones, en 2015 y 2018, y siendo subcampeón en otras tres (2013, 2014 y 2022). A nivel nacional, ganó cuatro de sus seis Copas de forma consecutiva entre 2014 y 2017 y sumó seis títulos domésticos, éxitos a los que hay que añadir siete Supercopas Endesa y una Copa Intercontinental.
Sin embargo, todo se quebró en junio de 2022. Después de haber superado una racha muy negativa, con asuntos extradeportivos de por medio, fue capaz de reactivar a su equipo para llegar a la final de la Euroliga, perdida por un punto ante el Efes (57-58) y tras una gran remontada en la semifinal ante el Bara, frente al que debía medirse en una nueva final de la Liga Endesa. El 5 de junio, el club anunciaba que había sufrido un infarto de miocardio que le apartó del banquillo en lo que restaba de semifinal ante el Baskonia y en la pelea por el título, responsabilidad que recayó sobre Chus Mateo, uno de sus ayudantes.
El Real Madrid, pese a esta noticia y no tener el 'factor cancha', supo conquistar su trigesimosexto título liguero, que finalmente sería el último de la 'era Laso' porque el club, pese a que tenía contrato hasta 2023, decidiría prescindir de sus servicios aludiendo a su estado de salud, abriéndole la opción de volver a estudiar su situación en "marzo o abril", y levantando una pequeña polémica ya que el vitoriano defendía que tenía informes médicos que avalaban que podía seguir en los banquillos.
"Los informes médicos que tenga el Real Madrid yo no los tengo, yo tengo los míos. Si el Real Madrid tiene unos informes y se basa en esos, no sé si es traición o no, me gustaría que me los pasara por verlos, pero yo me fío de los míos", destacó el entrenador, que se tomó un año sabático al que puso fin en junio cuando fue anunciado como responsable del Bayern y con el que medirá el actual estado de su exequipo, del que siempre habla con cariño y respeto.