Llull decide una final épica y el Real Madrid conquista su cuarta Copa consecutiva
VITORIA, 19 (del enviado especial de EUROPA PRESS, Guillermo Sáez)
La aparición estelar de Sergio Llull, nombrado MVP del torneo, ha permitido al Real Madrid conquistar su cuarta Copa del Rey consecutiva, un logro inédito durante la época ACB, después de imponerse a un gran Valencia Basket (97-95) que peleó hasta la última posesión liderado por un inmenso Bojan Dubljevic (28 puntos).
El balear decantó una final épica anotando ocho puntos en apenas 57 segundos y sellando el 95-87 en el marcador a falta de un minuto y medio para el final. El Valencia, que jamás perdió la esperanza en un ejercicio asombroso de fe, logró llegar vivo hasta la última posesión, pero solo le quedaron nueve décimas de posesión y ni siquiera pudo lanzar a canasta.
Además de Llull, en el equipo blanco brillaron Anthony Randolph (20 puntos, 7 rebotes) y Gustavo Ayón (18), mientras que Fernando San Emeterio (17) fue el mejor escudero de Dubljevic. El equipo 'taronja' perdió su cuarta final en cinco apariciones, pero ni un reproche se le puede poner a Pedro Martínez y sus pupilos (39-23 en rebotes), mientras que el Real Madrid de Laso sigue agrandando su leyenda, esta vez con más épica que nunca porque llegó a la final tras dos prórrogas.
El gran torneo de Randolph le elevó a la titularidad en detrimento de Gustavo Ayón y el de Wuzburgo recompensó la confianza de Laso con 10 puntos y 16 de valoración en el primer cuarto, un envite que Dubjlevic aceptó con gusto (9). Llegado el momento de la verdad, los líderes no esperaban para reclamar su territorio, incluido Felipe Reyes, que formaba como titular unas horas después de ser padre y realizar un viaje relámpago a Madrid. Su segundo hijo llegó con un título bajo el brazo.
A Luke Sikma le costó un mundo frenar la versatilidad de Randolph y el Real Madrid encontró la primera ventaja (12-9), aunque el Valencia Basket movía muy bien la pelota buscando canastas fáciles (12-13). Sabía Pedro Martínez que un sobresaliente trabajo coral era la única manera de destronar a su rival y sus pupilos respondían en la cancha.
La entrada de Doncic revitalizó a su equipo y el chico para todo del equipo blanco se marcó un 'alley-oop' que cerraba un parcial de 8-0 (20-13, min.10). Randolph descosió el tímido intento de zona 2-3 'taronja' al inicio del segundo cuarto, cuando los finalistas se lanzaron a la yugular de su adversario zurrándose a base de triples.
Ese juego basado en intercambio de canastas siempre gusta al Real Madrid, que dio un nuevo tirón hasta su máxima renta (40-30, min.16). Las matemáticas no mentían: iba a proyección de 100 puntos, un muro presumiblemente inabordable para el Valencia. Y casi llegan ambos. Igual que había ocurrido en semifinales ante el Barcelona, Fernando San Emeterio volvió a sentirse inspirado en su antigua casa y puso casta para que su equipo volviera a desaflojarse la soga del cuello al final del segundo cuarto (47-45).
EL ÉXTASIS DE LLULL
La sensación al descanso era que el equipo que apretara los dientes en defensa se llevaría la gloria, pero siempre primó el juego vistoso, el acierto, el espectáculo. Y en la ecuación de un partido igualado también podía entrar en juego la variable del cansancio acumulado del tricampeón, después de dos partidos muy duros con sendas prórrogas ante MoraBanc Andorra y Baskonia.
Por otra parte, también era previsible que llegara el momento de Ayón, MVP de la última Copa, y el mexicano se destapó con 12 puntos en el tercer cuarto. Volvían a escaparse los blancos (61-54, min.26), pero las pillerías de Dubljevic y la ayuda de su 'álter ego' Pierre Oriola, dando buen relevo un día más, volvían igualarlo (61-60).
A base de cargar el rebote de ataque (19 en total), de fe, de hambre de volver a ganar la Copa casi 20 años después, el Valencia al fin logró empatar el partido a falta de 11 minutos (68-68), aunque una genialidad marca de la casa de Llull, con triple cayendo sobre la bocina, dejaba a su equipo por delante antes del cuarto final (74-71). Solo era un aviso de lo que vendría después.
Los lógicos minutos de descanso para Dubljevic facilitaron otro amago de escapada (82-76, min.33), pero el Valencia nunca se rindió. El destino sería cruel, ya que nunca volvió a estar por delante en el marcador pese a que entraba en los últimos cinco minutos con sus opciones de título intactas (82-81).
A falta de 2:33 para el final de la final llegó la explosión de Llull. Un triple, un robo, una bandeja, otro triple. La tormenta perfecta había durado menos de un minuto. El hombre que rechaza a la NBA porque es feliz en Madrid volvía a demostrar que talento tiene de sobra para brillar al otro lado del 'charco'.
Ni con esas dobló la rodilla el Valencia. En el último minuto y medio peleó más que nunca, remó, remó y remó y con un triple de San Emeterio ponía el 97-95. Pero solo faltaba un segundo. Era imposible. Claro que nadie contaba con que el Madrid se hiciera un lío en el saque de fondo y perdiera la pelota. Quedaban nueve décimas y un saque 'taronja' desde el centro de la pista, pero Van Rossom se enredó y no llegó a tirar ni a la desesperada. El tricampeón se convertía en tetracampeón.
FICHA TÉCNICA.
--RESULTADO: REAL MADRID, 97 - VALENCIA BASKET, 95 (47-45 al descanso).
--EQUIPOS.
REAL MADRID: Llull (22), Taylor (5), Rudy Fernández (2), Randolph (20) y Reyes (1) --cinco inicial--; Doncic (9), Ayón (18), Draper (-), Maciulis (3), Carroll (14), Nocioni (-) y Hunter (3).
VALENCIA BASKET: Van Rossom (6), Martínez (7), San Emeterio (17), Sikma (6) y Dubljevic (28) --cinco inicial--; Vives (2), Thomas (4), Kravtsov (-), Diot (2), Sato (5), Sastre (12) y Oriola (6).
--PARCIALES: 22-16, 25-29, 27-26 y 23-24.
--ÁRBITROS: García González, Conde y Jiménez. Sin eliminados.
--PABELLÓN: Fernando Buesa Arena. 14.982 espectadores.