MADRID, 13 Mar. (EUROPA PRESS) -
El piloto español Carlos Sainz inicia su quinta temporada en la Fórmula 1 estrenando los colores naranja papaya y azul del equipo McLaren, el primero que le ha dado la tranquilidad de un contrato anual como relevo de Fernando Alonso, al que también sustituye como referente de la afición española.
Después de 171 puntos cosechados en 81 carreras de Fórmula 1, 56 en Toro Rosso y 25 en Renault, Sainz llega a uno de los equipos más laureados y con más solera de la competición, pero que sigue inmerso en un letargo que se remonta a 2012, cuando logró su última victoria por medio de Jenson Button.
A sus 24 años, el madrileño afronta el mayor reto de su carrera, ayudar a que el 'gigante' inglés resurja de sus cenizas como el eslabón final, ese que maneja el volante, de la amplia reestructuración emprendida a todos los niveles por McLaren. El plan ideal es mejorar en 2019 y alcanzar la zona noble en 2020.
Además, por primera vez, el '55' tiene un contrato bianual y afronta el Mundial sin la incertidumbre de saber cuál será su futuro a corto plazo, por lo que puede centrar todos esfuerzos en el presente y en lograr el primer podio de su carrera en la F1, un objetivo que se le sigue resistiendo.
LA ALTERNATIVA EN TORO ROSSO Y LA CONSAGRACIÓN EN RENAULT
Sainz llegó a la competición en 2015 tras convertirse en el campeón más joven en la historia de la Fórmula Renault 3.5 Series pilotando para el equipo Dams, después de imponerse en un emocionante duelo a su compatriota Roberto Merhi.
Tras un prometedor inicio de campaña, sumando puntos en cuatro de las seis primeras carreras, atravesó un bache importante en el ecuador del Mundial, encadenando cuatro abandonos consecutivos en Austria, Gran Bretaña, Hungría y Bélgica. Logró rehacerse con una buena racha y el séptimo puesto de Estados Unidos, su mejor resultado, para acabar su año de 'rookie' en decimoquinta posición de la clasificación general con 18 puntos.
En su segunda temporada, supo sobrevivir al 'fenómeno Verstappen' después del ascenso del holandés a Red Bull y protagonizó una gran primera mitad de temporada, logrando meterse en los puntos con regularidad. Tras el parón veraniego sufrió con el descenso de rendimiento de su coche, pero logró rehacerse para finalizar sexto en Estados Unidos y Brasil. En el Mundial de Pilotos finalizó duodécimo con un botín de 46 puntos, más del doble que en su primer curso.
Su crecimiento constante no se detuvo en 2017, cuando logró finalizar noveno en el Mundial con 54 puntos y rozó el primer podio de su carrera con un cuarto puesto en Singapur. Disputó las cuatro últimas carreras del año ya con Renault y, pese a su abrupto cambio de monoplaza, logró rendir al nivel de su nuevo compañero Nico Hülkenberg.
El año pasado, Sainz exhibió una enorme regularidad que le permitió puntuar en siete de las ocho primeras carreras del Mundial, con el quinto puesto de Bakú como mejor resultado, pero se desinfló un poco en la segunda mitad del curso y finalizó décimo en el campeonato con 53 puntos, uno menos que su mejor registro histórico. Ahora quiere resurgir convertido en el gran referente de la afición española tras la retirada de su amigo Fernando Alonso.