SAO PAULO (BRASIL), 12 (Reuters/EP)
Después de años de retrasos en la construcción y sobrecostes, el Mundial comienza el jueves en Brasil en medio de un ambiente de descontento en el país que contrasta con la alegría de los aficionados extranjeros que han acudido al torneo.
La selección brasileña se enfrentará a Croacia en el partido inaugural que se disputará en el Corinthians Arena, un estadio de nueva construcción en Sao Paulo, cuyo coste y retrasos en la entrega parecen ilustrar los preparativos para el Mundial salpicados de problemas.
Brasil es visto por muchos aficionados en todo el mundo como la cuna espiritual del fútbol y cientos de miles de personas acudirán al país sudamericano durante el mes que dura el torneo, pero hasta ahora el entusiasmo entre los brasileños ha sido apagado. En cambios, muchos están molestos por los más de 11.300 millones de dólares gastados para preparar el Mundial cuando los servicios sociales básicos del país cuentan con muy pocos recursos.
Protestas masivas en las calles sacudieron al país el año pasado y aunque han ido reduciéndose en número recientemente, las autoridades esperan que un núcleo duro de cientos de personas intenten bloquear el tráfico al estadio el jueves, lo que podría desatar enfrentamientos violentos con la policía.
Los brasileños dicen que el país se animará a medida que empiece la acción, especialmente si su equipo justifica su condición de favorito para ganar el campeonato por sexta vez, algo que representa un récord.
"Esperen a que Brasil empiece a ganar. Entonces verán a la gente en las calles", dijo Rogerio Souza, aficionado brasileño, aunque advirtió que la eliminación de Brasil causaría más descontento. "Para los brasileños sólo cuentan los títulos. A nadie le importa un segundo puesto. Si no ganan el Mundial en casa, arreciarán las críticas", añadió.
La presidenta del país, Dilma Rousseff, ha restado importancia a las protestas por el elevado gasto y los retrasos en la preparación de estadios y aeropuertos, y apuesta a que Brasil dará espectáculo dentro y fuera del campo.
Aún así, la lista de problemas posibles es larga. De hecho, celebrar un Mundial con éxito puede ser bastante más difícil para Brasil que ganarlo. El principal riesgo, tanto para aficionados como para el Gobierno, parecen ser los incidentes en las calles con paros y protestas en las 12 ciudades que albergarán partidos, incluida una huelga de celo por parte de algunos trabajadores del aeropuerto de Río de Janeiro aunque la amenaza de una huelga extendida en el metro de Sao Paulo ha desaparecido.
Algunos negocios en Río, donde se jugarán siete partidos, incluida la final, han protegido ventanas y puertas en caso de que surjan protestas, y las autoridades expresan en privado su temor a que las protestas y los problemas de tráfico puedan derivar en que algunos aficionados no puedan acceder al Corinthians Arena de Sao Paulo cuando empiece el partido inaugural a las 17.00 hora local (22.00 hora peninsular).
El Gobierno ha decretado festivo parcial el jueves para ayudar a aliviar la congestión, pero aún así una larga lista de personalidades, incluidos diez jefes de Estado, complicarán el tráfico. Además, el estadio donde se disputará el duelo inicial también ha sido una fuente de inquietud ya que no sólo tuvo un retraso de seis meses, con un coste de 525 millones de dólares, unos 150 millones más que lo presupuestado, sino que debido a los retrasos el partido del jueves será el primero con capacidad plena, lo que cual viola el protocolo de la FIFA para partidos del Mundial.