BILBAO 27 Sep. (EUROPA PRESS) -
Fernando Lamikiz, (Gernika, 1959) puso fin hoy de manera oficial a sus dos años de mandato al frente del Athletic, en los que ha pasado de aquel "Denok batera" (Todos juntos) que servía de lema en su campaña electoral en 2004, a perder el crédito de la masa social rojiblanca, cuya petición de dimisión ha acabado aceptando.
Lamikiz, socio del Athletic desde 1982, fue elegido presidente del club rojiblanco el 10 de septiembre de 2004 imponiéndose, con 8.234 votos (55,48 por ciento) a Juan Pedro Guzmán (3.852 apoyos) y a José Alberto Pradera (1.817 sufragios).
El abogado vizcaíno sustituía así a Ignacio Ugartetxe, que accedió al cargo tras el fallecimiento de Javier Uría, con quien Lamikiz había medido sus fuerzas, sin éxito, en la confrontación electoral del 1 de junio de 2001 (7.458 votos frente a los 10.402 que obtuvo el malogrado Uría). Antes, durante siete años (1994-2001) formó parte de la Junta Directiva presidida por José María Arrate, para el que pidió la dimisión.
Su lema, cuando llegó al sillón presidencial de Ibaigane fue "Denok batera" (Todo juntos), "para conseguir la unidad de la familia athlética hacia un objetivo común, manteniendo la fuerza de nuestra tradición deportiva, desarrollando una gestión moderna y eficaz, implantando un proyecto de futuro, pleno de ilusión y confianza para todos".
Al principio lo consiguió pese al enorme lastre económico que había heredado de sus predecesores. La bonanza deportiva ayudó a ello. Con Ernesto Valverde en el banquillo, el equipo acabó noveno en la Liga, rozando los puestos que daban acceso a Europa. En UEFA, el conjunto rojiblanco retornaba a Europa seis años después, cayendo eliminado en dieciseisavos de final ante el Austria de Viena, aunque el 1-7 en Lieja --la mayor goleada continental del Athletic-- maquilló la trayectoria europea del equipo. La ansiada Copa estuvo más cerca que nunca, pero la lotería de los penaltis ante el Betis impidió el pase a la final.
La polémica marcha de Valverde, la consiguiente 'huida' de Santi Ezquerro al FC Barcelona y la venta de Asier Del Horno al Chelsea, significaron el principio del declive de la 'magia' de Lamikiz, quien, no obstante, empezaba a lograr devolver al club una estabilidad económica.
La llegada al banquillo de José Luis Mendilibar, una "apuesta personal" de Lamikiz, no dio los frutos deseados, y el presidente se vio forzado a cesarle transcurridas diez jornadas.
Entonces echó mano del único técnico que podía salvar al Athletic del desastre, el siempre polémico Javier Clemente. El 'Rubio de Barakaldo' cumplió con el objetivo, tras una temporada agónica. Pero al inicio de la actual campaña, una 'salida de tono' del ex seleccionador bastó para que Lamikiz y su Junta decidieran cesarle, nombrando en su lugar a un técnico de la casa, joven pero sin experiencia en banquillos de Primera, Félix Sarriugarte.
Buen parte de la masa social reprobó la decisión de cesar a Clemente, lo que unido a la marcha del equipo de un icono como Julen Guerrero, que colgó las botas y pasó a entrenar en la cantera, encendió la llama de la desunión entre presidente y afición, una afición que aún recordaba el error cometido (y asumido en primer persona por Lamikiz) en el 'caso Zubiaurre'.
El mal arranque de la temporada no ayudó al abogado vizcaíno que, tras la derrota en San Mamés ante el Atlético (1-4) fue el blanco de las iras de la grada, que pidió mayoritariamente su dimisión, como ya lo hiciera en el último partido de la campaña anterior.
La Junta Directiva pidió un "periodo de reflexión" en el que, tras analizar largamente la delicada situación institucional, decidió que lo mejor para el Athletic era que Fernando Lamikiz abandonara el sillón presidencial para dejar de ser, ese "elemento de distorsión' en el que se había convertido en los últimos tiempos.