MADRID 7 Ene. (EUROPA PRESS) -
El preparador salmantino Vicente del Bosque dirigió, desde la tranquilidad y su afable carácter al mando de grupos humanos, a la selección española de fútbol hacia la consumación de un hecho histórico, que ningún otro fue capaz de lograr, como ha sido lograr conquistar consecutivamente Eurocopa-Mundial-Eurocopa.
El seleccionador, de 62 años y ligado al Real Madrid como jugador a finales de los 70 y principios de los 80, y como técnico en la época dorada del club a inicios del siglo XXI, afrontó la Eurocopa de Polonia y Ucrania como su segundo gran torneo internacional, después del Mundial disputado en Sudáfrica, y volvió a llevar a 'la Roja' a lo máximo, logrando algo único en la historia del fútbol.
El galardón de 'Entrenador del Año 2012' premia la obra de un técnico que supo cómo sobreponerse a bajas cruciales (Carles Puyol y David Villa), complementar un producto futbolístico majestuoso y al mismo tiempo alimentar el hambre de un grupo que ya había parecido tocar techo dos años antes, pero que acabó dejando una nueva imborrable huella en la memoria colectiva.
La final de la Eurocopa ante Italia, una rotunda exhibición en el día más señalado del año, le valió a España no sólo su tercera Eurocopa (segunda consecutiva) sino el aplauso del mundo del fútbol. Y para Del Bosque significó la contrastación de sus capacidades para gobernar grupos de élite y llevarlos a los objetivos más ambiciosos posibles.
El salmantino, hombre de personalidad serena, amigo de calmar ánimos y nada esperpéntico, ha sabido trasladar todas estas virtudes al grupo, una receta que ya le funcionó en su etapa al frente del Real Madrid, con el que ganó dos Ligas de Campeones (2000 y 2002), y donde supo tratar con un vestuario plagado de estrellas.
Personaje indisolublemente ligado al conjunto blanco, ahora se ha instalado en 'la Roja', a la que llegó en 2008 como relevo de Luis Aragonés y en la que permanecerá hasta el Mundial de Brasil de 2014, con el objetivo de llevar la historia un paso más allá y convertir a la selección española de fútbol en una obra maestra y casi irrepetible.
Su capacidad para aunar sentimientos de agrado en torno a su perfil y habilidad para manejar los entresijos de un vestuario como el del Real Madrid, apagando egos personales para situar por encima al equipo, ya llamaron la atención a la Federación y cuando alcanzó el cargo de director deportivo de la RFEF quien fue su capitán en el equipo blanco durante años, Fernando Hierro, los rumores se convirtieron en realidades.
Del Bosque, un mediocentro de buen trato de balón, pausado y al que muchos acusaban de lento, alcanzó la notoria cifra de 441 partidos oficiales en su paso por el filial blanco, el Córdoba, el Castellón y finalmente el primer equipo del Real Madrid. Internacional en 18 ocasiones, como futbolista ganó cinco títulos de Liga y cuatro Copas del Rey.
Colgó las botas y tomó la dirección de las categorías inferiores del equipo de Chamartín, donde pasó casi veinte años en esa labor, con esporádicas apariciones como entrenador del primer equipo para cubrir las eventuales destituciones de entrenadores en épocas de crisis, como en 1994 tras la marcha de Benito Floro, en 1996 tras la de Jorge Valdano o la definitiva en 1999-2000, como sustituto de John Benjamin Toshack.
A partir de ahí, ganó la 'Octava' y vivió tres años de éxitos, con la 'Novena' (2002), dos Ligas (2001 y 2003), una Intercontinental (2002), una Supercopa de Europa (2002) y otra de España (2001), antes de romper su idilio con el club de su vida tras ganar el título liguero en 2003, porque se le consideraba anticuado para la dimensión que quería alcanzar la entidad.
TRANSICIÓN INTELIGENTE.
Posteriormente, salvo un breve paso por Turquía, estuvo lejos de la actividad profesional, pero siempre en la mente de la RFEF, que le dio finalmente la misión de afrontar una transición de la etapa de Luis Aragonés, que realizó de forma tranquila y sin aspavientos, ejerciendo más de profesor y gestor.
De este modo, siguió confiando en la gran parte del bloque que fue campeón de Europa, introdujo pequeñas modificaciones en el juego del equipo, donde el balón y la posesión continuaron siendo las principales premisas, y, sobre todo, no cerró la puerta a nadie, mirando mucho a las categorías inferiores, amparado en su experiencia en el Real Madrid.
Su habilidad volvió a quedar patente y no le tembló el pulso para la toma de decisiones, como la de dejar fuera del Mundial a uno de los jugadores más importantes del título de 2008, Marcos Senna, para dar cabida a Sergio Busquets o Javi Martínez, lo que siempre ha reconocido ha sido seguramente su decisión "más dolorosa".
Tampoco le perturbó en demasía toda la polémica por los piques entre los internacionales del Real Madrid y el FC Barcelona por el carrusel de 'clásicos' de hace dos temporadas, zanjando rápidamente cualquier problema, sin esconder que existieron "roces", y recordando que la selección estaba por encima de todo y que es el campo donde deben "entenderse", aunque siempre ha dejado claro que todo forma parte de una época pasada.
El otro gran debate al que ha tenido que enfrentarse es al de la lista definitiva, sobre todo con el debate del '9', con la inclusión final de Fernando Torres, al que no llegó a citar para el amistoso ante Colombia, y la elección de Álvaro Negredo en lugar de Roberto Soldado. Todo lo ha solventado sin aspavientos, dejando claro que no toma decisiones a la ligera y que todas ellas acaban dando resultados.
Su apuesta en Polonia y Ucrania por jugar sin nueve nato, o con el 'falso nueve' como también es calificada la variante táctica, no solo salió bien sino que supo mantener la cama tras un titubeante inicio, confiando en una idea que daba aún más cabida a una de las bases del éxito de la 'Roja', el juego con balón ligado al intercambio de posiciones llevado a su máxima expresión.