MADRID, 11 Jul. (EUROPA PRESS) -
El nadador discapacitado Martí Riera, que el pasado 4 de julio cruzó la distancia que separa Menorca de Mallorca, 37 kilómetros, dejó claro este martes que las "las personas discapacitadas pueden llegar lejos y conseguir lo que se propongan".
El menorquín tiene 38 años y hace diez que tuvo una lesión medular que le llevó a estar en una silla de ruedas de por vida. Gracias a la Fundación Grupo SIFU pudo conseguir un reto que era muy importante para él, no tanto por el tiempo; es la persona número 13 que consigue este reto, la primera que lo hace con una discapacidad y el segundo mejor tiempo, 10 horas de nado; sino por la visibilización que intenta que tengan las personas discapacitadas en esta sociedad.
"No me importaba el tiempo, no era tan importante. Estuve entrenando ocho meses y lo que quería era mandar un mensaje, dar ánimos y motivación. Utilizar el deporte y la vida para lograr las cosas", apuntó Riera en rueda de prensa en Madrid, en la que destacó que no pensaba en hacer tan poco tiempo (10 horas), aunque su entrenador le había dicho que en 13 lo conseguiría.
El nadador empezó a interesarse en la natación cuando tuvo el accidente y le pusieron placas en la espalda, le aconsejaron hacer natación para ir recuperándose. "El hecho de nadar es para salir de la silla. Es una manera de desconexión y libertad", puntualizó. También dijo que para conseguir este logro empezó con carreras de 800 metros, luego pasó a los 10 km para finalmente poder afrontar la distancia entre las dos islas. "Fue un entrenamiento progresivo", indicó.
En lo que respecta a la travesía, Riera destacó que sin su equipo nada hubiera sido posible porque "acompañado es mejor". "La primera y última hora y media la tuve que hacer solo, pero el resto del tiempo iba acompañado y cuando estaba cansado o me sentía mal tenía a mis compañeros que me daban palabras de ánimo", narró al respecto del reto que logró.
"Cuando me faltaban 3 kms empecé a sentirme mal y a tener vómitos, pero con agua se me pasó y terminé. Sabía lo que podía pasarme, y me pasaron pocas cosas. Fue duro al principio por los nervios, por mucho que entrenes por la noche estás siempre en lugares seguros, pero esto era a mar abierto y había medusas, corrientes, oleaje", relató el menorquín de la travesía.
Riera afirmó que tenían un planning que consistió en descansar cada serie de 1.500-2.000 metros, cada 30 minutos e ir comiendo lo que fuera necesario, "unos dátiles, un trozo de plátano, agua, todo lo que necesitara".
La motivación que le llevó a superar este reto es "la repercusión que tiene para que la gente lo vea y llegar a cuantos más mejor, hacer muchas cosas y animar a la gente", y añadió que todo fue gracias a la Fundación SIFU.
"Puedes hacer cosas muy buenas, con más coste o no, pero lo puedes hacer. Cuando la gente me dice que le he ayudado, me motiva. Espero que cuando tenga el reportaje terminado ayude", comentó respecto al reportaje que grabaron de todos estos acontecimientos, desde el proceso de recuperación hasta esta travesía y que saldrá a la luz en breve.
Por último, Riera confesó que no tiene pensado "ningún reto grande" y que el único proyecto que tiene en mente a corto plazo es "disfrutar de la vida y ser padre", ya que pronto nacerán sus dos niñas.
El nadador estuvo acompañado por el Vicepresidente de la Fundación SIFU, Albert Campabadal, que fue también uno de los acompañantes que tuvo en el recorrido. Campabadal subrayó que el objetivo más importante de la Fundación es la mayor visibilidad de los discapacitados en la sociedad, y esto lo consiguen gracias a una serie de charlas que se hacen en institutos, universidades y empresas para que se pueda ver el mundo de los discapacitados.
"La vida es así y cada uno de nosotros potenciamos nuestras capacidades, pero también tenemos discapacidades. Es el propio desconocimiento el que hace que si no conoces no sabes de lo que (los discapacitados) son capaces", advirtió.