MADRID, 23 Jul. (EUROPA PRESS) -
Antonio Rebollo, encargado de encender el pebetero en la Ceremonia de Inauguración de los Juegos de Barcelona'92, recordó "la explosión y la gloria" que sintió después del encendido de la llama, un momento en el que no le dio "tiempo a pensar más cosas" que a su objetivo de acertar.
El encendido del pebetero del Estadio Olímpico está considerado como uno de los momentos más icónicos de aquella cita, que este 25 de julio cumplirá su 25 aniversario. Rebollo, por entonces arquero paralímpico y que conseguiría luego una medalla de plata, tuvo la responsabilidad de que la llama olímpica ardiese, con la dificultad de hacerlo a través de un preciso lanzamiento de arco. El pebetero estaba a 70 metros de altura, pero, tras recibir la antorcha del último relevista, el jugador de baloncesto Juan Antonio San Epifanio, 'Epi', el madrileño no falló.
"La concentración te lleva a estar pendiente. Sales, te pones en tu sitio, que no te equivoques. Viene Epi con el fuego y están, pendiente de que todo salga bien. Mentalmente tenía que contar una cantidad de números porque el fuego tenía que tener un momento determinado para que no se apagara. No me daba tiempo a pensar más cosas que eso, que es lo que al final me vino bien para llevarlo acabo sin que mi mente se diluyera en otras cosas", expresó Rebollo a Europa Press.
Después se produjo "la explosión y la gloria". "Empiezas a ver el estadio, las lucecitas, el griterío, me pilló allí. No sé si le di a Epi la mano o un abrazo, es cuando tu mente empieza a darse cuenta de que lo que has hecho es muy importante y te vienen ideas de todo tipo", recordó del momento.
A Rebollo le confirmaron "aproximadamente" dos horas antes que él sería el encargado de hacerlo, ganándole esa 'batalla' a Jean Bozzo. "Seguían teniendo ganas de ponerme en tensión porque parece que lo tenían decidido de antes", indicó.
"En ese momento simplemente tuve la responsabilidad de llevar a cabo el disparo, no debía perder la concentración porque todavía quedaba tiempo para llegar allí y estar plenamente metido en ello para que se llevara a acabo sin ningún problema, como finalmente fue, ni traspiés ni nada", añadió Rebollo.
Para él, los Juegos de Barcelona fueron una "maravilla antes, durante y después. "Pero no Barcelona, en general en España. Todo eso lo he ido viendo durante meses en cualquier ciudad a la que he ido, entonces sí me reconocían y sí me llamaba muchísimo la atención, no es algo que fuera habitual en un deporte que era minoritario", confesó.
"Hoy en día es muy complicado que me reconozcan por la calle porque lógicamente son 25 años y mi fisonomía especialmente, el hecho de que me afeite la cabeza, lo hace más complicado. Pero cuando se hace mención del nombre sí se monta el barullo lógico porque no deja de ser un icono de hace 25 años y de algo que fue muy importante", sentenció Rebollo.