El murciano, llamado a ser heredero del balear, busca la gloria en París sin el 14 veces campeón
MADRID, 27 May. (EUROPA PRESS) -
El tenista español Carlos Alcaraz inicia este lunes un reto especial en Roland Garros, segundo 'Grand Slam' de una temporada que conduce pletórico como número uno del mundo, rival a batir en París para heredar el trono del 14 veces campeón, Rafa Nadal.
El de El Palmar, pese a su condición de número uno del mundo y primer cabeza de serie, no hará su estreno en la Philippe-Chatrier, la Central, sino en la segunda pista, la Suzanne Lenglen donde jugará en el tercer turno, cerca de las 15.00 horas, ante el italiano Flavio Cobolli, un rival que viene clasificado desde la previa y que intentará dar la sorpresa al murciano, que ya sufrió lo indecible en 2022 en su debut ante Albert Ramos.
Este lleva un 2023 bastante positivo pese a no poder empezar la temporada por un problema físico que le apartó de Australia, por lo que en París jugará su primer 'grande' del año y con la esperanza de llegar lo más lejos posible después de que cayese en los cuartos de final ante el alemán Alexander Zverev, al que había arrollado semanas antes en la final de Madrid, en su anterior participación.
Ahora, llega más maduro, sabedor de que en arcilla roja todo se puede igualar y con un cuadro hasta la final con complejidad y con el serbio Novak Djokovic como posible previo paso a la final. De momento, ha ganado dos Masters 1.000 (Indian Wells y Madrid) y en Barcelona y Buenos Aires, además de jugar al menos semifinales en el resto de torneos, salvo en Roma, donde se despidió en tercera ronda contra todo pronóstico y, quizá, con la cabeza más puesta en París.
Alcaraz es la principal baza para relevar al 'rey' de París, Rafa Nadal. Las comparaciones son odiosas, dice el dicho, y al murciano no le gusta la suya con el balear. Sin embargo, desde España y, más aún, desde fuera, el comentario es inevitable al ver que tras Nadal, leyenda del tenis que planea retirarse en 2024, viene otro español con el mismo carácter, mentalidad y calidad.
Alcaraz es ya una realidad, revelación el año pasado con cinco títulos --US Open y dos Masters 1.000 incluidos--, pero casi dos décadas de éxitos son palabras mayores. Nadal anunció el pasado 18 de mayo su ausencia en Roland Garros por primera vez en 19 años, incapaz de recuperar la lesión sufrida en enero en Australia.
La bomba no vino sola, porque el de Manacor desveló su intención de utilizar el tiempo necesario para tratar de despedir su carrera en las pistas durante 2024. A sus casi 37 años, con una lista cada vez más amplia de contratiempos físicos, Nadal empieza a aceptar que el cuerpo le va pidiendo parar, y que no se recupera como antes.
El campeón de 22 'grandes' se convirtió en rey de la tierra en París, con 14 títulos; el último, el año pasado, cuando jugó el torneo con el pie dormido por inyecciones. Nadal tiene una estatua de tres metros en el Jardín de Los Mosqueteros porque ha ganado 112 partidos en el Abierto de Francia y su intención es volver.
El murciano volvió al número uno del mundo a pesar de que vio frenada su racha, pero el 'fenómeno Alcaraz' parece imparable. El pupilo de Juan Carlos Ferrero ha evolucionado en tiempo récord, desde una gran base cuando de adolescente y sin haber ganado nada ya se le atribuía algo de Nadal por su forma de ser y competir.
Aunque la amenaza mayor sigue siendo española, sin Nadal, podría decirse que es el cuadro más abierto desde que el 'rey de la tierra' comenzó su reinado en 2005. El trono está vacío y Novak Djokovic, autor de dos de las tres derrotas del español en 115 partidos, puede hacerse con él y, además, ganar su 23º 'grande'.
El de Belgrado, que igualó a Nadal en Melbourne, también debuta este lunes ante el estadounidense Aleksandar Kovacevic y parece decidido a seguir su carrera en solitario, después de la retirada el año pasado de Roger Federer y el fin más cerca del balear. Con todo, el serbio tendrá que encontrar su juego sobre tierra, lo cual no logró ni en Montecarlo, Bosnia y, más recientemente, en Roma. Además, no estuvo en Madrid por el problema recurrente del codo.