15 años del épico primer 'grande' del español en Londres
MADRID, 6 Jul. (EUROPA PRESS) -
El deporte y el tenis en particular celebran este viernes 6 de julio el decimoquinto aniversario de un partido único, la final de Wimbledon de 2008 que coronó por primera vez al tenista español Rafa Nadal en la hierba londinense, tras más de siete horas de tensión ante el suizo Roger Federer, una rivalidad convertida en clásico hasta moldear a los dos mejores tenistas de la historia.
"Lo intenté todo", fueron las primeras --y muy significativas-- palabras de Federer, sobre la pista en penumbra de la Central del tercer 'grande' de cada temporada, después de perder ahí (6-4, 6-4, 6-7(5), 6-7(8), 9-7) su primer partido en seis años. Nadal fue una roca, lo que exigía el guión, mientras que el suizo sobrevivió a una desventaja de dos sets en contra y a dos 'tie-breaks', hasta la cuarta bola de torneo que tuvo el español, ya en el quinto set.
'El partido del siglo', como se definió a aquella final, duró casi cinco horas, pero comenzó con retraso y tuvo dos parones, también por la lluvia, y terminó con un Federer que buscaba su sexto Wimbledon seguido, mejorando los cinco que también había logrado Borg. Sin apenas luz, bordeando el aplazamiento, Nadal se desquitó ese día de las dos finales perdidas contra el de Basilea y logró colonizar nuevos dominios del 'Grand Slam' más allá de París.
Sí, hace 10 años, Nadal era ya rey de la tierra, pero el suizo era el rey del tenis, dominador del circuito ante el acecho del español. El mayor golpe de Nadal llegaba en Roland Garros, donde le ganó tres finales, de 2006 a 2008, y Federer se la devolvía un mes después en Londres, hasta aquel 6 de julio de hace 10 años. Poco después de estrenarse en el All England, Nadal alcanzaría el número uno del mundo, en manos del suizo desde 2004.
Se fraguó entonces un clásico, aún vigente por la segunda juventud que ambos viven, al que Nadal comenzaba a tomar la medida. Aquel 2008 le ganó cuatro finales y en la previa a la de Wimbledon, solo se hablaba del 6-1, 6-3, 6-0 que le había endosado semanas antes en la del Abierto francés. Federer descubría a su bestia negra, en un punto de inflexión histórico, y Nadal vislumbraba su capacidad para estar entre los mejores de este deporte.
Tras 65 victorias seguidas sobre hierba, un 1/13 en bolas de 'break' confirmaba una herida en la coraza de Federer, quien miraba por aquel entonces a los 14 'grandes' de Sampras. A ellos le impidió llegar el propio Nadal en Australia 2009, final del famoso llanto desquiciado del suizo. El balear se había curtido con su primer Wimbledon, en una lección de perseverancia, aunque vayas dos sets arriba o tengas dos puntos de campeonato en el cuarto parcial.
El balear, que había ganado en Queen's como perfecta adaptación después de París, mantuvo la directa de su momento dulce. Dos sets perfectos para empezar, sin importarle el escenario, el viento o el rival, en los que sirvió siempre contra el revés de Federer y golpeó también impidiendo que el suizo jugara con su derecha. Nadal seguía su plan, mientras Federer clamaba al cielo.
Y es que no se permitía regalos el español, ni una bola en mitad de pista que 'enchufara' al suizo. No se inmutaba, ni celebraba un punto más de la cuenta, ni lamentaba la respuesta rival. Parecía saber que la final iba a ser larga, a lo que ayudó la lluvia con 4-5 para el suizo en el tercer set. Ambos de hielo, volvieron al césped como si nada: festival de golpes y nivel en aumento.
REMONTA FEDERER PERO REMATA NADAL
El suizo logró mandar el set a la 'muerte súbita', donde su saque marcaría diferencias. Más al límite si cabe le llevaría Nadal en el cuarto acto, con el 'Roger, Roger' en la grada y el español a lo suyo, hasta otro 'tie-break' en el que puso un 2-5, a dos puntos y con su saque de vengarse de las finales de 2006 y 2007. Federer tragó saliva por momentos, hasta enfrentarse a dos bolas de torneo.
Un 'ace' sin pestañear y un revés paralelo para devolver a Nadal otro en carrera anterior fueron el remedio del suizo, que encontró su derecha después para forzar el quinto set. La cara de Toni Nadal en un palco compartido con el equipo y familia de Federer era un poema. En la pista, el balear parecía tranquilo, pero antes que nadie, la que irrumpió de nuevo fue la lluvia, con 2-2 y 40-40.
Otra media hora larga de parón, pero ni un momento de duda en la cabeza del español, para comenzar a escuchar también el 'Rafa, Rafa', con un fuerte "sí" en el 5-5. El escapismo de Federer con su saque y volea le libró de dos bolas de 'break'. Pero la insistencia del español, por primera vez buscando subir a la red, machacó la confianza del suizo en el 7-7 con otro puntazo que celebró por primera vez, con ese puño y rodilla arriba aún vigente.
Llegó después el 'break' y la conquista del doblete de París y Londres que no se veía desde Borg en 1980. Nadal rompió moldes y la casi férrea tradición del All England también en la celebración, escalando por los palcos para saludar a su equipo y familia y después a los entonces Príncipes de Asturias, como segundo campeón masculino español, 42 años después de Manolo Santana, y tercero en total tras el éxito de Conchita Martínez en 1994. La lluvia de flashes confirmaba la noche cerrada en Londres, tras la final más larga del torneo, la que reescribió lo difícil o lo imposible sobre una pista de tenis.