EDIZIONES, 9 oct.
Con la llegada del otoño y las bajas temperaturas, los osos negros y pardos se preparan para cobijarse en cuevas donde pasarán toda su hibernación. Antes de que este momento llegue, los animales deben acumular alimentos ricos en grasas, tantos como puedan, para lograr sobrevivir a las bajas temperaturas del invierno durante su letargo.
En el Parque Nacional Katmai, situado en el suroeste de Alaska, cuentan con una generosa reserva de osos pardos que durante el mes de octubre lucen, sin complejos, todo el peso que han logrado coger para la hibernación. Este año, la protagonista de las redes sociales ha sido una osa parda y su increíble transformación física:
"En temporada alta, los osos pardos pueden llegar a ganar hasta cuatro libras de peso al día (1,8 kilos). La 'osa 409' no parece que haya tenido problemas con ello. (Sí, es la misma osa, estamos flipando)", dice el tuit que se hizo viral.
El tipo transcurrido entre una imagen y otra es de tres meses: del 29 de junio al 30 de septiembre de este año, justo durante el verano. La osa 409 es una de las que mejor ha llevado esto de engordar para el invierno, y ha hecho bien, pues luego perderá un tercio de su peso durante la hibernación.
Fisiológicamente, la hibernación de los osos consiste en un estado de dormición o letargia invernal que hace descender el ritmo cardiaco de 40/50 hasta 10 pulsaciones por minuto, unas cifras que supondrían un estado crítico para el ser humano pero que para estos animales es completamente normal. A la bajada del ritmo cardiaco se suma un descenso del ritmo respiratorio y de temperatura. El oso deja de comer, beber, defecar y orinar y mantienen todas sus constantes en funcionamiento gracias a la energía que obtiene de la reserva de grasas acumuladas.