EDIZIONES, 10 ene.
La rutina de cada mañana de las mujeres trabajadoras del siglo XVIII se podría parecer a la que muchas tenemos al despertarnos. Levantarnos temprano, lavarnos la cara y vestirnos. Sin embargo, existen pequeñas grandes diferencias que han hecho de este curioso vídeo uno de los más virales en YouTube en los últimos días.
La productora Crows Eye Productions es quien está detrás de este trabajo. El equipo ya había trabajado en un formato similar para el Museo Nacional de Liverpool, elaborando un vídeo sobre cómo se vestía una mujer de alta cuna en el siglo XVIII. El vídeo tuvo más de 3 millones de visualizaciones y, en vistas del éxito, decidieron lanzar este otro que también va por el mismo camino.
En este vídeo se ofrece una visión realista del pasado con todos y cada uno de los pasos que seguían las mujeres para vestirse para ir a trabajar en el siglo XVIII.
En el siglo XVIII el papel de la mujer trabajadora se relegaba a ámbitos "compatibles con el decoro y la fuerza de su sexo": criar a los hijos, atender el hogar, llevar la economía doméstica, hilar y dirigir a los criados. Aunque también desempeñaban un papel importante en el sector agrícola.
En las sociedades precapitalistas, las mujeres jugaban un papel importante como fuerza de trabajo agrícola, existía una unidad económica familiar campesina en cuanto el hombre y la mujer realizaban un trabajo agrario similar. Con la consolidación del capitalismo, el desarrollo de la sociedad liberal y la transición a la economía de mercado, esa estructura de unidad económica familiar campesina propició una división sexual del trabajo, asignando unas funciones, unos espacios y unos trabajos dependiendo del sexo.
Esto supuso una infravaloración del trabajo femenino, hasta el punto de que, a pesar de que eran ellas las que tradicionalmente trabajaban en la manufactura del lino, se llegó a prescindir de sus servicios con la aparición de hiladoras mecánicas, un trabajo calificado y reservado a los hombres. Las mujeres siguieron desempeñando en el oficio, pero utilizando únicamente ruecas antiguas.
Fue en el siglo XVIII cuando se remontan los orígenes del sufragio, cuando en 1789, la francesa Olympe de Gouges hizo pública una declaración de los derechos femeninos, en la que exigía para la mujer el derecho al sufragio activo y pasivo. Tres años más tarde de aquello, en Inglaterra, otra mujer, Mary Wollstonecraft publicó "Defensa de los derechos de la mujer", un texto claro y contundente que defendía el derecho de la mujer a la educación, la cultura y la igualdad profesional con el hombre.