EDIZIONES, 20 dic.
¿De dónde vienen realmente los regalos? ¿Por qué a mi amigo Pedro le traen regalos Papá Noel y los Reyes Magos y a mi sólo los Reyes? ¿Por dónde entra Papá Noel si no hay chimenea en nuestro edificio? ¿Por qué los Reyes Magos del centro comercial del otro día no se parecen a los de este otro día?
En la vida de toda persona, de todo niño, tarde o temprano llega el momento en que constatamos que Papá Noel, Santa Claus o los Reyes Magos no existen. Ese momento es duro para los niños, pero también lo es para los padres, que se ven en la tesitura de hablar sobre un asunto realmente complicado.
Leslie Rush, una profesora de historia de secundaria en El Paso, Texas, compartió su enfoque sobre ese delicado tema hace unos años cuando sus hijos comenzaron a cuestionar la existencia de Santa Claus.
"En nuestra familia tenemos una manera especial de hacer que los niños pasen de recibir de Santa a convertirse en el propio Santa Claus", explica esta madre. "De esta manera, todo lo relacionado con Santa no es una mentira que se descubre, sino una serie de buenas acciones y espíritu navideño".
A continuación, Leslie escribió su propia historia, que cada año por estas fechas se vuelve a convertir en un viral en las redes sociales de muchos padres.
El escrito dice así:
Cuando cumplen 6 ó 7 años, cada vez que veas que esa sospecha de que Santa no existe va incrementándose significa que el niño está listo.
Llegado el momento, los invito a tomarnos algo en una cafetería y acto seguido inicio mi discurso:
"Seguro que has crecido muchísimo este último año. No solo eres más alto, sino que también veo que tu corazón ha crecido mucho [aquí hay que señalar 2-3 ejemplos de comportamiento empático, de consideración con otras personas, buenas obras, etc.]. De hecho, tu corazón ha crecido tanto que creo que estás listo para convertirte en un Santa Claus.
Probablemente te hayas dado cuenta de que la mayoría de Santas que ves son personas disfrazadas de él. Algunos de tus amigos incluso te pueden haber dicho que Santa Claus no existe. Muchos niños piensan eso porque aún no están listos pasa ser un Santa, pero tú lo estás.
Cuéntame, qué sería lo mejor de ser Santa. ¿Qué beneficios obtiene él de todo lo que hace? [Guíe al niño desde las galletas y la leche que se bebé después de cada reparto hasta el hecho de sentirse bien por hacer algo por alguien]. ¡Bien!, ahora estás listo para hacer tu primer trabajo como Santa Claus.
[Debemos asegurarnos de mantener en todo momento de la conversación el tono conspiratorio adecuado].
Después, haremos que el niño elija a alguien conocido, un vecino, por ejemplo, y le encargaremos la misión de descubrir secretamente, de manera sigilosa, algo que crea que esa persona necesita para, después, conseguirla, envolverla para regalo y entregársela sin que sepa de dónde vino. Ser un Santa Claus no se trata de obtener reconocimiento, ¿sabes? Es una donación desinteresada".
En este punto, la mujer cuenta su primera experiencia con su hijo mayor.
"Mi hijo mayor eligió a la "bruja de la esquina". Ella realmente era horrible, tenía una valla alrededor de su casa y jamás dejaba que los niños entraran y cogieran una pelota o un Frisbee. Lo único que hacía era gritarles y decirles que jugaran más tranquilos. Cuando íbamos para el colegio se dio cuenta de que todas las mañanas salía a coger el periódico descalza, así que pensó que lo que necesitaba eran zapatillas. Su misión era espiar y averiguar cuán grandes eran sus pies. Así que se escondió en los arbustos un sábado y decidió que eran una talla mediana. Fuimos a una tienda y le compramos unas zapatillas. Él mismo las envolvió y puso en una nota: "Feliz Navidad, de Santa Claus". Una noche, después de cenar, se coló por la valla y dejó el regalo debajo de la entrada de su casa. A la mañana siguiente, la vimos caminar de un lado para otro para coger el periódico, recoger el regalo y entrar. Mi hijo estaba emocionado y no podía esperar a ver qué pasaría después. Al día siguiente, de camino al colegio, allí estaba ella sacando el periódico y usando sus zapatillas. Estaba tan extasiado que tuve que recordarle que NADIE podría saber lo que hizo, o si no no sería un Santa Claus.
Con el paso de los años, eligió una buena cantidad de nuevos objetivos a los que regalar. Un año, arregló su bicicleta, le puso un nuevo sillín y se la dio a una de las hijas de nuestro amigo. Estas personas eran y son muy pobres. Le preguntamos al padre si le parecía bien y la expresión de su cara al ver la bicicleta en el patio de su casa con un gran lazo fue casi tan buena como la expresión de mi hijo.
Cuando llegó el momento de que mi segundo hijo se uniera a las filas, apareció mi hijo mayor y me ayudó con el discurso inicial. Por cierto, ambos son excelentes regalando y nunca llegaron a pensar que les había mentido porque estaban metidos en el secreto de SER Santa.