DESCONECTA, 02 Abr.
La memoria de Elisabeth Kalhammer sobre aquella época, se ha mantenido intacta todos estos años. Curiosidades y detalles guardados, celosamente, hasta ahora. Elisabeth, a sus 89 años, ha concedido una entrevista en exclusiva al diario austriaco Salzburger Nachrichten donde relata el periodo de vida que pasó sirviendo al dictador alemán Adolf Hitler.
Las peculiaridades de la vida cotidiana del dictador eran muy conocidas entre las sirvientas y el personal que más contacto tenía con el Führer. Así pues, Elisabeth conocía de primera mano el problema de bazo que padecía "su amable jefe", lo que le obligaba a seguir una estricta dieta y beber agua tibia.
A pesar de ello, la anciana cuenta como cada noche, se levantaba a hurtadillas para festejarse atracones de cualquier dulce que encontraba en la cocina. Hitler no podía evitar las galletas de chocolate y los bollos de crema. "Amaba todas las cosas dulces", cuenta la ex sirvienta.
Pero, su manjar más preciado era lo que llamaban la 'Führer Cake' - un pastel de manzana con nueces y pasas, que tenía que hornearse cada día y que se dejaba a la vista, a conciencia, para que Hitler, como un chiquillo travieso, asaltase la cocina mientras el resto de la familia dormía.
Lo de madrugar no iba con el dictador, ya que rara vez se levantaba antes de las 14:00 horas, cuenta Elisabeth. Además, era un gran obsesionado del cine y contaba con una sala privada de proyección en Berghof, su residencia de Obersalzberg.
Una anécdota que cuenta la anciana, es que a las doncellas se les permitió utilizar esta sala de cine cuando se emitió la película propagandística protagonizada por la actriz Marika Roekk, una de las estrellas favoritas del régimen nazi.
Los comienzos de Elisabeth Kalhammer
En 1943, Elisabeth, se inscribió en un anuncio publicado en una agencia alemana de empleo que solicitaba sirvienta para trabajar en la región de Obersalzberg. Ella no sabía que trabajaría para Hitler, y a pesar de que su madre le dijo que no aceptase el trabajo, la joven Elisabeth sintió que no podía rechazarlo ya que su familia se encontraba en una difícil situación monetaria.
Al principio, se sintió abrumada, aseguró Kalhammer durante la entrevista. Entró en Berghof, y "la casa estaba llena de invitados y el Führer estaba de repente allí", dijo. Enseguida se dio cuenta de que en su posición sólo "se le permitía pensar, pero no hablar".
Las condiciones del contrato contaban con una cláusula de estricta confidencialidad por la que cualquier persona que revelase algún detalle sobre lo que en Berghof pasase, se enfrentaría a un castigo estricto.
Elisabeth nunca habló directamente con Hitler, sin embargo, era una de las 22 chicas del servicio, dirigidas por Eva Braun, que se encargaba de ordenar la habitación del Führer. También lavaba, cosía y planchaba la ropa, hacía la limpieza, y era la encargada de preparar el té, que a Hitler le gustaba tomar en su taza de porcelana de Nymphenburg.
El día que se le rompió una taza, fue castigada con la pérdida de varios de sus días de descanso. A pesar de ello, Elisabeth cuenta en la entrevista que Eva Braun siempre fue buena con ella. "Se comportaba como la señora de la casa, aunque ella no estuviera casada".
Elisabeth trabajó en Berghof hasta casi el final de la guerra, cuando fueron evacuados por un ataque aéreo de los Aliados.
Cargando el vídeo....