DESCONECTA, 06 Mar.
Uno de los grandes retos que tienen las marcas es conseguir que el nombre que les representa se identifique no sólo visual, sino también fonéticamente, para diferenciarse de la competencia. Esta última, aunque menos importante que la primera, suele presentar mayor problema a la hora de identificar la marca, según en qué países.
En España, tendemos a 'nacionalizar' - más bien 'españolizar' - cada marca extranjera que conozcamos. Así pues, decimos 'Gugel' para referirnos al principal buscador de Internet o 'equis box' para hacerlo con la consola de última generación.
En muchos casos, las propias marcas son las que adaptan o cambian su nombre de identidad, en función del país en el que tenga presencia, por cuestiones de marketing o de intereses. En otras, la tendencia del ser humano de comunicarse tratando de comprenderse haciendo el mínimo esfuerzo posible (principio de economía lingüística) es lo que termina ganando la batalla a los esfuerzos del departamento de marketing de las empresas.
Enseñar a pronunciar al público el nombre de la marca es algo que supieron hacer muy bien los de Schweppes, cuando presentaron, en España, la tónica de nombre impronunciable, a través de las históricas campañas del hombre de la tónica, que a día de hoy se siguen recordando.
El equipo de Cloudbuster Studio es la fuente de esta genial idea de enseñar a los consumidores cómo pronunciar bien las marcas más reconocidas internacionalmente. Para ello, modificó la grafía de las mismas para representarlas de forma correcta, fonéticamente hablando.