EDIZIONES, 16 abr.
Durante la visita del Papa Francisco a la parroquia de San Pablo de la Cruz, en la periferia de Roma, tuvo lugar una tertulia entre el Pontífice y los feligreses en la que la intervención de un niño de unos diez años y voz quebrada por el llanto llamó la atención.
Emanuele, que así se llamaba el niño, quería saber si su padre, que era ateo y falleció hacía poco, estaba o no en el Cielo. Se lo dijo a Francisco al oído, alentado por el propio Papa, mientras éste le consolaba con un abrazo. Emanuele le contó que, aunque no era creyente, se había encargado de bautizar a todos sus cuatro hijos.
Posteriormente, el Pontífice le pidió permiso para compartir su inquietud con el resto de los presentes, trasladando la siguiente pregunta en voz alta: "¿Dios abandona a sus hijos cuando son buenos?"A lo que respondieron al unísono: "No".
"Bueno, Emanuele, esta es la respuesta", dijo Francisco dirigiéndose al pequeño. "Dios seguramente estaba orgulloso de tu papá, porque es más fácil que siendo creyente se bautice a los hijos que siendo no creyente bautizarlos. Y seguramente esto a Dios le ha gustado mucho", añadió.
"Qué bonito que un hijo diga que su papá era bueno. Un bonito testimonio de aquel hombre para que sus hijos puedan decir de él que era un hombre bueno. Si ese hombre ha sido capaz de tener hijos así, es verdad que era un gran hombre", explicó.
Para concluir, Francisco se dirigió a Emanuele animándole a rezar por su padre: "Habla con tu papá, reza a tu papá. Gracias, Emanuele, por tu valentía". Y al resto de su audiencia aclarando otra de las dudas planteadas al respecto: "Todos somos hijos de Dios, incluso los que son de otras religiones lejanas. Incluso los mafiosos, aunque estos prefieran comportarse como hijos del diablo".