MADRID, 3 Abr. (EUROPA PRESS) -
El diseño de la política fiscal por parte de los gobiernos puede ayudar a los bancos centrales en su lucha contra la inflación y, por tanto, limitar así la necesidad de subir los tipos de interés, al tiempo que se protege mejor a los colectivos más vulnerables, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Cuando los bancos centrales actúan solos, sin el apoyo de la política fiscal, necesitan aumentar sustancialmente las tasas de interés para combatir la inflación", señala en un artículo el director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, Vitor Gaspar, quien apunta que el ajuste fiscal "permite aumentar menos las tasas de interés para contener la inflación".
De este modo, la institución internacional sostiene que, si bien la política monetaria "está en el asiento del conductor en la batalla contra la inflación", la política fiscal puede ayudar con el diseño de un ajuste fiscal bien dirigido a respaldar al banco central en la búsqueda de la estabilidad de precios, mientras que se protege a los vulnerables de la crisis por el aumento del coste de vida.
Las finanzas públicas importan para la inflación a través de su impacto en la demanda agregada y también contribuyen al objetivo de estabilidad de precios si se alinean con la política monetaria, aportando credibilidad al marco macroeconómico general.
"Por lo tanto, al controlar el gasto, los gobiernos pueden ayudar a la política monetaria a frenar la inflación a costes más bajos para la economía en general", señala el Fondo.
En este sentido, el FMI considera que un ajuste fiscal dirigido, que implica decisiones políticas difíciles sobre qué partidas presupuestarias recortar y cuáles proteger o ampliar, puede reducir la inflación a un menor coste para el consumo agregado y la desigualdad de ingresos, al tiempo que protege a las familias de bajos ingresos.
Sin embargo, Gaspar y su equipo advierten de que, para salvaguardar a los pobres, que se benefician más de los servicios públicos, "los aumentos de impuestos o los recortes en gastos de menor prioridad deben combinarse con transferencias más grandes".
"Esta estrategia da como resultado, por diseño, que no disminuya el consumo de los pobres, así como también una menor disminución del consumo general", señala.