El Banco Mundial prevé un crecimiento del 3,7% en América Latina y el Caribe en 2021

Una fábrica de Jiutepec, en el estado sureño de Morelos, en la que se fabrica de manera masiva mascarillas.
Una fábrica de Jiutepec, en el estado sureño de Morelos, en la que se fabrica de manera masiva mascarillas. - CARLOS TISCHLER / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO
Publicado: martes, 5 enero 2021 18:16


MADRID, 5 Ene. (EUROPA PRESS) -

El Banco Mundial ha estimado un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 3,7% en América Latina y el Caribe en 2021, tras una caída del 6,9% en 2020, la mayor contracción de los mercados emergentes y de las regiones desarrolladas, según el informe de perspectivas económicas globales publicado este martes.

La nueva perspectiva para el continente en 2021 se enmarca en unas restricciones sanitarias más laxas, la distribución de vacunas, el crecimiento de los precios del crudo y las mejores condiciones externas. A su vez, las perspectivas proyectan que la recuperación en 2021 no será suficiente para volver a los niveles prepandemia.

La institución señala que, pese al retorno al crecimiento a corto plazo, los impactos económicos de la pandemia persistirán, de manera que las proyecciones para el PIB en 2022 sean un 7% inferiores a los niveles proyectados en enero de 2020. Asimismo, se espera que el PIB per cápita retroceda un 7,8%, a los niveles de hace entre cinco y nueve años en la mitad de las economías latinoamericanas.

Las proyecciones para 2022 apuntan a un crecimiento más moderado del 2,8%, a medida que el impulso de los factores mencionados se reduce. En 2022, la previsión es de un avance del 2,3%. Sin embargo, la institución ha advertido de que las previsiones están sujetas a un alto nivel de incertidumbre, en un escenario en el que las fases de vacunación se alargarán hasta la segunda mitad del año.

En Brasil, la proyección de 2021 adelanta un repunte del 3% y del 2,6% en 2022, en un marco donde la recuperación del consumo privado y la inversión en la segunda mitad de 2020 se espera que continúe en 2021, apoyada por una mejora en la confianza y unas buenas condiciones crediticias. El crecimiento, al igual que en el resto de la región, será insuficiente para recuperar lo perdido en 2020.

La economía argentina proyecta un incremento del 4,9% en 2021, lo que podría suponer el primer crecimiento del PIB en cuatro años. La disminución de las medidas para contener la pandemia y los acuerdos de reestructuración de deuda alcanzados en 2020 supondrán un apoyo al consumo privado y a la inversión. Para 2022, la previsión es de una subida del 1,9%.

En Colombia, el Banco Mundial proyecta una progresión del 4,9% en 2021 y del 4,3% en 2022, debido al crecimiento de los precios del crudo y sus efectos sobre el sector energético.

La actividad en Chile apunta a un avance del 4,2% en 2021, mientras que en Perú el crecimiento sería del 7,6%. En América Central, la región subiría un 3,6% en 2021 y en El Caribe la economía repuntaría un 4,5%.

Para el Banco Mundial, los riesgos para las perspectivas para América Latina y el Caribe están asociados al control de la pandemia, principalmente, así como a las negociaciones para la financiación externa y las reestructuraciones de deuda.

Otros riesgos que podrían mermar el crecimiento económico de la región podrían ser el resurgimiento de los disturbios sociales, un impacto económico de la pandemia más profundo de lo previsto a medio plazo y otras disrupciones asociadas al cambio climático y los desastres naturales.

Con respecto a la deuda pública de la región, el organismo señala que ante el escenario de la pandemia aumentó de manera drástica, desde el 53% del PIB en 2019 hasta el 69% de 2020, lo que ha provocado unas peores notas crediticias en varios soberanos y una merma en la solvencia de los mismos.

Así, el Banco Mundial advierte de que las autoridades deberán priorizar cuidadosamente el gasto mientras se eliminan las medidas temporales de los ingresos de emergencia diseñados en 2020. A su vez, la fuerte depreciación de la moneda o nuevas rebajas crediticias podrían hacer que el desafío de la deuda sea significativamente mayor, con un efecto posible de estrés hacia los sistemas bancarios nacionales.

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