El vicepresidente del BCE sugiere una subida de tipos superior al cuarto de punto en septiembre si la inflación continúa en niveles elevados
MADRID, 6 Jul. (EUROPA PRESS) -
El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha afirmado este miércoles que el corte del gas ruso a Alemania podría llevar al país germano a una recesión y esto, a su vez, podría "arrastrar" al conjunto de la eurozona.
En declaraciones a la cadena Cope recogidas por Europa Press, Guindos ha subrayado, no obstante, que el BCE no maneja en su escenario central la entrada de la economía europea en una recesión (varios trimestres de crecimiento negativo), aunque sí una "desaceleración económica importante" que, combinada con una elevada inflación, anticipa un escenario "muy complejo" para los próximos meses.
"Los próximos meses van a ser muy complejos para la economía europea y mundial por la convivencia de inflaciones altas con señalas claras de desaceleración económica, que ya están aquí. Ya hemos empezado a ver que el consumo de las familias en Europa se esta resintiendo y a eso hay que sumarle la incertidumbre de la guerra, que está parando muchos proyectos de inversión", ha indicado.
El vicepresidente del BCE ha afirmado que la guerra en Ucrania afecta más a Europa que a Estados Unidos, país que se estima que vivirá una recesión corta antes de volver al crecimiento. "Lo que haga la Reserva Federal es importante y lo que haga Estados Unidos es importante. Hay gente que le da una posibilidad importante a que Estados Unidos tenga una recesión corta. Y después volverá a remontar", ha reseñado.
El exministro ha subrayado que Alemania está vigilando continuamente el suministro de gas procedente de Rusia porque ello puede tener un impacto "notable" sobre su economía. "Puede parar gran parte de la industria alemana, puede llevarles a una recesión y una recesión en Alemania puede arrastrar al conjunto de la eurozona", ha explicado Guindos, que ha abogado por buscar alternativas energéticas en Europa para no depender de Rusia.
Se trata, en suma, de un contexto "muy complicado", ha dicho Guindos, en el que la política del BCE tiene que centrarse en la estabilidad de precios para llegar a su objetivo de una inflación del 2%.
SUBIDA DE TIPOS EN JULIO Y SEPTIEMBRE
Para ello, se ha empezado ya a normalizar la política monetaria, con una subida de tipos de interés ya anunciada de 25 puntos básicos el próximo 21 de julio y otra en septiembre que, según Guindos, "puede ser superior" a ese cuarto de punto si la situación de la inflación continúa como hasta ahora.
"Es una normalización de la política monetaria que se ajusta a la elevada inflación en la eurozona, que está claramente por encima del 8%, y que ya no es producida sólo por alimentos y energía, sino que tiene una base mucho más amplia", ha precisado.
Guindos ha reconocido que subir los tipos para controlar la inflación es una "medicina amarga", pues contribuye a moderar la demanda y el consumo, lo que a su vez tiene efectos negativos sobre el crecimiento económico. Pero ha insistido en que el control de precios exige subir tipos, aunque con cuidado, para no provocar el efecto indeseado de una recesión.
"La inflación es un mal absoluto. Gran parte del potencial riesgo de recesión se está produciendo como consecuencia de la inflación. Hay que tomar esta medicina, que no es fácil de tragar, para que la economía se sanee y podamos volver a la normalidad. Hay que hacerlo con mucho cuidado, porque tienes que producir una desaceleración de la demanda sin producir una recesión. Es una medicina amarga, pero no hay alternativa", ha defendido.
Sobre la depreciación del euro frente al dólar, el vicepresidente del BCE ha recordado que no forma parte de la política monetaria actuar en ese campo y ha explicado que un euro depreciado eleva, por un lado, los costes de las importaciones, incluida la energía, pero, por otro, abarata las ventas al exterior.
PLANES DE ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA
Guindos ha señalado que, durante los años de pandemia, se ha tenido "prácticamente barra libre en política fiscal" y ha destacado la necesidad de que los países europeos establezcan planes de estabilidad presupuestaria.
"Eso, sin duda, más pronto que tarde va a llegar. Ni la Comisión Europea ni nosotros miramos el signo de los gobiernos. Creo que la Comisión se va a fijar en la estabilidad de los presupuestos y eso va a ser muy distinto a lo que sucedió en 2020, 2021 y 2022", ha apuntado.
En ese contexto, y como parte de la normalización de la política monetaria, el BCE ya está dejando de comprar deuda de otros países. "El BCE estaba comprando la totalidad de las emisiones de deuda y eso no va a durar. Los países tienen que hacer sus deberes y tienen que empezar a poner de manifiesto que esa deuda se puede colocar a tipos razonables", ha indicado.