NUEVA YORK, March 7, 2011 /PRNewswire/ -- Acerca de la autora: Michelle Bachelet es la primera Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, la organización de la ONU formada recientemente y dedicada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Michelle Bachelet es ex Presidenta de Chile.
Cien años atrás, las mujeres de todo el mundo dieron un paso histórico en el largo camino hacia la igualdad. El primer Día Internacional de la Mujer se convocó para llamar la atención acerca de las condiciones de trabajo inaceptables y a menudo peligrosas que tantas mujeres enfrentaban en el mundo. Aunque la ocasión fue conmemorada en tan sólo un puñado de países, ésta condujo a más de un millón de mujeres a las calles, donde exigieron no sólo mejores condiciones laborales, sino también el derecho a votar, a ocupar cargos y a disfrutar de igualdad de condiciones con los hombres.
Tengo la sospecha de que esas valientes pioneras mirarían al mundo de hoy con una mezcla de orgullo y desilusión. Se han dado progresos notables, ya que en el siglo pasado tuvo lugar una ampliación sin precedentes de los derechos jurídicos de las mujeres. Ciertamente, se puede afirmar que el avance de los derechos de las mujeres es una de las revoluciones sociales más profundas que se hayan visto en el mundo.
Cien años atrás, sólo en dos países las mujeres podían votar. Hoy, ese derecho es prácticamente universal y las mujeres ahora son elegidas para conducir gobiernos en cada uno de los continentes. Las mujeres, además, ocupan cargos directivos en profesiones que antes estaban prohibidas para ellas. Mucho más recientemente que un siglo atrás, la policía, los tribunales y los vecinos todavía consideraban que la violencia en el hogar era un asunto meramente privado. Actualmente dos tercios de los países cuentan con leyes específicas que penalizan la violencia doméstica, mientras que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ahora reconoce al empleo de la violencia sexual como una táctica de guerra deliberada.
Sin embargo, pese a los progresos alcanzados en el último siglo, las esperanzas de igualdad expresadas en ese primer Día Internacional de la Mujer están lejos de verse realizadas. Casi dos de cada tres personas adultas analfabetas son mujeres. Las niñas todavía tienen menos probabilidades de ir a la escuela que los varones. Cada 90 segundos todos los días, una mujer muere durante el embarazo o debido a complicaciones relacionadas con el parto, pese a que tenemos el conocimiento y los recursos para garantizar un parto seguro.
En todo el mundo, las mujeres siguen ganando menos que los varones por el mismo trabajo. En numerosos países, además, se enfrentan a la desigualdad en el acceso a la tierra y los derechos a la herencia. Y pese a avances muy positivos, las mujeres todavía ocupan sólo el 19 por ciento de los escaños legislativos, conforman sólo el 8 por ciento de los representantes en las negociaciones de paz y sólo son 28 las mujeres que se desempeñan como jefas de estado o gobierno.
No son solamente las mujeres quienes pagan el precio de esta discriminación. Todos sufrimos por no aprovechar al máximo el talento y el potencial de la mitad de la población. Con esto estamos socavando la calidad de las democracias, la fortaleza de las economías, la salud de las sociedades y la sostenibilidad de la paz. El tema prioritario del Día Internacional de la Mujer de este año está enfocado en el acceso igualitario de las mujeres a la educación, la capacitación, la ciencia y la tecnología, subraya la necesidad de aprovechar este potencial.
La agenda para garantizar la igualdad de género y los derechos de las mujeres es una agenda global, un desafío para cada país, ya sea éste rico o pobre, del norte o del sur. Fue en reconocimiento de su universalidad y las recompensas de hacerlo bien que las Naciones Unidas aunaron a cuatro organizaciones anteriores para crear ONU Mujeres.
El objetivo de este nuevo órgano, que tengo el enorme privilegio de conducir, consiste en estimular a todo el sistema de la ONU para que cumplamos la promesa de igualdad de derechos para hombres y mujeres de la Carta de la ONU. Eso es algo por lo que he luchado toda mi vida.
Como madre joven y pediatra, yo pasé por el esfuerzo de equilibrar familia y profesión y observé cómo la ausencia de guarderías impedía a las mujeres acceder a un trabajo remunerado. La oportunidad de ayudar a remover estas barreras fue una de las razones por las que ingresé a la política. Es por ello que apoyé políticas que ampliaron los servicios de salud y cuidado infantil para las familias y que daban prioridad al gasto público para la protección social.
Como Presidenta trabajé arduamente para crear igualdad de oportunidades para que hombres y mujeres contribuyan su talento y experiencia a los desafíos de nuestro país. Es por eso que propuse un Gabinete que tuviera igual número de varones y mujeres.
Como Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, quiero usar mi recorrido y el conocimiento y la experiencia colectiva que tengo alrededor para impulsar el progreso hacia una verdadera igualdad de género en todo el mundo. Trabajaremos, en estrecha articulación, con hombres y mujeres, líderes y ciudadanos, la sociedad civil, el sector privado y todo el sistema de la ONU para ayudar a los países a desplegar políticas, programas y presupuestos para cumplir este loable objetivo.
Yo misma he visto lo que las mujeres, a menudo bajo las circunstancias más difíciles, pueden lograr para sus familias y sociedades si se les da la oportunidad. La fortaleza, laboriosidad y sabiduría de las mujeres sigue siendo el recurso más desaprovechado de la humanidad. Simplemente no podemos darnos el lujo de esperar otros 100 años para liberar todo ese potencial.
CONTACTO: Gretchen Luchsinger, +1-212-906-6506, móvil: +1-201-736-2945,gretchen.luchsinger@unwomen.org