Altos costes energéticos y escasez de talento son dos barreras clave que Europa debe superar para revitalizar su economía
MADRID, 11 Jul. (EUROPA PRESS) -
Europa debe aumentar la inversión en investigación y desarrollo (I+D) para mejorar su competitividad global, según se desprende de un análisis del McKinsey Global Institute (MGI) titulado 'Inversión: El pulso de la competitividad europea'.
La consultora internacional considera que "Europa se encuentra en una encrucijada crucial en su competitividad" y enfrenta desafíos que abarcan desde la crisis energética hasta la carrera por el liderazgo en inteligencia artificial y las políticas industriales en constante evolución. "La posición competitiva de Europa está bajo amenaza a nivel global impactando no solo su trayectoria económica sino también su calidad de vida y autonomía estratégica", asevera.
En esta línea, el análisis de la consultora revela que "la inversión, tanto en I+D como en capital humano y capital tangible, es fundamental para mantener y mejorar esta competitividad".
El informe, que analiza la inversión basándose en datos de 3.000 grandes empresas, destaca que en 2022 las grandes corporaciones estadounidenses dedicaron aproximadamente 700.000 millones de euros más a gastos de capital e I+D que sus homólogas europeas.
Por otra parte, señala que la inversión estadounidense en propiedad intelectual (PI) y equipos duplica la europea per cápita. Esta diferencia en el gasto pone de relieve "la falta de competitividad de Europa en sectores clave", destaca Mckinsey, que indica que "una inversión insuficiente compromete la competitividad de Europa y, sin competitividad, la inversión no fluye".
Para competir a nivel global, Europa debe duplicar sus inversiones más productivas, especialmente en el ámbito de la I+D, donde la innovación tecnológica juega un papel crítico, según el análisis.
La comparación con Estados Unidos no se detiene en la inversión en I+D y el estudio señala que los activos de capital riesgo gestionados en Europa equivalen a "sólo una cuarta parte del total estadounidense". Esta disparidad, asegura McKinsey, "subraya un problema estructural que Europa debe abordar con urgencia".
"La inversión representa entre el 70% y el 80% del crecimiento en productividad y la falta de inversión coloca a Europa en una posición de desventaja", señala.
Según el informe, "Europa no puede permitirse perder industrias intensivas en capital ni dejar escapar el sector tecnológico, que demanda grandes inversiones". Para atraer más inversiones, Mckinsey considera "crucial reducir la brecha del 4% en la rentabilidad del capital invertido".
BARRERAS CLAVE
El análisis de McKinsey también identifica barreras clave que Europa debe superar para revitalizar su economía y mejorar su competitividad.
Entre estas barreras se encuentran los altos costes energéticos, la escasez de talento y la regulación empresarial y del mercado laboral. La incertidumbre geoeconómica y macroeconómica también juega un papel "crucial" en la reticencia de los inversores.
Además del capital humano, la inversión en capital tangible es "esencial" para la competitividad europea, asegura la consultora, que indica que esto incluye infraestructura, tecnología y equipos que pueden impulsar la productividad y eficiencia en diversos sectores.
Por último, señala que la inversión en activos tangibles, como infraestructura y tecnología, es "fundamental" para mantener el ritmo con otras economías avanzadas, ya que "una inversión insuficiente compromete la capacidad de Europa para competir en un mercado global cada vez más exigente".