MADRID, 27 Ene. (EDIZIONES) -
La deuda de la zona euro está disparada. Europa debe más de 9 billones de euros, lo que supone el 94% del PIB del viejo continente. Esto significa que los ciudadanos europeos deberían trabajar todo un año sin consumir nada para poder pagar todo lo que se adeuda.
La deuda alemana supera el 74% del PIB, en España roza el 100% y el caso de Grecia es aún más preocupante, pues su deuda supone ya el 176% del Producto Interior Bruto (PIB) del país heleno.
Con estos niveles de endeudamiento podemos preguntarnos, ¿por qué no se puede imprimir más dinero para pagar la deuda? ¿por qué los bancos centrales (el Banco central Europeo en el caso de los países de la eurozona) no crean miles de millones de euros nuevos para pagar sus deudas?
La realidad es que encender las imprentas de las casas de la moneda sería sencillo, rápido y barato. Pero, ¿sería efectivo crear unas cuantas sábanas de billetes de 500 euros para pagar la deuda?
La teoría monetaria dice que no, y aunque existen economistas que lo ponen en duda, han sido varios los casos en los que la historia nos ha demostrado que esta medida no solo ha resultado ineficaz, sino que a la larga resultó catastrófica para la economía de los países que imprimieron mucho papel moneda.
Uno de los casos más conocidos es el de la hiperinflación en la República de Weimar. En esta Alemania de 1923, en pleno periodo de entre guerras, la inflación era tan fuerte que a los alemanes les salía más rentable quemar los billetes para calentarse que comprar madera con esos mismos billetes. En 1921 un periódico costaba en Alemania 0,3 marcos, y un año más tarde la misma publicación costaba 70 millones de marcos.
¿POR QUÉ ES UNA MEDIDA INEFECTIVA?
Las propias consecuencias de imprimir billetes (como solución instantánea frente a la necesidad de dinero) terminan por hacer inefectiva la medida y al final son más perjudiciales para la economía en su conjunto que tener que pagar las deudas.
Si un país decide aumentar la masa monetaria (la cantidad de dinero en circulación) por encima de lo que se considera una tasa de reposición normal (como por ejemplo renovar billetes deteriorados) se terminaría por producir un aumento del nivel general de precios (inflación) tan elevado que la cantidad de dinero en circulación no cubriría ese aumento, haciendo al país y a sus ciudadanos más pobres de lo que antes eran.
Es en la velocidad de circulación del dinero donde algunos economistas basan sus teorías para justificar que dicho periodo inflacionista no tiene porque ser real ni automático. Pero si todo el dinero que se ha inyectado en la economía es usado por los ciudadanos, el aumento del nivel del precios ante la mayor demanda asegura, prácticamente, un periodo de grave de inflación.
Al final, está comprobado que el valor del dinero depende de la oferta y la demanda y una excesiva oferta hace que su valor se reduzca drásticamente. Además, esta disminución del valor de la divisa hace que se pierda capacidad importadora y que aumenten las exportaciones, lo que aumenta aún más el nivel de precios, debido a que la demanda exterior se puede disparar.
Los problemas de imprimir indiscriminadamente papel moneda no solo pasan por los cambios en los precios, sino que también se producirán problemas con el empleo, la equidad del país, la fiscalidad etc.
¿ES ESTO LO QUÉ HA HECHO EUROPA CON SU QE?
La respuesta es no pero a medias, ya que aunque se va a incrementar la masa monetaria de la zona euro no se va a imprimir ese dinero directamente ni entregarlo a los ciudadanos. El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido aplicar un QE (del inglés Quantitative Easing) o flexibilización cuantitativa, que es una herramienta de política monetaria poco convencional utilizada por algunos bancos centrales para aumentar la oferta de dinero. Se trata, en definitiva, de un programa de estímulo económico.
Consiste en dotar al sistema de liquidez, aumentando la cantidad de dinero en circulación en el mercado. Para ello, el Banco Central compra obligaciones, por lo general bonos, para que empresas, bancos e instituciones dispongan de dinero con el que impulsar la economía.
Pero, en el caso de Europa, conocedora de los problemas de imprimir dinero de manera masiva, su objetivo es dotar a la zona euro de una inflación en el medio-largo plazo de entre el 0% y el 2%, que son los valores considerados óptimos para favorecer el dinamismo de las economías, por lo que podemos estar tranquilos, ya que no se espera un aumento instantáneo de los precios.