Crecer con fortaleza
Crecer con fortaleza - ISTOCK

Una manera estupenda de hacer fuertes a los hijos es enseñarles a enfrentarse a sus propios problemas. En ocasiones, podemos caer en la tentación de "sacarles las castañas del fuego", por miedo a que se traumaticen con este o con aquel problema. No obstante incluso puede que nos de miedo reñirles o ponerles un castigo, pues son tan chiquitines que "a ver si se me va a traumatizar". Todo lo contrario, los niños a los que se les exige desde pequeños, es muy difícil que se traumaticen.

Sin embargo, aquellos que crecen sobreprotegidos son los que acaban con un verdadero trauma, pues no saben afrontar los problemas más sencillos. No hay niños malísimos, ni buenísimos. No es sano decir constantemente "cómo va a ser culpa de mi niño, si es el más bueno del mundo".

Estos niños creerán que todo el mundo está obligado a justificarles y que ellos no tienen nunca la culpa de nada. No sabrán reconocer sus errores y, por lo tanto, les resultará muy difícil rectificarlos y mejorar. No les habremos enseñado a luchar, serán muy flojitos.

Los niños nos observan y se dan cuenta de todo

El trato que se dan los padres entre sí es muy importante y los hijos están especialmente sensibilizados en este aspecto. Construye mucho en los hijos guardar un recuerdo de gestos, miradas y palabras sin rencores, amarguras ni puyas entre sus padres.

Así, si queremos educar hijos sobrios, seremos nosotros los primeros en comportarnos como tales, pues la incoherencia entre los mensajes y el estilo de vida de los padres se paga en forma de actitudes esquivas de los hijos, desencantados de la entereza que aparentaban tener papá y mamá.

Haz a tus hijos sinceros y fuertes

La sinceridad es prioritaria en estas edades. Los padres debemos tener toda la comprensión para el hijo y ninguna con sus errores. Ese discernimiento deja las cosas claras en su cabeza. Además, necesitan mucho de la fortaleza: los padres que procuran eliminar la cuota de sufrimiento que en la vida corresponde a los hijos, hacen de ellos personas raquíticas anímicamente y desarmadas ante la hora del dolor en la edad adulta.

Debemos ponerles metas concretas, que les ayudarán en su lucha por no ser flojos: levantarse a la hora, ir al día en los trabajos del colegio, comer lo que prepara mamá, ceder el mejor asiento y el plátano de mejor aspecto, devolver lo usado a su sitio, vivir el aseo diario, respetar el horario de televisión y desvivirse con quien cae peor.

Más información en el libro Padres fuertes, hijas felices. 10 secretos que todo padre debería conocer, de Meg Meeker.

Marina Berrio
Asesoramiento: Jerónimo Fumanal Andrés. Profesor del Colegio de Fomento El Prado.

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