SANTA CRUZ DE TENERIFE 28 Jun. (EUROPA PRESS) -
El 89% de la población de Canarias (1,9 millones de habitantes) respiró aire contaminado durante 2018 al estar expuesta a unos niveles de contaminación que superaron las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según el Informe anual de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, que concluye que el cambio climático y el repunte en la quema de combustibles fósiles mantienen un problema que afecta a la salud de la ciudadanía.
El informe analiza los datos recogidos en casi 800 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado español, entre ellas 59 situadas en Canarias. En lo que respecta a las islas, entre sus principales conclusiones destacan que en 2018 se ha producido una reducción general de los niveles de contaminación partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2), recuperando aparentemente la tendencia decreciente de estos contaminantes iniciada en 2008 con la crisis económica.
La contaminación generada desde las principales ciudades y puertos, las autovías y autopistas y las centrales térmicas de cada isla se extiende por el territorio afectando a zonas más alejadas y rurales en la forma de ozono troposférico.
El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación establecido por la Unión Europea. De acuerdo a esos niveles, el aire contaminado afectó en 2018 a nueve décimas partes de la población de las Islas Canarias.
Si se toman los estándares de la normativa, más laxos que las recomendaciones de la OMS, no habría población que respira aire contaminado por encima de los límites legales; no obstante, éstos se superaron en las estaciones San Antonio-Breña Baja en La Palma y Arinaga, Playa del Inglés y San Agustín en el sur de Gran Canaria, en relación al contaminante partículas PM10.
Las partículas (PM10 y PM2,5) y el dióxido de azufre (SO2) son los contaminantes que presentan una mayor extensión y afección a la población, con especial incidencia en el sur de Gran Canaria y en el sur de Tenerife, respectivamente, en el entorno de las centrales térmicas de Barranco de Tirajana y Candelaria. Según Ecologistas en Acción, siguen siendo una seria amenaza para la salud, a pesar de que el año pasado se recuperó la tendencia a la baja de estos contaminantes que se inició en 2008, con la crisis económica. Añade que un problema específico de Canarias es la proximidad al continente africano, que explica los elevados niveles de partículas PM10 por polvo sahariano, perjudiciales para la salud.
Según el estudio, el ozono troposférico también afectó a la población, con unos niveles que se mantienen estacionarios, siendo en general los más bajos del Estado. Durante el año 2018 los niveles de ozono aumentaron respecto a los de 2017, de manera que la población de la aglomeración Santa Cruz de Tenerife-La Laguna ha estado expuesta a concentraciones de ozono peligrosas para la salud humana.
El descenso de la contaminación del aire es consecuencia en primera instancia de la coyuntura meteorológica, caracterizada por una mayor inestabilidad atmosférica, y en menor medida de la reducción de la producción eléctrica en centrales térmicas. No obstante, el cambio de ciclo económico está conllevando el aumento de la quema de combustibles fósiles en el transporte y la industria, recuperando los niveles del año 2012.
NI ADECUADA, NI AJUSTADA.
En opinión de la asociación ecologista, la contaminación del aire debería abordarse como un problema de primer orden. Cada año se registran hasta 30.000 muertes prematuras en el Estado español por afecciones derivadas de la contaminación del aire, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), y la información a la ciudadanía no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema.
Desde Ecologistas en Acción apuntan que los costes sanitarios derivados de la contaminación atmosférica representan al menos 50.000 millones de dólares al año, un 3,5% del PIB español, según el Banco Mundial, sin considerar el coste de los daños provocados sobre los cultivos y los ecosistemas naturales.
Por último, sostienen que la única forma de mejorar la contaminación del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando el transporte público, la bicicleta y el tránsito peatonal. También ven necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de carbón y penalizar el combustible y los vehículos diésel.