Advierte de que la alternativa a la nuclear para las ONG ecologistas son derivados del gas
MADRID, 27 May. (EUROPA PRESS) -
Alfredo García, operador y supervisor de centrales nucleares, consideran que los actuales políticos están "en el fondo bien asesorados" y saben que para luchar contra el cambio climático es necesario seguir contando en el mix energético con la energía nuclear, por lo que una vez se avance en la operación a largo plazo, no es descartable que, en el futuro, puedan autorizarse nuevos proyectos de plantas nucleares en España.
García, que cuenta con más de 61.800 seguidores en la red social Twitter, bajo el perfil @OperadorNuclear, ha publicado con editorial Planeta el libro 'La energía nuclear salvará el mundo: derribando mitos sobre la energía nuclear', donde apuesta por un futuro energético en España que esté basado en energías renovables apoyadas por la energía nuclear, que no emite CO2.
En el libro, García, que tiene licencia de operador y supervisor de centrales otorgada por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y trabaja en la operación de la central nuclear de Ascó (Tarragona), narra las características de esta energía y trata de divulgar el funcionamiento de esta tecnología para "derribar miedos y desconocimiento".
Alfredo García comenzó en redes sociales sin revelar su identidad hace ya varios años y, finalmente, decidió "dar la cara" para cumplir su "vocación" divulgativa ante la cantidad de "mitos y mentiras" que rodean a la energía nuclear y que provocan "desinformación", "prejuicios", "desconfianza" y "miedos" entre los ciudadanos.
En una entrevista con Europa Press el Operador Nuclear considera que pese al plan de cierre del parque nuclear español en los próximos años, los políticos "en el fondo están bien asesorados" y saben que esta tecnología es "necesaria" para luchar contra el cambio climático pero "como va en contra de la obtención de votos, van poco a poco prorrogando la vida útil de las centrales".
Al mismo tiempo, critica que la alternativa a la energía nuclear que plantean las ONG ecologistas es el gas natural y derivados con nombre de biogas o biometano que "también emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera".
Sin embargo, ve el futuro con "optimismo" y "mucha divulgación" pero, de momento opina que "el primer paso" es lograr la operación de las centrales a largo plazo de los siete reactores en funcionamiento que hay en España en estos momentos y de los que asegura que "funcionan muy bien". De hecho, ha añadido al respecto que la central nuclear de Almaraz (Cáceres) --que está pendiente de la renovación de su licencia de operación-- fue calificada en 2019 como la planta "número 1" de Europa y Asia por su funcionamiento y seguridad.
Además, no descarta que en el futuro se construyan "nuevas centrales nucleares en España" pero admite que, para eso, hace falta un consenso político que hoy no existe. En cuanto a la población cree que en ocasiones desconfía de la tecnología nuclear por desconocimiento frente a quienes viven cerca de centrales nucleares, que suelen ser bien trabajadores directos o indirectos de las plantas o que conocen a quienes trabajan en ellas. "No hay que relajarse, pero funcionan bien, a pesar del miedo de la gente, que es una herramienta potente para conseguir votos", afirma.
LA AUSENCIA DE ATC POR RAZONES POLÍTICAS
A su juicio, la falta de un almacén temporal centralizado (ATC) de residuos nucleares en España se debe también a "razones políticas" porque se trata de una instalación radiactiva cuyos requisitos de seguridad son "muy bajos" respecto a una central nuclear.
De hecho, añade que los residuos se depositan en unos bidones que resisten terremotos intensos, por lo que "no se ha construido en Villar de Cañas por razones políticas pese a que la ubicación fue decidida por expertos". Finalmente, "por controversias políticas se pusieron trabas legales a un proyecto que el Congreso pidió por unanimidad al presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Respecto a los riesgos potenciales de la nuclear ha recordado que el accidente de la presa de Banquiao en China mató a 170.000 personas, mientras que en Fukushima "no murió nadie" por el accidente en la central nuclear y "nadie se opone a la energía hidráulica".
En la mala fama de la nuclear sitúa de forma clarísima a las organizaciones ecologistas que asesoraron a la serie de televisión La Zona. Sin embargo, cree que la serie Chernobyl explica que lo que allí pasó no puede ocurrir en ninguna otra central construida en esa misma época.
En todo caso, sitúa "por tema político" el programa de cierre de las centrales contrario al resto de países del entorno como Francia. A su juicio, la mayor parte de la gente no conoce técnicamente las centrales nucleares y la potencia de base que proporciona a unas energías que son variables como las nucleares.
Por otro lado, lamenta que la energía nuclear esté "demonizada en los colegios y en muchos libros de texto" ya sea por "sesgo" o porque los editores tienen poca información al respecto. Por el contrario, observa que cada vez hay más profesores de tecnología y ciencias "muy interesados" en divulgar sus ventajas e inconvenientes. "Hay un germen de aprendizaje e interés", confía.
Respecto al libro, ha dicho que sus ilustraciones acercan, impactan y llaman con un componente emocional al espectador, con conceptos y comparaciones sencillas y un lenguaje entendible por toda persona con estudios primarios, como por ejemplo cuando explica que ingerir un solo plátano produce una mayor dosis radiactiva que vivir un año junto a una central nuclear.
"Haría falta comerse 80 millones de plátanos para superar la radiación tolerable. Los humanos somos radiactivos de por sí e incluso viajar en avión supone recibir una dosis más alta que la de estar junto a una central nuclear", insiste.
Alfredo García explica que las personas que viajan como turistas a Chernóbil (Ucrania) tienen que llevar un dosímetro para controlar la radiación y reciben una dosis más alta en el avión de ida y en el de vuelta que cuando visitan el entorno de la planta.
En definitiva, el autor defiende en el libro publicado por Planeta que las centrales no se acaban a los 40 años de operación y que en el presente y en el futuro pueden contribuir a tratar de luchar contra el cambio climático con una energía limpia, eficiente y estable.