MADRID 16 Oct. (EUROPA PRESS) -
Los residuos de alérgenos en superficies, como mesas auxiliares y pantallas de video en los respaldos de los asientos, plantean el riesgo principal, un riesgo que probablemente se ve acentuado por los rápidos tiempos de respuesta implementados por muchas aerolíneas de bajo costo. No obstante, las reacciones alérgicas a los alimentos son entre 10 y 100 veces menos comunes durante los vuelos que 'en tierra', aunque esto podría deberse a que los pasajeros con alergias alimentarias toman más precauciones cuando vuelan.
Lo cierto es que no hay evidencia que respalde la creencia común de que los alérgenos de los frutos secos pueden propagarse a través de los sistemas de ventilación de los aviones, afirman especialistas en alergias y medicina de aviación en una revisión de evidencia publicada en 'Archives of Disease in Childhoodpor' por el profesor Paul Turner del Instituto Nacional del Corazón y los Pulmones de Reino Unido.
Según los autores, en el Reino Unido, entre el 2 y el 3 % de los niños y el 1 y el 2 % de los adultos tienen alergia a los alimentos, y se observan índices similares en países de ingresos medios y altos. La alergia a los alimentos es la causa más común de anafilaxia, una reacción alérgica potencialmente mortal.
En un intento por disipar algunos de los conceptos erróneos sobre los riesgos percibidos que corren los pasajeros con alergias alimentarias en vuelos comerciales, los autores se basaron en la revisión sistemática de la evidencia publicada que se remonta a 1980, encargada por la Autoridad de Aviación Civil del Reino Unido (CAA) en 2023. Con las notables excepciones de los vapores de pescado y mariscos y la exposición a la harina de trigo ocupacional, las reacciones alérgicas a los alimentos aerosolizados son raras y rara vez reproducibles, insisten los autores.
Si bien los alérgenos del maní se pueden detectar en niveles muy bajos en el aire cuando se pelan las nueces, el polvo se deposita rápidamente y solo se puede detectar muy cerca de las nueces, lo que implica que circula muy poco polvo en el aire. Es más, los sistemas de ventilación de la cabina del avión están diseñados para hacer circular el aire a través del avión, en lugar de a lo largo de la cabina, minimizando así la posibilidad de propagar contaminantes generados por los pasajeros a través de la cabina, explican los autores.
Durante un vuelo, el aire se renueva por completo cada 3 o 4 minutos, mientras que en los hospitales y las aulas se renueva cada 10 minutos. En los grandes aviones comerciales modernos, aproximadamente la mitad del aire que entra es aire recirculado que ha pasado por filtros de partículas que eliminan eficazmente el polvo, los vapores y los microbios y capturan partículas de alimentos en aerosol al mismo tiempo. La otra mitad proviene del exterior.
Las proteínas de los alimentos suelen ser "pegajosas" y cualquier exposición involuntaria probablemente se deba a la contaminación de la superficie de los asientos, los sistemas de entretenimiento en los respaldos de los asientos y las mesas plegables. Esta contaminación podría transmitirse de las manos a los alimentos que se ingieren o directamente a la boca o al rostro.
Limpiar estas superficies al inicio de un vuelo con toallitas desinfectantes minimizará este riesgo y es "particularmente importante, dada la mínima limpieza de la cabina que a menudo se produce entre vuelos, especialmente en las aerolíneas de bajo costo", destacan los autores.
Según los autores, permitir que los pasajeros alérgicos a los alimentos embarquen con antelación puede ser útil en este sentido, y señalan que el Departamento de Transporte de Estados Unidos ya exige que las aerolíneas permitan a los pasajeros con alergia a los frutos secos hacerlo. Pero los anuncios que solicitan a los pasajeros no consumir frutos secos durante el vuelo probablemente no reduzcan el riesgo de reacciones durante el vuelo y podrían proporcionar una falsa tranquilidad, añaden.
Si bien muchos pasajeros con alergias alimentarias prefieren traer su propia comida y se ofrece un servicio de comidas a bordo, la mayoría de las aerolíneas ofrecen opciones sin alérgenos, si se solicitan con anticipación. Y los pasajeros con riesgo de anafilaxia alimentaria deben llevar autoinyectores de adrenalina [epinefrina], como un EpiPen, en su equipaje de mano, ya que estos no siempre están incluidos en los botiquines médicos de a bordo, ni la tripulación de cabina siempre tiene permitido usarlos, aconsejan los autores.
"No hay evidencia de que los alérgenos del maní o de los frutos secos se propaguen a través de los sistemas de ventilación de las cabinas de los aviones. Más bien, los principales riesgos se deben a la falta de una dieta que evite los alimentos contaminados o a la presencia de residuos de alérgenos en las superficies, que luego pueden transmitirse a través del tacto, una situación que se ve agravada por los plazos de respuesta muy cortos de muchas aerolíneas de bajo coste", concluyen los autores.
"Las aerolíneas deberían tener políticas claras en relación con las alergias alimentarias, que estén fácilmente disponibles en sus sitios web o que se puedan solicitar. Estas políticas deberían ser aplicadas de manera uniforme tanto por el personal de tierra como por la tripulación de cabina, con el fin de brindar tranquilidad a los pasajeros alérgicos a los alimentos y a sus cuidadores", añaden.