Publicado 11/03/2016 16:57

La contaminación radiactiva es "palpable" y "evidente" en Fukushima, según Greenpeace

Niños caminan por un arcén contaminado con radiactividad en Fukushima (Japón)
JEREMY SUTTON-HIBBERT/GREENPEACE

   MADRID, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -

   Dos miembros de Greenpeace España han pasado 20 días en Japón, visitando la zona afectada por el accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi donde han podido comprobar "lo palpable" y "evidente" de los efectos de radiactividad en la zona y la "contaminación marina tan grande", cinco años después de que un terremoto y el tsunami posterior provocara efectos devastadores y el accidente más grave en un reactor nuclear.

   Así, la responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, Raquel Montón, ha relatado a Europa Press su paso por Japón donde lo que más le ha sorprendido es "lo evidente que son los informes de Greenpeace sobre los niveles de radiactividad" en la zona de la central accidentada.

   "Es tan palpable que es lo que más me ha impresionado", ha manifestado, al tiempo que ha añadido que otra de las cosas que más le han sorprendido es que las tareas de descontaminación parcial son inútiles, pues zonas limpias se pueden volver a contaminar en cualquier momento.

   Por ejemplo, ha explicado que están descontaminando las cunetas de las carreteras y 20 metros alrededor de cada vivienda, creando "pequeñas islas limpias", aunque en realidad "no lo están". "Ves caras tristes, ves el territorio, hay pueblos vacíos de gente y llenos de trabajadores recogiendo residuos y metiéndolos en bolsas de plástico. Es una foto muy clara del despropósito", ha añadido.

   Junto con el barco de Greenpeace Rainvow Warrior, Montón y García han visitado las zonas contaminadas en el mar frente a la central. En concreto, ha indicado que en la prefectura de Fukushima el accidente de la central liberó yodo 131, que ya no está, porque tiene una vida media de 8,3 días, Cesio 134, que tiene una vida de dos años, pero también Cesio 137, que tiene un periodo vida medio hasta que su radiactividad caiga a la mitad de 30 años y de 300 hasta recuperar los niveles anteriores al accidente.

   De este modo, ha añadido que no pasa nada por estar allí 20 días sino que el problema es la población que vive allí y está expuesta todo el año porque el cesio está en el suelo y puede contaminar a través del polvo, en las heridas, al inhalarlo, por ejemplo.

   Respecto a la vuelta de los japoneses de Fukushima a sus casas, ha lamentado que las autoridades están "intentando limpiar" esas zonas a toda costa y por ello, denuncia que es "arriesgado obligar o forzar a la población a volver tan pronto" y ha recordado que los 16 kilómetros alrededor de Fukushima Daiichi están "perdidos para siempre".

   FORZADOS A VOLVER

   Ante esta situación, ha lamentado que las autoridades "parece" que quieren obligar a la población a vivir allí, y las víctimas se ven "entre la espada y la pared" por las presiones del Gobierno, que les pone en contra de la opinión pública.

   Montón ha comparado la orografía y el paisaje de Fukushima con la Sierra de Madrid. De este modo, le parece aún más increíble que haya ocurrido algo así, como si fuera en España. Respecto a la opinión actual de los japoneses, cree que la energía pasa por el ahorro y la eficiencia donde tienen un "gran potencial", así como un aporte "muy interesante" de las renovables al sistema eléctrico.

   En cuanto al tiempo que pasó con Kan ha comentado que tras su experiencia en la gestión de la emergencia hace ahora cinco años, en la actualidad es un firme opositor a la energía nuclear.

   En clave española, ha lamentado que aún no se han implantado el total de las mejoras de seguridad post-Fukushima y que, de hecho, falta por hacer lo más importante, que es el sistema de venteo filtrado que trata de evitar explosiones de hidrógeno en una situación crítica.

UNA NORMALIDAD MUY ANORMAL

   Para el portavoz de Greenpeace Conrado García, lo más impactante fue la "anormal normalidad" en la prefectura de Fukushima, donde ya no se ven los montones de escombros de las imágenes de los primeros días después del terremoto, el tsunami y el accidente nuclear, pero donde se observan miles de personas trabajando por todas partes en las tareas de descontaminación radiactiva, lo que da la sensación de estar en una obra enorme. "Está todo más ordenado, pero cuando te paras a pensar, nada es normal", comenta.

   Además, entre sus vivencias subraya la "poca gente" que hay en los pueblos e incluso en la ciudad de Fukushima, una localidad de 300.000 habitantes que no fue evacuada, pero donde se advierte una "sensación triste y melancólica, de ciudad apagada y que se ha despoblado mucho".

   En concreto, ha recordado que una autovía que pasa por el centro de la zona de exclusión, fue descontaminada lo más rápidamente posible porque necesitaban circular y que da una sensación de "estar en Marte" ya que no se puede parar, se debe circular a una velocidad mínima de 70 kilómetros por hora y tiene dosímetros (para medir la radiactividad) cada dos por tres".

   No solo en aquella carretera, sino en toda la zona, admite, que mantenía una "cierta sensación de resquemor en todo momento" que le hacía mirar con frecuencia el dosímetro que portaba y que cuando se acercaban según a qué zonas, comenzaba a "pitar".

   García ha recordado que nadie se muere por esa radiactividad sino por la exposición continuada a esos niveles de radiación, por lo que su sensación era inquietante, sobre todo al pensar en los japoneses que no van a poder volver a sus casas o las personas que ya están viviendo allí.

   De su experiencia en el país nipón se queda con las caras y los testimonios de japoneses que cinco años después siguen "en estado casi de shock" y sin ser capaces de terminar de creer aún que una tragedia como ese accidente en la central hayan ocurrido allí, en un país como el suyo. García ha insistido en que para los japoneses la tragedia fue "muy traumática" porque el pueblo confía en su Gobierno de modo que sintió "una gran decepción y engaño y una gran falta de información durante semanas, cuando no les decían lo que estaba pasando en la realidad y ahora no quieren hablar mucho del tema, como "autodefensa".

   A su juicio, el arduo y costoso trabajo que se realiza en Japón para descontaminar la zona es "como intentar apagar un incendio en un bosque con un cubo de agua" o dar palos de ciego ya que son conscientes de que lo que están haciendo no vale "absolutamente para nada".

   Antes, pero sobre todo después, de su paso por Japón, cree que la solución al problema es prescindir de la energía nuclear porque la zona contaminada es imposible de descontaminar.

   En este viaje, Montón y García han coincidido con Naoto Kan, primer ministro japonés el 11 de marzo de 2011 quien les manifestó que él se sintió engañado y decepcionado por sus asesores, que no les contaron el alcance del problema, que incluso pudo haber sido peor y les confesó que su gran "miedo" fue tener que evacuar Kioto, donde viven 50 millones de personas. En la actualidad, ha subrayado que Kan está totalmente en contra de la energía nuclear.

   Finalmente, el portavoz de Greenpeace ha confesado su deseo de volver a Fukushima "con soluciones" y a colaborar con los japoneses en proyectos de fomento de energías renovables.

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