MADRID, 4 Jun. (EUROPA PRESS) -
Manos Unidas trabaja en Haití para intentar revertir el proceso de deforestación que amenaza a un país considerado uno de los tres más vulnerables del mundo ante los efectos del cambio climático y en el 4,3 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria agua.
Ante esta situación, la entidad social colabora en la reforestación pura con árboles maderables y frutales y por la promoción de nuevas prácticas agrícolas agroecológicas o agroforestales que combinen los cultivos de productos de ciclo corto como las habichuelas o el maíz o con cultivos frutales que pueden dar sombra y ayudar a reforestar y a producir alimentos de manera sostenible y más rentable.
"Si no se reforesta ampliamente pronto, ni se buscan otras maneras para generar energía para cocinar, será muy difícil salir del ciclo de pobreza en el que está inmerso Haití", ha denunciado el coordinador de proyectos de Manos Unidas en el Caribe, Lucas Bolado, coincidiendo con el Día Internacional del Medio Ambiente que se celebra el próximo lunes, 5 de junio.
La organización ha destinado en los últimos años más de 10 millones de euros a la financiación de aproximadamente 100 proyectos de desarrollo en Haití y República Dominicana, la mitad de ellos se han destinado a seguridad alimentaria y producción agropecuaria con enfoque medioambiental. Entre ellos cabe destacar las intervenciones binacionales promoviendo una colaboración fraterna y un manejo adecuado del territorio fronterizo.
Para Bolado, "la precaria situación de las infraestructuras, la nula existencia de servicios públicos de protección y prevención o las condiciones de hacinamiento de gran parte de la población se han visto agravadas por las recientes catástrofes naturales, como el terrible terremoto de Puerto Príncipe en enero de 2010, el más reciente en Les Cayes, en 2020, o el trágico paso de los huracanes Matthew o Irma en 2016 y 2017".
Manos Unidas lleva más de 30 años trabajando en Haití y República Dominicana y ha incrementado su presencia significativamente en la última década. A pesar de apoyar proyectos en diversos sectores, la apuesta fundamental de la organización en estos países busca garantizar la seguridad alimentaria y promover una producción agropecuaria sostenible; algo que no es posible sin incorporar un manejo adecuado del entorno natural, la mitigación de los efectos del cambio climático, el convencimiento y la motivación de los productores y productoras, la colaboración e implicación de las autoridades públicas y el apoyo de instituciones internacionales*, asegura Lucas Bolado.
CONSECUENCIAS DE LA DEFORESTACIÓN
Las consecuencias de esta deforestación acelerada son doblemente peligrosas, según Manos Unidas. Por un lado, la erosión del suelo lleva a la pérdida de nutrientes y a la disminución de la fertilidad, lo que ha afectado gravemente a la productividad agrícola y ha contribuido al incremento de la inseguridad alimentaria del país.
Por otro lado, la falta de árboles y vegetación para retener el agua ha incrementado la vulnerabilidad de Haití ante los desplazamientos de tierra e inundaciones, especialmente durante la temporada de huracanes y tormentas tropicales (de julio a diciembre).
"La tala de árboles para la obtención de carbón vegetal y las prácticas agrícolas inadecuadas como la "tumba y quema", agota la tierra en pocos ciclos obligando a los productores a quemar cada vez más terreno*, apunta Bolado. La frontera de Haití con la República Dominicana es una de las zonas prioritarias de intervención de Manos Unidas.
La deforestación genera conflictos entre las poblaciones de uno y otro lado de la frontera, ya que cada vez es más habitual la extracción ilegal de madera desde la parte dominicana hacia la parte haitiana; algo que, para Bolado, es "difícil de evitar, teniendo en cuenta la porosidad de los pasos fronterizos, la desesperada necesidad de madera e ingresos por parte de las familias haitianas y la presencia mayoritaria de trabajadores haitianos en el campo dominicano, lo que puede contribuir a que se amplíe la parte deforestada en República Dominicana".
En una zona en la que, debido a la falta de opciones económicas sostenibles, muchas comunidades locales dependen de la explotación forestal y la producción de carbón vegetal como fuente de ingreso, una buena opción es crear cooperativas basadas en la economía solidaria para un desarrollo integral de las comunidades*, ha explicado, por su parte, Eliseo Vicioso, director de la Federación Regional de Organizaciones Campesinas, Agricultores, Mujeres, Microempresarios y Afines (Ferocams).
La frontera entre la República Dominicana y Haití es una de las más extensas (388 kilómetros) y densamente pobladas de América Latina.
"Allí, el porcentaje de haitianos que trabajan la tierra en ambos lados es prácticamente del 100%.Son haitianos y haitianas, ya que la mujer haitiana se dedica a la agricultura y su papel en el proceso de producción agrícola es muy importante", ha apuntado Manuel Pérez Canario, vicepresidente del Centro de Promoción Campesina Lemba, otro socio local de Manos Unidas en la zona.
Para él, "el relevo generacional en la agricultura haitiana es una garantía, porque el que los niños de cinco y seis años se vayan involucrando en actividades agrícolas es un punto muy positivo".