Entreculturas denuncia en un informe que los heridos y muertos en ataques a escuelas se duplicaron en 2021
MADRID, 12 Sep. (EUROPA PRESS) -
Más de la mitad de los 224 millones de niños en edad escolar (127 millones de niños) que sufren las consecuencias de las crisis humanitarias no alcanzan el nivel mínimo educativo en Lectura o Matemáticas.
Así lo refleja el informe 'Escuelas en crisis. Cómo proteger el derecho a la educación en situaciones de emergencia', recogido por Europa Press, presentado este martes por Entreculturas.
El estudio destaca que de los 224 millones de niños que sufren las consecuencias de las crisis humanitarias, que suponen el 2,8% de la población mundial (el equivalente a toda la población de Brasil o Pakistán), 72 millones no van a la escuela, de los cuales uno de cada dos son niñas, el 17% tiene discapacidad y el 21% son desplazados forzosos, según datos de 2022 y 2023 de Naciones Unidas y UNICEF.
Además, de ellos, 43 millones de niños han tenido que huir de sus hogares por la fuerza y 17,5 millones son refugiados o solicitantes de asilo que "corren el riesgo de no volver nunca más a la escuela".
El informe también avisa de que los ataques y el uso militar de escuelas aumentaron en un tercio de 2019 a 2020 y que la cantidad de personas heridas o muertas en los ataques a escuelas se duplicó en 2021.
La ONG concluye en el documento que la educación es un derecho humano universal "irrenunciable" y las emergencias "son un obstáculo" para la educación. También advierte de que la crisis climática "es parte del problema"; los conflictos impactan con "especial crueldad" en los niños; las personas refugiadas tienen dificultades para ejercer su derecho a la educación; o que la financiación de la educación en emergencias "es crucial" para garantizar este derecho humano.
LA ESCUELA COMO VÍA PARA ESCAPAR DE LOS MATRIMONIOS PRECOCES
Durante la presentación del informe y de la campaña de Entreculturas 'La Silla Roja', que alerta sobre los 72 millones de niños que no van a la escuela en contextos de emergencias, la docente del Servicio Jesuita a Refugiados en Adjumani (Uganda) Mary Grace Kakayoko, que trabaja en un escuela donde la mayoría de alumnos son refugiados, ha explicado que, para algunas niñas, ir a la escuela "también es sinónimo de escapar de algunos problemas como el matrimonio precoz".
"Ir a la escuela significa escapar y evitar este tipo de riesgos", ha dicho Kakayoko, al tiempo que ha destacado que la educación "mantiene a los niños en las escuelas" y que, si no estuvieran en ellas, "estarían haciendo cosas malas" ya que en Adjumani "hay registros de abusos de sustancias".
En este punto, la profesora ha manifestado que la educación "aumenta la autoestima" de los niños refugiados y "los prepara para responsabilidades futuras a través del aumento de su talento y capacidades".
"Vemos que muchas niñas vienen corriendo a las escuelas diciendo que sus padres quieren que se casen y ellas no lo quieren hacer, quieren continuar con su educación. Permitimos que estas niñas permanezcan en las instalaciones todo el tiempo, hasta que acaban el nivel educativo que quieren alcanzar, y no van a casa ni por las vacaciones", ha relatado.
En este punto, la educadora ha lamentado que haya algunos padres que "no entienden la importancia de mantener a sus hijos en clase porque ellos no fueron a clase cuando eran jóvenes". "Hay que hablar con esos padres para que entiendan la importancia de la educación", ha precisado.
Kakayoko también ha afirmado que sacrifica sus vacaciones para ir a otras zonas del país para ver qué puede aprender y luego enseñárselo a sus estudiantes, como por ejemplo a hacer bolsos o compresas, "que son muy útiles".
EL COLEGIO, EL LUGAR DONDE A ARREGLAR LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
Tras ella, la directora de Nuevas Fronteras de Fe y Alegría de Colombia, Sabrina Burgos, ha explicado que desde la escuela se "empieza a sanar" las consecuencias de la guerra, "que todo lo que toca lo daña". En el caso de los países que viven en contextos de emergencias o crisis prolongadas la escuela, según ha agregado, "es el lugar propicio para la creación para volver a soñar".
"Desde la escuela se empieza a sanar y a construir relatos que permitan la no repetición de esos dolores que ninguna persona debería vivir. Hay que crear capacidades, es importante desarrollar en las personas destrezas, habilidades, para activar el poder que tenemos para decidir lo que queremos y cómo lo queremos", ha defendido Burgos.
La educadora ha incidido en que, después de su experiencia en el trabajo educativo en muchas zonas afectadas por el conflicto armado en Colombia, donde hay "muchas historias de dolor", mantener la esperanza "es un desafío". "Mantener esa esperanza es determinante para no quedarse inmóvil frente a los momentos de dolor que a veces nos superan", ha apostillado.
En este punto, ha resaltado la importancia de crear condiciones para que los niños logren permanecer en el sistema educativo y ha mencionado la "poca asistencia" de los niños menores de cinco años a los procesos educativos en Colombia y que a los catorce años "existen unos niveles de abandono escolar altísimos" en su país.
ÁFRICA, AFECTADA POR EPIDEMIAS, GUERRAS O CAMBIO CLIMÁTICO
Por último, la especialista en Educación en Emergencias del Servicio Jesuita a Refugiados Internacional, Daniela Bruni, ha hablado sobre las diferentes crisis humanitarias que existen en África, "afligida por guerras y crisis que especialmente en los últimos 20 años han adquirido características nuevas y dramáticas".
Entre las principales causas que han agravado situaciones que "ya eran frágiles" en África, Bruni ha destacado, entre otras cosas, las epidemias, el terrorismo, la mala gobernanza o el impacto del cambio climático, que, en muchos países, "está transformando emergencias ocasionales en eventos casi diarios".
En concreto, ha hecho referencia a la situación en la República Democrática del Congo, donde la guerra, el Ébola y el hambre "están agotando al país", por lo que la gente "está huyendo" hacia Uganda y Tanzania, "aumentando los campos de refugiados, ya superpoblados".
Por su parte, en Burundi "la inestabilidad aumenta la crisis humanitaria, prolongada por la inseguridad política" y donde la situación humanitaria es "muy frágil"; Kenia "se encuentra atrapada en medio de inundaciones y sequía"; y en la cuenca del Lago Chad "casi 10 millones de personas necesitan asistencia humanitaria" debido al conflicto armado y el hambre.
Al final de 2022 había, según datos de la ONU, 108 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo. "Los niños que no asisten a la escuela corren un mayor riesgo de violencia, violación, explotación sexual o explotación laboral", ha advertido Bruni, quien ha apuntado que los servicios educativos "son un medio para restablecer cierta normalidad en los niños desplazados, trayéndoles esperanzas".