Pilar Bardem, Berta Ojea, Rosana Pastor y Juan Diego participaron en este homenaje a Clara Campoamor, impulsora del sufragio universal
MADRID, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -
El Congreso de los Diputados rememoró esta tarde, con una lectura dramatizada, el debate parlamentario sobre el sufragio femenino que se celebró en las Cortes Constituyentes de 1931 y en el que se produjo el famoso enfrentamiento entre la diputada del Partido Radical Clara Campoamor, una de las principales impulsoras del voto femenino, y su colega de Izquierda Republicana Victoria Kent, quien defendió posponer el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres.
En esta dramatización, dirigida por Margarita Borja y que se prolongó más de una hora, participaron un total de quince actores, aunque también destacó la presencia de políticas, como la diputada socialista Carmen Alborch y la ex ministra de Cultura y vicepresidenta primera del Congreso, Carmen Calvo, en una sala prácticamente repleta, en su mayoría de mujeres.
El público tomó un papel activo en la representación que tuvo lugar en la Sala de Columnas. Los actores, sentados en los extremos de las filas de asientos, respondían con aplausos o con golpes, dependiendo del color político de su personaje, a las palabras de pronunciadas por los diputados. El acto concluyó con un vídeo en recuerdo de Clara Campoamor en el que se escucharon unas palabras que la diputada escribió en el exilio. Después, los actores se despidieron entre aplausos y saludaron personalmente a los asistentes.
El papel de Campoamor fue interpretado por la actriz Berta Ojea y Rosana Pastor hizo de Victoria Kent. Por su parte, el actor Francisco Olmo fue el encargado de leer el discurso de Plácido Alvarez Buylla, compañero de partido de Campoamor que defendió una enmienda contra la aprobación del sufragio universal. Además, en el reparto de actores también figuró Juan Diego en el papel del parlamentario socialista Andrés Ovejero, quien defendió otorgar el voto sólo a las mujeres trabajadoras, y Juan Margalló como Julián Besteiro, quien fuera presidente de las Cortes Constituyentes.
OTRO NUEVO HOMENAJE.
Clara Campoamor ya recibió el homenaje del Congreso el 2 de octubre de 2001 cuando, con motivo del 70 aniversario del voto femenino, se colocó una placa en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Además, la labor de esta parlamentaria fue reconocida con la colocación de una escultura de su busto y la asignación de su nombre a una de las salas del Congreso en el año 2006, coincidiendo con el 75 aniversario de la aprobación del voto femenino.
Campoamor fue elegida diputada a Cortes por el Partido Radical y miembro de la Comisión Constitucional y en su autobiografía 'Mi pecado mortal: El voto femenino y yo', explica esta parte de su vida política. Dimitió del Partido Radical en 1936, se exilió tras la Guerra Civil y murió en Lausana en 1972.
El gobierno provisional que se creó tras la proclamación de la II República había reconocido a las mujeres el sufragio pasivo y, en las elecciones de junio de 1931, fueron elegidas diputadas Campoamor, por el Partido Radical de Alejando Lerroux, y Victoria Kent por la Izquierda Republicana de Manuel Azaña. Eran dos mujeres de un total de 465 diputados. A finales de aquel mismo año ingresó en las Cortes la socialista Margarita Nelken.
LA REPÚBLICA CORRERÍA PELIGRO.
Campoamor fue la más activa en la defensa de los derechos de las mujeres y consiguió que se modificara el anteproyecto que inicialmente sólo permitía votar las solteras y las viudas. Los contrarios al sufragio universal expresaron en aquel momento su temor a que la fuerte influencia de la Iglesia sobre las mujeres las llevase a votar a las derechas, poniendo así en peligro la existencia misma de la República.
Precisamente fue Victoria Kent la que defendió estas tesis ante el Pleno en un arduo debate con Campoamor en el que la diputada de Izquierda Republicana llegó a proponer que el asunto se pospusiese hasta que las mujeres pudiesen apreciar los beneficios que les ofrecía la República.
Campoamor replicó diciendo que la mujer había demostrado sentido de la responsabilidad social, que el índice de analfabetos era mayor en los hombres que en las mujeres y que sólo aquellos que creyesen que las mujeres no eran seres humanos podían negarles la igualdad de derechos con los hombres.
Advirtió, además, a los diputados de las consecuencias de defraudar las esperanzas que las mujeres habían puesto en la República: "No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la Dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza está en el comunismo".
El enfrentamiento entre las dos diputadas llevó a Azaña a calificar de "muy divertido" ese debate llegando a comentar que sólo había dos mujeres en la Cámara que ni por casualidad estaban de acuerdo.
Finalmente el polémico artículo 34-- que establecía la equiparación de derechos electorales para los ciudadanos de uno y otro sexo mayores de veintitrés años-- salió adelante por 161 votos contra 121. Votaron a favor el PSOE (con alguna sonada excepción como la de Indalecio Prieto, que gritó que su aprobación era una "puñalada trapera" a la República); la derecha y pequeños núcleos republicanos (catalanes, progresistas y Agrupación al servicio de la República). En contra lo hicieron Acción Republicana, y los radical-socialistas y el Partido Radical (con la excepción de Clara Campoamor y otros cuatro diputados).