La ONG plantará un cerezo cada año en solidaridad con las víctimas
MADRID, 9 Mar. (EUROPA PRESS) -
Ecologistas en Acción cree que España no ha aprendido las lecciones del accidente de Fukushima Daiichi, cuando este viernes se cumplirán cinco años de la tragedia de un terremoto, al que siguió un tsunami que provocó la "catástrofe" en la central nuclear japonesa.
Con motivo del aniversario, la ONG ha anunciado que plantará un cerezo --un árbol sagrado japonés-- por cada año transcurrido desde el accidente en varios puntos de España para mostrar su solidaridad con los afectados y las víctimas del accidente.
El portavoz nuclear de Ecologistas en Acción, Francisco Castejón, ha recordado un lustro después que el tsunami destrozó los sistemas de refrigeración y de alimentación eléctrica de las centrales: se produjeron tres grandes explosiones de hidrógeno en los reactores 1, 2 y 3, y un incendio en la piscina del reactor número 4.
Sin embargo, asegura que pese al tiempo transcurrido, la situación "sigue sin controlarse" y aún no se puede entrar en los reactores que están fundidos total o parcialmente por el alto nivel de radiactividad.
El estado de los reactores se ha conocido mediante la medida de la emisión de muones, una partícula que se produce en la fisión y se detecta en rayos cósmicos y grandes aceleradores.
Además, Castejón añade que "lo más probable" es que se tendrán que construir sarcófagos para cubrir los reactores y preservar al mundo de las emisiones y evitar que la zona cero de Fukushima sea como la de Chernóbil.
Igualmente, denuncia que la descontaminación que el Gobierno de Japón realiza para permitir que la población pueda volver a sus casas resulta "insuficiente" porque el nivel de tasa de dosis radiactiva permitida es de 20 milisievert al año (mSv/año) que es "un nivel demasiado alto".
En concreto, expone que los límites para el personal profesionalmente expuesto son 50 mSv/año, con un máximo de 100 mSv en cinco años pero advierte de que la población general no cobra peligrosidad ni está sometida a controles médicos, así como de las dosis recibidas, a diferencia de las personas trabajadoras de la industria nuclear.
Asimismo, apunta que se ha renunciado a descontaminar las zonas boscosas en las que se han encontrado puntos calientes con más actividad que ese límite radiactivo.
Por ello, alerta de que las incidencias de la radiactividad sobre la mortalidad y la salud de los habitantes de la zona se verán en toda su intensidad en un par de décadas.
Hasta el momento, el número de cánceres de tiroides en los más de 300.000 niños de la prefectura de Fukushima ha aumentado sustancialmente y se ha multiplicado por un número que oscila entre 15 y el 50, según diferentes cálculos.
Entre los retos principales, Castejón señala que en estos cinco años, el principal problema ha sido luchar contra la constante fuga de agua radiactiva al mar, de modo que la contaminación radiactiva del lecho marino y de las especias piscícolas y la flora marina es un hecho sin precedentes.
De este modo, asegura que para Japón está resultando extremadamente traumático, pues un país volcado hacia la pesca y el consumo de algas es muy común.
Según datos de dos universidades de Japón, el coste del accidente supera los 80.000 millones de euros y el protocolo de París, que regula las indemnizaciones a realizar por los propietarios de las centrales, ha fijado el techo de entre 750 y 1.200 millones de euros, lo que a su juicio "resulta irrisorio".
El portavoz de Ecologistas lamenta que en España no se han aprendido las lecciones de Fukushima ya que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) todavía se está planteando la reapertura de la central de Santa María de Garoña (Burgos) que "es idéntica" al reactor número 1 de Fukushima, que empezó a funcionar en el mismo año, 1971.
"Los planes de emergencia nucleares no se han reformulado todavía para tener en cuenta las lecciones de aquel accidente y las llamadas pruebas de estrés no han sido suficientemente rigurosas", insiste.
Castejón, experto nuclear, destaca también que el accidente de Fukushima ha introducido una nueva variable, los sucesos externos a las plantas que no se pueden prever, por lo que la seguridad nuclear no se puede garantizar al 100 por 100.
Por ello, considera que dada la "incertidumbre y el riesgo, lo más sensato es proceder al cierre escalonado de las centrales nucleares, sobe todo teniendo en cuenta que existen alternativas más limpias y seguras".