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MADRID, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -
La frase "esta no es una huelga champiñón" se repite en las asambleas explicativas de la huelga feminista convocada para el próximo 8 de marzo, porque insisten en que no es una movilización que haya salido de forma espontánea "tras un poco de lluvia", sino que es fruto de un caldo de cultivo que el movimiento feminista ha venido "regando" en España durante los últimos cuarenta años.
Lo explica la vocera de la Comisión 8 de Marzo María Álvarez a Europa Press. Ella es una de las encargadas de 'expansión' que informan en barrios y pueblos sobre el por qué de esta movilización que se prevé masiva en las calles y que es además histórica, pues nunca antes se había convocado un paro oficial para pedir igualdad de género en España.
"Si vemos las diferentes etapas, siempre ha habido un movimiento feminista en España que ha ido denunciando las diferentes situaciones y promoviendo cambios", señala Álvarez, que cita la ley del divorcio, el acceso a derechos sexuales y reproductivos o el acceso y la permanencia en el mercado laboral como ejemplo de que "nunca se ha parado de trabajar".
El por qué ahora y no antes una movilización como la prevista, lo encuentra así en toda una trayectoria previa, pero destaca hitos en la historia más reciente: Las jornadas de la Coordinadora Feminista de 2009 "insuflaron oxígeno", con la participación de 3.000 mujeres y el 15-M fue "una reactivación del movimiento feminista" tanto en construcción de discurso como en organización.
Un gran punto de inflexión tuvo lugar un año después, el 7 de noviembre de 2015, cuando miles de mujeres se dieron cita en Madrid en una marcha estatal contra las violencias machistas para exigir que este asunto fuese una cuestión de Estado, "y todo esto en un contexto internacional de movilización de las mujeres".
"No estábamos solas", comenta, en relación a iniciativas como el 'Ni Una menos' nacida en Argentina y extendida a todo el mundo hispanohablante contra los asesinatos y las agresiones sexuales a mujeres. De hecho, fue a partir de esta movilización como empezaron a convocarse los primeros paros internacionales de mujeres, que hoy llegan ya a medio centenar de países.
EL METOO Y LAS MARCHAS DE MUJERES
Se sumaron además a este "caldo de cultivo global" las Marchas de Mujeres de Washington y otras ciudades estadounidenses en enero de 2017 como contestación al machismo que encarnaba su recién elegido presidente, Donald Trump, un movimiento que tuvo manifestaciones "hermanas" también en otras ciudades del mundo y que según la lectura que hace Álvarez, hizo posible el resurgir del #MeToo: "Las mujeres se han encontrado, han arropado y se han animado a denunciar".
La vocera de la Comisión 8 de Marzo reconoce además, el poder de las redes sociales, que han facilitado la confluencia entre movimientos muy diversos de mujeres --"a todas nos aprieta el mismo zapato pero a cada una le roza en un sitio diferente"-- y la creación de espacios donde hacer posible una convocatoria estatal como la del próximo jueves, que no se llevó a cabo con la misma intensidad el año pasado, pese al llamamiento internacional, porque aún se estaban tejiendo las redes.
"Cuando recibimos la convocatoria y pensamos en cómo adaptarla a nuestra realidad, nos dimos cuenta de que sólo teníamos dos meses para organizarlo y decidimos hacer paros simbólicos(...) pero cuando hicimos la evaluación días después, vimos claro que había ganas de hacer huelga y el hecho de que estuviera conectado a nivel internacional, que no era sólo en Madrid, sino en Buenos Aires, en Londres, en Estados Unidos... Cuando ves que tenemos los mismos motivos, todo cobra sentido", afirma.
Los trabajos comenzaron en abril del año pasado y la convocatoria oficial de huelga se selló en un acto en Zaragoza el pasado mes de enero al que acudieron cientos de mujeres de todo el país, articuladas en la Comisión 8 de Marzo, al frente del proceso. Se pactó un manifiesto de mínimos denunciando la desigualdad, el machismo y la violencia y se acordó promover un paro en cuatro áreas: laboral, de cuidados, estudiantil y de consumo.
EL 9 DE MARZO
"La clave es que hay un caldo de cultivo, no podemos resumirlo en que el feminismo esté de moda. No podemos invisibilizar el trabajo que tiene detrás y que de manera sostenida se ha ido cultivando a lo largo del tiempo. Ahora es, porque fuimos antes", reflexiona.
Aunque hay reivindicaciones como la libertad y la erradicación de la violencia que siempre han estado vigentes, en 2018 hay nuevos enfoques. "Yo crecí gracias a que mi madre y las demás fueron valientes al comprometerse en decidir cuál era la vida que querían llevar y que rompía mucho con el modelo social esperado. Ellas nos enseñaron que teníamos que ser valientes. Nosotras ahora queremos ser libres. No queremos ser valientes para volver de noche a casa. Queremos cambiar las calles", apunta.
De igual manera, incide en que las mujeres ya no buscan "un reconocimiento legal de las cosas", quieren que estas se lleven a la práctica. Sitúa como ejemplo el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, el acuerdo global que se reivindicaba en las calles el 7 de noviembre de 2015. "Ahora no nos podemos quedar en el pacto como tampoco nos podemos quedar en las leyes, queremos que se cumpla", añade.
Por eso, cuando se le pregunta qué pasará el 9 de marzo, incide en que el movimiento feminista "no está pensando en el 9, en el 11 o en el 20, sino en la primavera y el otoño del año siguiente": "No es que esperemos con esto vayan a cambiar las cosas, es que vamos a promover que las cosas cambien. Nosotras hemos llegado hasta aquí, sí, pero hemos venido para quedarnos".