Actualizado 17/04/2015 14:01

El idioma, barrera frente a las víctimas extranjeras de violencia machista

"Firmé muchos papeles sin saber qué estaba firmando y ahora me dan miedo las cosas de abogado, de la justicia", declaró una mujer

   MADRID, 17 Abr. (EUROPA PRESS) -

   Una investigación realizada entre 600 profesionales de la judicatura, la policía, la abogacía, el trabajo social, la medicina, la psicología y la traducción ha llegado a la conclusión de que en general, los agentes que trabajan con mujeres extranjeras víctimas de violencia de género no entienden su idioma y se sirven o de contactos de la propia mujer o de intérpretes sin formación específica para poder entrevistarlas. Algunas de ellas acaban firmando papeles que "no comprenden".

   Se trata de las conclusiones del proyecto europeo "Speak Out for Support" (SOS-VICS), cofinanciado entre el Programa de Justicia Penal de la Unión Europea y nueve universidades españolas, que ha presentado en rueda de prensa este viernes la coordinadora en la Universidad de Vigo, Maribel del Pozo; junto a representantes de la Asociación Libre de Abogados, la Asociación Profesional de Traductores e Intérpretes Judiciales y Jurados, la Universidad de La Laguna y el Departamento de Traducción de la Representación de la Comisión Europea en Madrid.

   Se desarrolló entre 2012 y 2014 y parte de una encuesta realizada a  586 profesionales de todo el país y entrevistas intérpretes y mujeres afectadas. Concluye que aproximadamente la mitad de los agentes que en el ámbito policial, sanitario, social y judicial trabajan con víctimas extranjeras de maltrato no hablan inglés o sólo lo chapurrean. Sólo el 3,2% dice manejarse "muy bien" en esta lengua. Cuando se trata del francés, la mitad no habla "nada" y un 6% lo hace "bien".

   Pese a ello, cada uno de los encuestados atendió de media a 48,24 víctimas de violencia de género foráneas en el año anterior a la encuesta. Los idiomas más frecuentes entre ellas eran el árabe y el rumano, pero también el ruso, el polaco, el japonés o el urdu. No en vano, el 32,1% de los agentes considera que la principal barrera al atenderlas fue precisamente el lenguaje.

ENTREVISTAR "CON GESTOS" A UNA VÍCTIMA EXTRANJERA

   En este sentido, la investigación apunta que el 69,8% de los encuentros entre profesionales-víctimas se desarrollaron en un idioma que la mujer decía comprender, pero el 9,2 por ciento utilizó el castellano y el 6% se valió de gestos o nociones en inglés o francés. El 36,5% afirma que "no hay un protocolo para recurrir a un intérprete" en estos casos. Cuando lo hay, el 51% dice que se aplica y el 42,7% no lo sabe o no contesta.

   "¿Cómo se solucionan entonces los problemas de comunicación?", plantea la investigación. Según el estudio, lo más común es que el agente pida a la víctima de violencia de género "que traiga a alguien que le ayude" (36,4%), recurriendo a "alguien externo que se pueda comunicar" con ella (33,2%) o a "un compañero que se entienda con la víctima" (30,7%).

   No obstante, tres de cada cuatro agentes han recurrido a intérpretes en alguna ocasión, ya sea de una empresa concertada o por teléfono. En más de la mitad de los casos, se informa al intérprete del tipo de servicio que va a prestar. En el 65,4% de los casos se informa también a la víctima de la función del traductor, ya sea con un folleto (48%) o con gestos (47,2%), aunque en general (52%) no se le explica que tiene derecho a cambiar de intérprete.

   "Reclamamos la profesionalización de los intérpretes que intervienen en los procesos judiciales y policiales, ya que actualmente se permite la contratación de cualquiera a través de macro empresas de interpretación y ello conlleva que a menudo, se contrate a personal no cualificado que por supuesto no está especializado, ni en tribunales ni en violencia de género", señala Del Pozo.

   Aunque conforme los resultados, algo más de la mitad de estas entrevistas se realizan en un espacio reservado, en el 26,1 por ciento de los casos no es así. También concluye el estudio que en general, no se deja a solas al intérprete con la víctima ni se solicita que resuma las intervenciones.

   Entre los problemas más frecuentes, la falta de disponibilidad horaria del intérprete (7,7%), su desconocimiento de la terminología (7,4%) que mantiene conversaciones con la víctima que luego no traduce (6,5%). Sólo en el 26% de los casos el intérprete vuelve a ver a la mujer.

   Los expertos reclaman la transposición de la Directiva 2010/64/de 20 de octubre de 2010 relativa al derecho a interpretación y traducción en los procesos penales y la Directiva 2012/29 por la que se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las víctimas de delitos. "Estas normas garantizan por ley la calidad de la interpretación durante el proceso como garantía a un juicio", explican. Además, solicitan la creación de un registro nacional de intérpretes independientes y cualificados.

ESTABAN COHIBIDAS

   Preguntados por la situación en que se encontraron a estas mujeres, los profesionales responden que "esperaban ser consoladas" (48,3%), no hablaban el idioma con fluidez (33,3%), estaban cohibidas y no se atrevían a hablar (32,4), había otra persona hablaba por ellas (15,9), no sabían leer y/o escribir (15,9) o no se encontraban en situación de poder comunicarse por un shock o un trauma.

   Para seis de cada diez profesionales encuestados es "muy importante" disponer de habilidades comunicativas para poder atender a estas mujeres, como también lo son el conocimiento de recursos sociales, conocimientos jurídicos, nociones de psicología en violencia de género, idiomas y conocimientos médicos.

   "Firmé muchos papeles sin saber qué estaba firmando, ¿entiendes? y estoy ahora con tanto miedo, que me dan miedo las cosas de abogado, de la justicia, porque firmé papeles que me perjudicaron por no saber leer ni tener un intérprete ni nada", dijo una víctima brasileña de 43 años a los investigadores.

   Con todo, más del 90% de los agentes había recibido formación especializada en violencia machista, especialmente entre los del ámbito judicial (97,8%) y en menor medida, en el ámbito sanitario (72,6%). Se trataba en la mayor parte de los casos de cursos (74%), aunque también conferencias (36%) y talleres (24,75%). Cuatro de cada diez consideran que esta preparación fue insuficiente.

BUENAS PRÁCTICAS Y POR LEY

   Como resultado de la investigación, el proyecto SOS-VICS ha creado una serie de recursos para mejorar la situación. "Para el proyecto era

importante que además de constatar los problemas se aportaran soluciones aprovechando todo el conocimiento generado entre las universidades y los profesionales que colaboraron", explica Del Pozo.

   Carmen Toledano añade que se han creado materiales para la formación de intérpretes que trabajan en violencia de género (un manual y una web de formación) que les permiten conocer las diferentes fases y escenarios de atención a las víctimas e identificar con casos prácticos, las posibles dificultades de comunicación. Además, se ha presentado una guía de buenas prácticas y materiales informativos en distintos idiomas dirigidos a las víctimas.