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Esta semana se celebran en todo el mundo manifestaciones para conmemorar el Día Internacional de la Mujer
MADRID, 5 Mar. (EUROPA PRESS) -
India es uno de los peores países del mundo para nacer mujer, ya que más del 70% son sometidas regularmente a la violencia, pero si además enviudan, acaban muertas socialmente. Todavía persiste en este país la idea de que las viudas traen mala suerte e, incluso, se las considera culpables de la muerte de sus maridos.
En total, en India hay 46,4 millones de viudas, según el último informe 'The Global Widows Report' de Loomba Fundation, con datos de 2015. Es el país con más mujeres en este estado civil, que representan el 3,4% de su población (más de 1.300 millones de personas), y es un colectivo que ha crecido en las últimas décadas.
La mayoría vive en situación de pobreza extrema, pues son desalojadas forzosamente junto a sus hijos del hogar por la familia de su difunto esposo, que le confisca todos los bienes, incluidos los utensilios básicos de cocina.
No está bien visto que se vuelvan a casar, aunque sean muy jóvenes, pero es que, además, es casi imposible que reúnan dinero para una nueva dote, requisito imprescindible para poder contraer matrimonio en este país. Y si tienen hijos, como ocurre en la mayoría de los casos, su situación se complica aún más, ya que la familia de un posible segundo marido podría no aceptarles.
Se las discrimina, aislándolas de eventos sociales y religiosos, e incluso en algunas comunidades evitan cualquier tipo de contacto visual o físico con ellas. Algunas además, padecen enfermedades contagiosas, como VIH, lo que las condena a un triple estigma: mujer, viuda y portadora del virus.
Encontrar trabajo es una quimera, sobre todo en las zonas rurales, lo que lleva a miles de mujeres viudas a emigrar a Arabia Saudí como empleadas domésticas, bajo el yugo de mafias de explotación y tráfico de personas, mientras otras acaban en grandes ciudades como Calcuta ejerciendo la prostitución.
"CONFÍO EN QUE ESTO CAMBIE, PERO HAY QUE LUCHAR"
Durgamma vive en Pandikunta, un pequeño pueblo del distrito de Anantapur, con la menor de sus hijas. Hace nueve años que su marido falleció de un ataque al corazón, dejándola a ella sola al frente de la familia. Desde entonces, ha tenido que soportar las creencias de vecinos y amigos que consideraban que traía mala suerte por haber enviudado.
A pesar del repudio de su familia y de la de su marido, Durgamma terminó sus estudios básicos, consiguió un préstamo del fondo de desarrollo para la mujer de la Fundación Vicente Ferrer (FVF) y ahora trabaja como agricultora y ayudante de guardería. Ella es el ejemplo de que la situación de desamparo al que se ven abocadas las viudas en India, puede revertirse, gracias también al apoyo de sus hijos.
"El estigma social ha sido su mayor escalón, pero las cosas pueden cambiar, y para ello hay que luchar", señalan a Europa Press desde esta organización, que cuenta con dos programas especiales destinados a viudas de agricultores, presionadas por los prestamistas, así como a mujeres viudas de enfermos de VIH.
Aunque Durgamma ha podido encauzar su vida, asegura que "lo más difícil de superar" son las creencias y supersticiones de la gente. Cuenta que madruga mucho para ir al campo para eviatar cruzarse a la gente por la calle porque hay personas que piensan que les irá mal el resto del día por su culpa.
"He dejado de asistir a eventos y bodas porque si no salen bien me culpan de ello. Mi hija mayor se casó y mi propia familia no me dejó estar a su lado en la boda porque creían que podía ser perjudicial para ella y su marido", lamenta.
Con el préstamo de la FVF compró varias cabras, que alimenta, engorda y vende por el doble. Este trabajo lo compagina con el cultivo de las tierras de un terrateniente y con sus funciones como ayudante en una guardería. Su objetivo es que sus tres hijos vayan a la Universidad, pero también quiere acabar con el estigma de las viudas: "Creo que en la generación de mi hija será distinto, pero hay que luchar".
"CUANDO TIENES VIH, O ERES VALIENTE O NO SOBREVIVES"
En India, ser viuda y portadora de VIH multiplica el riesgo de exclusión social y la discriminación. Es el caso de Parvathi (nombre ficticio), cuyo marido murió como consecuencia de este virus hace nueve años. Su hija de diez también lo padece, aunque todavía no lo sabe.
Parvathi, que vive en la comarca de Motukupalli, es una de las más de 430 mujeres que participan en el proyecto de 'sanghams' --asociaciones de mujeres-- de la Fundación Vicente Ferrer. Cada mes se forman grupos de entre 10 y 15 viudas con VIH para apoyarlas emocionalmente, hablar de la educación de sus hijos e hijas y asesorarlas en su enfermedad y tratamientos.
A través del 'sangham' ahorran dinero al mes entre todas sus integrantes y tienen acceso a los microcréditos de la FVF para impulsar sus propios negocios y poder vivir de forma independiente.
"Mi marido tenía el virus pero no quería aceptarlo y se negaba a ir al hospital para obtener un tratamiento gratuito. Entonces, nuestra hija de nueve meses se puso enferma. Fuimos al hospital e ingresaron a los dos. Las enfermeras me convencieron para que nos hiciéramos las pruebas de diagnóstico, mi marido se negó a aceptar que ambas tuviéramos también el VIH y nos dejó solas allí", cuenta esta mujer, que permaneció un mes en el centro hasta que la menor se recuperó.
Al poco tiempo, su marido murió y Parvathi se fue a vivir a casa de sus padres con su hija. Como a la mayoría de las viudas, a ella también su suegra le culpó de la muerte de su esposo y la acusó de haberle contagiado el virus, cuando en realidad fue al revés. "Cuando tienes VIH, o eres valiente o no sobrevives en la sociedad", asevera.
La mayoría de la gente de su pueblo no sabe que tiene sida, aunque algunos lo sospechan y le dicen que está débil como consecuencia de alguna enfermedad. A Parvathi no le importa, pero lo que no le gusta es que hablen de ella a sus espaldas: "Cuando voy al hospital, hablo con hombres del pueblo que también tienen VIH, pero una vez fuera hacemos como si no supiéramos nada".
VIUDAS E 'INTOCABLES'
Kalangarai, la organización socia de la ONG española Alboán en India, trabaja para concienciar a las viudas de Tamil Nadu de su situación para que "deshagan estas ideas falsas". Desde 2016 ha formado 124 grupos con un total de 1.680 mujeres, de las cuales un 85% son viudas.
Su objetivo es conseguir que estas mujeres, en su mayoría de la casta 'dalit' o 'intocable', "sean conscientes de los problemas inhumanos que padecen en nombre de las costumbres culturales", según haN explicado a Europa Press desde esta ONG, que advierten del "nulo" conocimiento que este colectivo tiene del marco legal que las protege.
Asimismo, señalan que mientras trabajan con las viudas contra esta "identidad impuesta", también apelan a la conciencia de la sociedad para parar estas prácticas "injustas". Su labor se centra en tres ejes: refuerzo organizativo de los grupos y apoyo psicosocial; actividadesformativas sobre derechos de las mujeres, agricultura ecológica y otras actividades generadoras de ingresos, así como habilidades para hablar en público y de liderazgo.
"Lo que le diría a las viudas es que tengan confianza en sí mismas. Yo he logrado tener identidad propia. No somos esclavas de nadie. No debemos renunciar a nuestros derechos, debemos aprovecharlos", afirma Komathi, una mujer de la comunidad 'dalit', que enviudó en 2003 y que desde entonces ha luchado para darle una buena educación a sus tres hijos. La ONG Kalangari formó un grupo de mujeres en su pueblo, del que Komathi ha sido su líder durante 14 años.
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