MADRID, 27 Ene. (EUROPA PRESS) -
Alumnos de primero de Bachillerato del Colegio San Agustín y alumnos del Centro de Formación para el Empleo (CFE) de Fundación Juan XXIII Roncalli se han formado para desarrollar un segundo videojuego diseñado específicamente para dos personas con discapacidad del Centro de Día de la fundación, una iniciativa que persigue poner la tecnología al servicio de la sociedad y acercar la discapacidad a los jóvenes, según ha detallado a Europa Press la directora de innovación de la fundación, Rocío Alonso Vallín.
"El objetivo es abordar actividades formativas con alumnos en donde se trabajen aspectos de tecnologia y emprendimiento junto con aspectos relacionados con una educación en valores, así como acercar a los jóvenes a la comprensión de la diversidad. Además, han comprendido que la mejor aplicación de la tecnología es ayudar a las personas con necesidades diferentes", ha explicado Alonso.
De este modo, alumnos con discapacidad y alumnos sin discapacidad han compartido una experiencia inclusiva de formación, trabajando bajo una metodología de modelo empresarial de factoría de software para generar un producto adecuado para un cliente, en este caso, dos personas con necesidades especiales, Pilar y Jesús.
El videojuego tiene como objetivos mejorar la capacidad de comunicación e interacción con el entorno, la memoria y la atención de los usuarios del Centro de Día destinatarios, recurriendo para ello a sus mayores hobbies o sus colores y música favorita, con el fin de que sea totalmente personalizado.
"Lo diferente de este segundo videojuego es que lo hemos hecho con alumnado de un centro educativo. Durante el proyecto hay contacto entre las personas a las que va destinado y los alumnos, por lo que pueden saber lo que éstas personas necesitan: sus intereses, necesidades y sueños", asegura.
La iniciativa se ha enmarcado dentro del proyecto 'Videojuegos para la inclusión', que aplica una metodología de formación inclusiva en la que todos los alumnos han aprendido robótica y programación juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, pudiendo optar a las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo.
Además, para los alumnos ha supuesto también una primera toma de contacto con el mundo laboral, ya que se han organizado por departamentos (comunicación, diseño, programación) como si fueran profesionales en una empresa de desarrollo de software.
"Con este proyecto, no solo hemos conseguido que los alumnos participantes aprendan sobre nuevas tecnologías, sino que también afiancen valores como la solidaridad o la sensibilización hacia la discapacidad intelectual", añade.
Una vez desarrollados, los videojuegos se entregan a sus destinatarios en un evento participativo. Después, se realiza un seguimiento de los resultados para conocer qué impacto tienen en el desarrollo de capacidades y en la motivación de los usuarios y detectar aspectos a "mejorar o incorporar" para futuros videojuegos.
"La idea que tenemos es acercar este tipo de proyectos al ámbito educativo para crear meodologías que hagan que ese conjunto de educación en valores tenga un sentido completo. El objetivo no es tanto el desarrollo sino generar una serie de competencias en las personas que participan", indica.
OCIO INCLUSIVO
Los dos videojuegos desarrollados pueden ser utilizados también por otras personas con discapacidad, que puedan tener necesidades similares de mejora de sus capacidades, adecuando para ello el videojuego a sus intereses y gustos personales.
Este proyecto ha sido subvencionado por la Dirección General de Servicios Sociales e Integración Social de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid en el marco de Proyectos de Innovación Social 2018.
Se trata de la segunda acción de estas características llevada a cabo por Fundación Juan XXIII Roncalli. El primer videojuego se desarrolló el pasado mes de junio por parte de los niños del Campamento de Verano de la Fundación, para los hijos de sus trabajadores, también destinado a una usuaria del Centro de Día.