MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -
El riesgo de pobreza infantil ha aumentado el 35,5% en los hogares donde solo trabaja uno de los padres. Esta es una de las conclusiones del estudio 'Objetivo: paliar la pobreza infantil', publicado por el Observatorio Social de 'la Caixa'.
El estudio incluye el informe 'El impacto persistente de la crisis económica e la pobreza infantil', firmado por Sara Ayllón, investigadora del departamento de Economía de la Universidad de Girona, quien destaca la estrecha relación entre pobreza infantil y mercado de trabajo, y no solo como consecuencia de la crisis económica.
Ayllón hace un diagnóstico de la evolución de la pobreza entre los años 2008 y 2018, y examina cómo la recesión económica tuvo importantes consecuencias en los niños, agravando la "situación ya preocupante" antes de la crisis.
El artículo especifica que el riesgo de pobreza infantil varía según la composición familiar y la situación laboral de los padres. Cuando solo uno de los dos progenitores está empleado, vivir con ambos no garantiza una vida digna. Al inicio del periodo estudiado, en 2008, más de tres de cada diez niños en esta situación vivían bajo el umbral de pobreza anclada (35,5 %).
El panorama para este grupo no ha mejorado y en 2018, el 48,1 por ciento de los niños en este tipo de hogares vivían en la pobreza. Los más vulnerables son aquellos niños en familias en las que ninguno de los dos progenitores trabaja. En 2018, eran pobres ocho de cada diez menores en esta situación, frente a los siete de cada diez de 2008. A estos les siguen los niños que crecen en familias monoparentales en las que el padre o la madre no trabaja.
Además, según el estudio, en 2008 eran pobres el 71,7 % de los niños que vivían en hogares con baja intensidad laboral
--es decir, donde las familias apenas tienen ingresos del mercado laboral y trabajan menos del 20 % de su potencial--. En 2018, esta cifra aumentó, y ya son más de ocho de cada diez.
RADIOGRAFÍA DE LA POBREZA INFANTIL
La radiografía muestra cómo España tiene actualmente una de las tasas de pobreza infantil más elevadas de Europa. Tomando como referencia la pobreza relativa --indicador que considera a aquellos que viven en hogares con rentas inferiores al 60 % de la renta mediana equivalente--, la tasa era alta ya en 2008 (26,9 %), y alcanzó su máximo en 2014 (30,2 %), bajando ligeramente después
a medida que crecía la economía. En 2018, el 26,6 % de los niños se encontraban por debajo del umbral de pobreza relativa en España.
Los datos de pobreza anclada no son más optimistas. En seis años, entre 2008 y 2014, la pobreza anclada se incrementó en 12 puntos porcentuales entre la población infantil, del 26,9 al 38,9 %. Al igual que sucedió con la pobrezarelativa, a partir de la mejora de la situación económica general, la tasa de pobreza infantil disminuyó hasta el 29,9 % en 2018.
El dosier también contiene el estudio 'Las transferencias a la infancia como mejor método para luchar contra la pobreza infantil', de Elena Bárcena, Carmen Blanco y Salvador Pérez, investigadores de la Universidad de Málaga.
Según este informe, concentrar las ayudas monetarias en la infancia es tres veces más eficaz para combatir la pobreza infantil que canalizarlas hacia toda la población en función de su nivel de renta.
Los autores estiman que un incremento del 1 % en el gasto en transferencias condicionadas a la renta, como por ejemplo los subsidios de desempleo, reduce la probabilidad de que un menor esté en riesgo de pobreza entre el 2 y el 2,3 %.
En cambio, si se incrementa el mismo porcentaje en el gasto
destinado únicamente a la infancia, como puede ser la prestación por
nacimiento y cuidado de un menor, esa probabilidad disminuye entre el 5,7 y el 6 %.
En términos relativos, en 2016 España apenas destinaba el 3,3 % del total de transferencias a la infancia, frente al 9 % de la media europea. Este dato sitúa a España en uno de los cinco países por la cola en la Unión Europea en este tipo de ayudas a la infancia.
La cuantía de las transferencias infantiles es escasa, pero además estas ayudas tienen un impacto reducido. Los datos sugieren que España es uno delos países europeos que menos reducen la tasa de riesgo de pobreza infantil mediante el conjunto de ayudas monetarias.
Según los autores, Austria, Dinamarca, Suecia y Alemania tienen un gastosocial más elevado y cuentan con ayudas universales de protección a lainfancia, como por ejemplo la prestación por hijo, que benefician a una población más amplia y tienden a ser más generosas, lo que genera un considerable apoyo social y, por lo tanto, un menor riesgo de sufrir recortes en épocas de austeridad