Fragmento del documental 'Misión en Battambang' de Kike Figaredo - KIKE FIGAREDO Y LA ONG SAUCE
MADRID, 13 Oct. (EUROPA PRESS) -
El documental 'Misión en Battambang', sobre el trabajo que realiza Kike Figaredo con niños de Camboya, muestra "cómo responder a las necesidades de las personas que viven en los márgenes de la sociedad y cómo colaborar para transformar sus vidas, para que sus vidas sean plenas y se puedan reconocer como seres humanos de primera y no personas abandonadas, rechazas o descartadas de la sociedad".
Así lo explica a Europa Press el prefecto apostólico de Battambang, Kike Figaredo, quien aclara que los protagonistas de este documental son cinco niños que vienen de situaciones "muy difíciles". "Con nuestro vídeo, queremos mostrar que necesitamos seguir colaborando para que no haya personas descartadas, para que estén todos incluidos, se reconozca su dignidad y su potencialidad", apostilla.
Figaredo explica en el documental --de la ONG Solidaridad, Ayuda y Unión Crean Esperanza (SAUCE)-- que Camboya "tiene que salir del pozo a la luz" y, para ello, necesitan ayuda. "Los camboyanos son los que tienen que salvarse a sí mismos, nosotros tenemos que dar fuerza y capacidad a los camboyanos", subraya.
Según señala, trabajan con niños cuyas vidas están "rotas o truncadas". "Les decimos: 'Tú vales'. Y los sueños van para delante", asegura el prefecto, que se define como "prefecto apostólico para todos, no solo para los católicos". "Estoy aquí para trabajar para todos con enfoque a los pobres", enfatiza.
Uno de los niños, Sameth, de 13 años, cuenta que cuando volvía de pasear las vacas vio una mina. "La cogí y la golpeé, cuando explotó no podía ver nada", cuenta. El pequeño perdió prácticamente la vista y una mano, pero ahora gracias a la ONG de Kike Figaredo y con la ayuda de un frontal y una lupa, estudia por la noche para labrarse un futuro.
UN PAÍS DEVASTADO POR LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
El documental muestra la realidad de Camboya, un país devastado por las consecuencias de la guerra y en el que las minas antipersonas continúan causando estragos en la población más desfavorecida, a través de la historia de cinco niños: Toi, Wanarí, Pailou, Shameth y Sokmalí, que hoy pueden imaginar un futuro esperanzador gracias a la labor de la ONG SAUCE de Kike Figaredo y sus voluntarios.
Atardece en el lago Kamping Puoy. Cinco niños llegan a la orilla sonriendo y jugando. No serán vendidos ni esclavizados por mil dólares, tendrán un mañana y podrán ser dueños de su futuro. En sus cuerpos son fácilmente visibles las consecuencias de la crueldad de una guerra sin retorno.
El lago en el que juegan los niños fue horadado durante la dictadura de Pol Pot a mano por decenas de miles de camboyanos esclavizados y muertos bajo fosas de cal y arena. Pero Toi, Wanarí, Pailou, Shameth y Sokmalí sí tienen futuro. Hoy, estos niños podrán ser profesores, futbolistas, bailarines o médicos, ya que en sus vidas se cruzó Kike Figaredo, Prefecto Apostólico de la Prefectura de Battambang (Camboya).
Según asegura Kike Figaredo a Europa Press, los pequeños han llegado a España y "se sienten muy agradecidos por la acogida". "Todo el mundo ha sido buenísimo con ellos", apunta, para después añadir que ahora están "viviendo con una familia y los tres niños de la casa les han acogido fenomenal".
"Ellos son muy simpáticos y, allá por donde vamos, crean simpatía. Hay química. Ellos se sienten reconocidos, queridos, cuidados", sostiene el prefecto apostólico de Battambang, que agrega que el mensaje que envían estos cinco pequeños es que, en la actualidad, pueden estudiar porque les han ayudado. "Por favor, ayudádnos a que en nuestros pueblos haya escuela", señala Figaredo, parafraseando a los niños.
De esta forma, Kike Figaredo hace hincapié en la importancia de la inversión en educación, algo que considera "fundamental". "Es la llave que abre la puerta para que las personas se puedan desarrollar en sus capacidades, pero también para que las comunidades y un país entero pueda salir adelante", defiende.
"La educación es la inversión primera", recalca, que aboga por "una educación que transforme, que pueda dar unos valores básicos, buenos, de solidaridad, de respeto y de trabajo en común, y que ayude a pensar, a reflexionar, a ver las cosas con positividad, y no simplemente conocimiento".
EL 'OBISPO DE LA SILLA DE RUEDAS'
Es conocido como el 'Obispo de la silla de ruedas', pero ellos le llaman Lopok, 'Padre' un término enraizado en el budismo y regado por el mensaje de Jesucristo. Camboya vive hoy tiempos de paz, pero las minas antipersonas continúan causando estragos en la población más desfavorecida: muertos, amputaciones, ceguera, etcétera.
Esa realidad impactó a un joven Kike Figaredo que al llegar a Camboya en los años 80 y adentrarse en las aldeas más remotas, decidió quedarse en el país asiático y crear un proyecto para dar una segunda oportunidad a estas personas. Desde entonces ha repartido más de 30.000 sillas Mekong a 30.000 personas que han pasado de arrastrarse por el suelo a sentarse en una silla y poder relacionarse y desarrollar sus capacidades con los demás.
Kike Figaredo es un jesuita asturiano que ha dedicado cerca de 35 años de su vida al cuidado de los más necesitados. Kike comenzó su trabajo en 1985 en campos de refugiados cerca de la frontera entre Tailandia y Camboya, centrándose en el apoyo a personas con discapacidades.
En 1991 fundó Banteay Prieb (Casa de la Paloma), cerca de Phnom Penh: un centro de formación profesional para personas con discapacidad en el que actualmente estudian más de 200 estudiantes y donde se creó la famosa silla de ruedas 'Mekong', produciendo y distribuyéndo más de 1.400 ejemplares de esta silla en todo el país.
Para apoyar a Kike en sus proyectos e iniciativas, nació en 2001 la ONG Sauce, que apoya de manera incansable los proyectos de la Prefectura en el norte de Camboya. La misión de SAUCE es trabajar unidos para brindar oportunidades con la esperanza de que los camboyanos tengan un futuro mejor, con especial atención a las personas con discapacidad, las personas en situación vulnerable o de extrema pobreza y por supuesto, los niños y jóvenes.