Propone construir buenas carreteras por todo el país para hacer llegar la civilización a todos
MADRID, 11 Ene. (EUROPA PRESS) -
Con un techo y dos comidas al día por persona, antes de cinco años se produciría "un milagro" en Haití o al menos así lo cree Elie Bruny, un empresario haitiano que dirige su propia compañía de transporte de personas en Haití 'Bruney International Network - Educat Transport Services' y que vivió el terremoto que sacudió su país hace dos años dejando más de 220.000 muertos, unos 300.000 heridos y 1,5 millones de desplazados.
Elie, casado y con tres hijos, tuvo la suerte de salvar la vida, al igual que su familia, a diferencia de otros muchos haitianos. Pero ya no se trata sólo de una cuestión de vida o muerte pues, 24 meses más tarde, muchos que sobrevivieron aún no tienen un hogar en el que guarecerse ni suficientes recursos para alimentar a sus propios hijos.
"A veces, puedes ver personas que parecen tener problemas mentales en la calle, pero si les llevaras a un lugar y les dieras una alimentación normal, te sorprenderías al ver qué normales son esas personas", ha señalado este haitiano en declaraciones a Europa Press.
Pero esto no sólo les ocurre a los haitianos adultos sino también a los más jóvenes pues muchos de ellos, debido a su debilidad física y, por tanto, mental, son obligados por los médicos a dejar sus estudios.
"¿Cómo van a poder estudiar cuando abandonan sus casas por la mañana con el estómago vacío o concentrarse en clase cuando no sólo están hambrientos sino que además están pensando lo que se encontrarán al llegar a su casa?", se ha preguntado Elie, al tiempo que ha lamentado los "muchos líderes" que ha perdido Haití por estos motivos.
Dos años después del terremoto, las consecuencias del mismo aún son "evidentes" en las calles, como los escombros de Iglesias y edificios públicos derruidos tras el seísmo, las miles de tiendas que ocupan los campamentos de desplazados, la basura amontonada en las calles o el coste de la vida que cada vez se hace "más y más caro" incluso en los alimentos básicos.
Para entender esto, hay que saber primero que Haití es uno de los países más pobres del mundo y que la situación de miseria no es sólo fruto del terremoto sino de una historia de expolio y corrupción desde su descubrimiento.
No obstante, más allá de los recursos materiales, hay que fijarse, tal y como dice Elie, en sus habitantes, los propios haitianos que han perdido a familia, amigos e incluso, en la mayoría de los casos, todo aquello por lo que habían trabajado duro durante años y que vieron hacerse añicos el día 12 de enero de 2010, al igual que se convirtieron en escombros las viviendas, escuelas, hospitales y hasta la catedral de Puerto Príncipe o el Palacio Presidencial que, dos años después sigue vencido hacia delante, como a punto de derrumbarse.
"Reconstruir Haití pasa primero por reconstruir el corazón, el cuerpo, la mente y el espíritu de los haitianos", ha asegurado Elie que, según ha afirmado, si tuviera autoridad en el país, pediría a los medios de comunicación emitir al menos dos horas diarias de un programa psicodinámico que ayudara a los haitianos a "desarrollar sus capacidades y a tener confianza en ellos mismos". "Haití no es realmente un país pobre sino un país cuya energía no se ha orientado aún en la dirección correcta y por las personas adecuadas", ha remarcado.
EL ANTES Y EL DESPUÉS
En cualquier caso, Haití, a pesar de la devastación que causó el terremoto y que no discriminó a casi ninguna zona del país, sigue teniendo dos caras, una mala --dentro de la pobreza y los escombros que se acumulan por las calles-- y otra mucho peor que se observa, según Elie, al bajar del coche y caminar alrededor de los campamentos de desplazados. "El mal olor ya te dice el tipo de vida que se tiene dentro, donde familias de cuatro, cinco, seis y más miembros conviven en un minúsculo espacio", ha explicado.
Si la vida antes de la catástrofe ya era complicada, según apunta este haitiano, tras el terremoto, la vida se ha hecho "más difícil que nunca" ya que, las familias se encuentran con grandes dificultades para alimentar a sus miembros, pagar su renta, así como para afrontar los costes de la escuela y de la universidad, pero aún les mueve la esperanza de que no pueden caer más profundo y de que tienen que salir adelante sea como sea.
COMUNIDAD INTERNACIONAL Y ONG
Para ello, según ha precisado Elie, necesitan ayuda de la comunidad internacional y de las ONG, así como personas responsables que gestionen bien los fondos que se destinan al país. Concretamente, Elie ha tenido la oportunidad de visitar algunas de las construcciones que la ONG española Manos Unidas apoya en Haití y ha subrayado que ha podido observar que se han hecho siempre "respetando la vida humana".
En general, ha aconsejado a todas las ONG que trabajan en el país que se aseguren de que su ayuda llega a las personas que realmente lo necesitan por medio de informes realizados por sus contrapartes en Haití y que no sólo se centren en la capital, Puerto Príncipe. Además, ha aportado algunas propuestas como construir "buenas" carreteras para que la "civilización" llegue a todos los habitantes y ofrecer becas a los estudiantes que terminan sus estudios.
En definitiva, los haitianos sólo podrán ver un "verdadero desarrollo" si, como dice el proverbio, se les enseña y proporciona las herramientas necesarias para pescar en lugar de darles el pez ya pescado, es decir, si se ayuda a los haitianos, a los que les ha tocado vivir así como le podría haber tocado a cualquiera, a ayudarse a ellos mismos.