Actualizado 09/12/2022 12:36

"10 motivos para tener una buena Ley de Cooperación Internacional". Por Ramón Almansa, de Entreculturas

Alumnas en el Chad. Entreculturas
Alumnas en el Chad. Entreculturas - DENIS BOSNIC

   Necesitamos una nueva Ley de Cooperación Internacional que responda a este momento y que exprese la naturaleza solidaria de los españoles y las españolas. Estamos de enhorabuena: esa norma, la Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global, que ahora mismo se encuentra en pleno trámite parlamentario, pronto verá la luz.

   Probablemente para buena parte de la opinión pública esta Ley de Cooperación quizás haya pasado desapercibida; por eso me parece imprescindible poner sobre la mesa por qué esta Ley era necesaria y por qué esta ley lejos de ser invisible puede hacer presente una política de hechos que haga justicia a la larga trayectoria de apuesta por la cooperación internacional de la ciudadanía de nuestro país. Intentaré sintetizar en 10 ideas por qué su aprobación es clave así como el seguimiento que de ella hagamos desde la sociedad civil.

   1.- Dignidad

   Esta es la Ley del "no dejar a nadie atrás", la que dará dignidad y esperanza a las personas que han quedado a orillas del desarrollo. Quiero poner esto como punto primero, pues esta Ley solo tiene sentido en tanto en cuanto dé oportunidades a los millones de personas en todo el mundo a las que está destinada. Esto es lo único importante y no lo debemos dejar de lado: la intencionalidad de esta Ley.

   A muchos de quienes trabajamos en cooperación nos gusta la música de esta Ley, porque promete dignificar a millones de personas que venían clamando con toda la fuerza inimaginable desde hace ya demasiado tiempo. Hoy el grito de los que se "ha dejado atrás" es un poco más escuchado.

   2.- La perseverancia de un clamor '¡0.7 Ya!'

   Esta Ley es fruto del anhelo y petición sostenida durante los últimos 30 años por la sociedad civil española: destinar al menos el 0,7 de la Renta Nacional Bruta a cooperación. Los más jóvenes quizás ni lo sepan, pero hace tres décadas miles de personas acamparon en los parques y avenidas de sus ciudades para pedir solidaridad y compromiso político con los que más sufren y me atrevería a pensar que conecta con gran parte de las peticiones por la dignidad presentes en las movilizaciones del 15M.

   Esta reivindicación en muchas ocasiones se ha querido silenciar, pero no nos hemos callado, al contrario: el reclamo de '¡0.7 Ya!' lo hemos convertido en una petición irrenunciable. Se firmaron Pactos de Estado que no se cristalizaron en compromiso presupuestario. Ahora el Congreso, donde reside la máxima soberanía, blinda el 0,7 por Ley. Esta es una noticia muy esperanzadora. Para muchos que llevamos trabajando en cooperación años éste es un sueño hecho realidad. Y por eso hoy nos atrevemos ahora a decir: "Gobernantes, vamos a estar vigilantes para que cumpláis lo escrito en la Ley".

   3.- El carácter global de la norma

   Necesitábamos una Ley que dé respuesta a un contexto global cada vez más interconectado. Que introdujera sostenibilidad y solidaridad internacional desde su inicio, desde el título. Una norma que diera todo el valor a la palabra cooperación: trabajar juntos como iguales. Una Ley que superase la dialéctica de donante y receptor. Necesitábamos una Ley que mire el contexto internacional, que sea coherente con la Agenda 2030 y que tenga la capacidad de trascenderla en el futuro. Y, para todo ello, era imprescindible que esta norma fuera una apuesta por la construcción de una ciudadanía global, y esta Ley reconoce la importancia de ello.

   4.- Centrada en la persona

   Esta Ley pone el foco, como no podía ser de otro modo, en la solidaridad con las personas más desfavorecidas. Reconoce el protagonismo de la persona como actor fundamental de desarrollo, y esto lo hace desde una concepción de derechos: esto es clave. No es ayuda que regalamos: son derechos que se hacen realidad. La apuesta que en esta Ley se hace por la acción humanitaria ha de ser un compromiso de asistencia y protección de todas las poblaciones que sufren los efectos de la guerra, el desplazamiento, los desastres naturales, etc.

   Algunas voces, quiero pensar que desde la ignorancia, adjetivan esta Ley despectivamente, afirmando que está plagada de ideología. Así es: ideología de la dignidad y de los derechos. Y esa ideología a la inmensa mayoría nos gusta, pues en el fondo los fundamentos de esta Ley han de recoger lo mejor de nuestros valores como sociedad.

   Me parece que también es muy relevante el reconocimiento que hace la Ley a los equipos profesionales y voluntarios que trabajan por y para la cooperación. Marcar la hoja de ruta de un nuevo Estatuto del Cooperante y hacer una apuesta tan clara por el voluntariado internacional --asignatura pendiente de la cooperación española durante años-- es sin duda un modo de dar a la sociedad española un mensaje de que la cooperación es, en el fondo, una cooperación entre personas. Una cooperación humana.

   5.- Generadora de desarrollo

   Una sociedad que quiere desarrollarse solo tiene un medio eficaz de hacerlo: invertir en garantizar los derechos básicos y habilitantes de todos los demás derechos. Necesitamos una cooperación que apueste por salud y por educación y, de ahí en adelante, por todo lo demás. Quiero hacer un especial énfasis en el binomio indisoluble de educación-desarrollo. Hay que apostar por una educación de calidad inclusiva, que desarrolle al ser humano en todas sus capacidades y dimensiones: ahí está la base de todo desarrollo individual y colectivo.

   6.- Nace del consenso

   En un momento en el que la gresca política se normaliza, donde pareciera que nada es susceptible de acuerdo, es muy significativo que haya un consenso en que la cooperación internacional es una Política de Estado. No es para menos: la política de cooperación ya aparece en el preámbulo de la Constitución del 78. El saber que en esto, con los matices lógicos, estamos prácticamente todos de acuerdo, es esperanzador. Y digo "prácticamente todos'' pues sería ingenuo pensar que podíamos contar en esto con los que no están de acuerdo en nada. Pero, ante ellos, silencio. Creo que el hecho de que se hayan quedado una vez más solos es significativo.

   Es muy relevante que cuando se pregunta a los ciudadanos y ciudadanas sobre la conveniencia de invertir en cooperación, con abrumadora mayoría lo apoya más del 70%. Pues ahora, este sentir tan noble de la ciudadanía está plasmado en esta ley.

   7.- Sostenible

   Esta es la Ley que establece la solidaridad con nuestro coetáneo, pero también la solidaridad con las generaciones futuras. El cambio climático, la transición energética justa y el cuidado del único planeta que tenemos requieren de políticas globales. La crisis ambiental y la crisis social van unidas y, por lo tanto, la respuesta ha de ser armónica. Este es el único modo de construir un futuro sostenible.

   8.- Feminista

   Esta Ley se sacude los posibles complejos de llamar a las cosas por su nombre. Necesitamos una cooperacion feminista como único modo de lograr una igualdad de género real: es clave garantizar la protección y el respeto de los derechos de las mujeres y niñas. Las organizaciones que trabajamos en cooperación sabemos que la pobreza y la exclusión son femeninas y, por ello, si realmente queremos promover sociedades cohesionas e inclusivas, tenemos que apostar por una cooperación con ADN feminista.

   9.- Impacto y transparencia

   Es esencial impulsar los mecanismos para que exista una cooperación dirigida a la transformación real, que sea capaz de generar impactos, que dé oportunidades y cambie la vida de las personas. Pero todo ello se debe procurar garantizando mecanismos de rendición de cuentas y transparencia.

   En el fondo, se reconoce que, para un fin tan noble, cada euro debe monitorizarse para lograr el mayor bien posible y debe ser tratado con una transparencia absoluta, pues este dinero únicamente pertenece a quienes más sufren. Es suyo y no hacemos más que devolverles lo que les pertenece.

   10.- Implica a todos los actores y favorece las alianzas

  La cooperación española ganará en riqueza si reconoce la gran riqueza de actores y los papeles de unos y otros en el desarrollo de esta Ley. La cooperación descentralizada, cercana a la ciudadanía y con un gran impacto, el rol del sector privado y el fomento de alianzas también se reconocen en esta nueva norma como un elemento suma en pro del objetivo de desarrollo, dejando posibles intereses de beneficio en un segundo plazo.
Esta Ley recoge el papel protagónico de la sociedad civil encarnada en las organizaciones no gubernamentales. Las ONG, más allá de las estériles campañas de desprestigio que de tanto en tanto y desde los habituales sectores nos lanzan, somos expresión de una sociedad civil solidaria, que participa y se organiza para dar respuestas eficaces en los contextos de mayor vulnerabilidad y exclusión.

   Una vez repasados estos 10 puntos quiero confesar que, como parte del sector de la cooperación --y sobre todo como ciudadano-- hoy estoy algo reconciliado con la clase política.

   El diálogo y el consenso ha hecho posible un texto de Ley de Cooperación capaz de responder a los retos del hoy y, creo, del futuro.

   Sin duda esta Ley tiene puntos de mejora. Claro está que no es una “ley 10”, pero creo que los 10 argumentos que he detallado hacen pensar que ésta es una buena Ley, con recorrido. En ningún caso es punto de llegada: debe ser un camino por recorrer en el que nadie quede atrás.

   La sociedad civil hoy más que nunca debe mantener su rol de vigilante. El 0.7 blindado por Ley es una conquista que hemos hecho como sociedad y no podemos permitirnos la frivolidad de no llevarlo a cabo, y es que “lo escrito, escrito está”.

   Ramón Almansa es director ejecutivo de Entreculturas

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