¿Por qué un grupo de población, con cierta singularidad, históricamente discreto y pausado, una minoría con problemas estructurales de exclusión y desigualdad, como el de las personas con discapacidad y sus familias da el paso --la rodada, las que van en silla-- de tomar simbólicamente la calle y hacerse presentes, visibles y audibles, en esta confusión social que vivimos?. ¿Por qué la discapacidad organizada se moviliza?.
Muchos medios de comunicación nos hacen esa pregunta estos días, profusa e insistentemente, entre sorprendidos e intrigados, como si fuéramos un elemento indócil que se sale de su habitual mapa mental de lo posible. Y formulan esta cuestión --y nos parece estupendo que la prensa se ocupe, por fas o por nefas de la discapacidad--, porque el movimiento social español de la discapacidad articulado en torno al CERMI (www.cermi.es) ha convocado una gran marcha cívica para este domingo, 2 de diciembre, en Madrid, en la que hay confirmadas decenas de miles de personas.
Hemos dado un salto, cierto; vamos a ensayar nuevas formas de presión, de visibilidad y de incidencia, inéditas hasta ahora, de visibilidad y presencia sociales forzadas, porque lisa y llanamente la situación es insostenible en términos de derechos, de inclusión y de bienestar para esta parte de la ciudadanía.
Era lamentable, la situación, hace unos años, en plena expansión económica, porque las personas con discapacidad, más de 4 millones en España, si contamos a sus familias, 12 millones, tras más de 35 años de democracia, no hemos alcanzado una normalidad cívica, entendiendo por tal el ejercicio regular de los derechos humanos esenciales y el acceso sin exclusiones ni restricciones a los bienes sociales básicos.
En esas estábamos, cuando los efectos de la crisis económica desatada hace 4 o 5 años, está reduciendo aún más, hasta hacerlo casi desaparecer, el limitado horizonte vital que siempre hemos tenido por delante las personas con discapacidad. Porque estamos próximos, sino ya insertos, en la zona catastrófica no solo de no seguir avanzando, cuando tanto lo necesitamos; peor aún, en la que supondría perder irremisiblemente lo aún poco y precario que hemos ido logrando en estas décadas últimas.
Son razones bastantes para salir de la zona de sombra obligada en que siempre nos ha situado una dirección de escena que nunca ha deseado que la diversidad humana, la que se aparta del canon de normalidad imperante, ocupe también áreas más céntricas de la vida en comunidad, de la política y la social. Por eso lanzamos un SOS Discapacidad, por los derechos, por la inclusión y el bienestar también de las personas con discapacidad y sus familias. Esperemos que haya respuesta y si no, la forzaremos.
Luis Cayo Pérez Bueno es presidente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI).