Las elecciones europeas de mayo de 2019 constituyen una oportunidad histórica para que los ciudadanos y ciudadanas nos impliquemos activamente en la construcción del futuro de la Unión Europea. En este contexto, la Economía Social tiene el firme compromiso de contribuir a construir un futuro basado en el desarrollo sostenible y el progreso económico y social, a través de una UE basada en la cooperación, la democracia, la solidaridad, el respeto a la diversidad, la innovación y la participación activa de la ciudadanía.
En el conjunto de la Unión Europea están surgiendo en el ámbito local iniciativas ciudadanas innovadoras basadas en la solidaridad que aportan soluciones económicas y sociales y que sólo necesitan ser replicadas y ampliar su impacto. Estas iniciativas son canalizadas o iniciadas a través de políticas públicas, especialmente a nivel de los territorios, creándose así ecosistemas favorables al desarrollo de la Economía Social. Europa puede ayudar a multiplicar estas soluciones a través de un apoyo decidido a la Economía Social. La Economía Social propone un modelo de empresa estrechamente vinculado con el desarrollo a largo plazo de los territorios y que compatibiliza lo económico con lo social.
Las iniciativas de la Economía Social comparten valores comunes: la primacía de la persona y del interés general, la reinversión de los beneficios y una gobernanza democrática y participativa. A través del respeto de estos principios y características, estas empresas y entidades ofrecen soluciones al conjunto de desafíos sociales a los que se enfrenta el modelo de crecimiento actual que es, en parte, el causante de disfunciones.
Soluciones efectivas frente a los "fallos del mercado":
Este modelo empresarial proporciona respuestas a los desafíos de la globalización y a la excesiva financiarización de la economía; también responde a la pérdida de confianza en las instituciones, a la falta de democracia empresarial y corporativa además de a la demanda de una igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Las actividades de la Economía Social están enraizadas en los territorios. Es una economía local que contribuye de este modo a mitigar los efectos de la deslocalización del tejido productivo.
La Economía Social reinvierte sus beneficios, lo que garantiza la subordinación del capital a la sostenibilidad del proyecto empresarial y a sus trabajadores, protegiéndose de los derivados financieros. En definitiva, las personas priman por encima del capital.
La Economía Social contribuye a la configuración de políticas públicas facilitando el reconocimiento mutuo y el trabajo conjunto entre los actores que las construyen. Permite además a la ciudadanía participar en el diseño e implementación de las iniciativas públicas. Transforma los deseos individuales de solidaridad de los ciudadanos en compromisos con la sociedad. Esta cooperación crea las condiciones para generar una confianza renovada en las instituciones públicas.
La Economía Social también promueve la democracia participativa en el ámbito empresarial. En la Economía Social europea, los usuarios o sus empleados participan en la elección de los objetivos y las modalidades de ejecución de las actividades empresariales por su un proceso propio de toma de decisiones inspirado en el principio de "una persona, un voto".
La Economía Social genera empleos de calidad, porque son puestos de trabajo estables siempre protegidos socialmente y que, además, dan sentido a quienes los ejercen. Un sentido del trabajo que seduce cada vez más a las personas jóvenes.
La Economía Social puede fomentar el desarrollo de los necesarios cambios empresariales en sectores como la cultura: prácticas más cooperativas, un emprendimiento más efectivo coherente con un rechazo a la comercialización de la cultura y con una rentabilidad limitada en este ámbito. Desempeña un papel reconocido en la integración de las personas refugiadas en apoyo de las políticas estatales: aprendizaje de idiomas, adquisición de competencias para la integración en el mercado laboral. Da soluciones a las necesidades de prestación de servicios sociales y de asistencia sanitaria para las personas, al acceso a una vivienda asequible o a la lucha contra la precariedad; contribuye en definitiva al bienestar y a la cohesión social. Actor del cambio, la Economía Social se ha convertido en un intermediario indispensable en la implementación de políticas públicas activas a través de nuevas fórmulas.
Además, tienen un efecto positivo ante muchas demandas expresadas por la ciudadanía al ser actor importante en la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
La Economía Social no es una utopía: es una realidad económica en la Unión Europea que representa a una de cada diez empresas; cuenta con más 13,6 millones de empleados y 5,5 millones de voluntarios y genera el 8% del PIB europeo.
En favor de una política europea ambiciosa
La Economía Social no es una solución milagrosa. Sin embargo, debe cambiar de escala y ser una prioridad política a nivel de la Unión Europea para dar respuesta a los retos de Europa. Una objetivo político acorde con la ambición de conseguir los objetivos del Tratado de la Unión Europea: "La Unión ... Obrará en pro del desarrollo sostenible de Europa basado... en una economía social de mercado ..." (Artículo 3*3). Una conciencia política a favor de la Economía Social está emergiendo en la mayoría de los países y también en las Instituciones Europeas que se plasman en medidas políticas económicas que se están poniendo en marcha o que se están fortaleciendo. Todas ellas deben ser consolidadas mediante una acción estructurada.
Y esto requiere, ante todo, la voluntad política al más alto nivel por parte de los políticos europeos, en particular, por la futura Presidencia de la Comisión para así garantizar la visibilidad y el desarrollo de una política europea para la Economía Social, al mismo nivel que las grandes políticas de la UE en el ámbito comercial, agrícola, monetario o de desarrollo regional.
Esto requiere una prioridad programática otorgada a la Economía Social para el período 2021-2027 mediante la creación de un programa específico y el establecimiento de un Plan de Acción Europeo por parte la próxima Comisión.
¿Por qué no un "Erasmus de la Economía Social"?
Dotado de 3.000 millones de euros, este programa tendría un triple objetivo: promover la educación del emprendimiento en la economía social, desarrollar la colaboración transeuropea entre emprendedores de la economía social(presentes o futuros), representantes de ecosistemas u organizaciones de la economía social y fomentar las alianzas entre las autoridades públicas estatales y regionales para el intercambio de buenas prácticas.
Esto requiere cambios institucionales en la Comisión Europea para que uno de sus vicepresidentes tenga en su cartera la responsabilidad de promover la economía social y asegurar su integración coordinada en diversas políticas europeas. Esto requiere además la renovación del Intergrupo del Parlamento Europeo de Economía Social, apoyado durante la legislatura 2014-2019 por 80 eurodiputados de 6 grupos políticos. Este Inter-grupo debe ser reestablecido de nuevo y apoyado por las principales fuerzas políticas parlamentarias involucradas en el progreso de la Unión.
Situando decididamente a la Economía Social entre sus prioridades, la Unión Europea puede volver a ser una parte importante de la vida de su ciudadanía y territorios.
Además de Pedreño, firman este artículo Claude Alphandéry, Michel Catinat y Hugues Sibille (Labo de l'ESS), Christiane Bouchart (RTES), Giuseppe Guerini (CECOP-CICOPA), Luigi Martignetti, Jan Olsson y Felice Scalvini(REVES), Sébastien Pereau (ConcertES), Jérme Saddier (ESS France) y Denis Stokkink (Pour la Solidarité).