El auge de la sostenibilidad ha llevado a Europa a planificar y poner en marcha un proceso de transformación completa de la economía en la que la financiación sostenible resulta fundamental para hacer posible la adaptación y actualización de los distintos sectores a una economía descarbonizada.
Lo cierto es que las finanzas también tienen mucho que decir en la sostenibilidad y para que esta apuesta sostenible sea viable y realmente ambiciosa, la financiación verde debe provenir de todos los actores, tanto públicos como privados, e incrementarse con el transcurso de los años, a medida que la rentabilidad de estas inversiones aumenta gradualmente. El mercado de financiación sostenible en España alcanzó en conjunto —préstamos, bonos y capital— en el año 2023 los 60.788 millones de euros, tal y como destaca el Observatorio Español de Financiación Sostenible en su informe de 2024, lo que demuestra el elevado interés del mercado local en esta modalidad de financiación. En este sentido, es importante destacar el incremento del 11% con respecto al año anterior de los préstamos sostenibles, aquellos que tienen como objetivo financiar proyectos que impulsan la descarbonización, y que ya suponen en España el 55% del total de la financiación sostenible concedida.
Un elemento vital para regular y distinguir qué es financiación sostenible y qué no lo es ha sido la entrada en vigor en 2020 de la taxonomía verde europea y sus sucesivas actualizaciones, un marco regulatorio para que inversores, empresas e instituciones puedan diferenciar qué proyectos afectan o no de forma positiva al medio ambiente. Esta taxonomía no solo está permitiendo acelerar la descarbonización de la economía, sino que también garantiza el cumplimiento de estándares, procedimientos y objetivos verdes que minimizan prácticas como el greenwashing y otras acciones cuyo impacto ambiental positivo es ambiguo o prácticamente imposible de evaluar. Debemos tener en cuenta que no existe un plan B para el planeta y eso deriva en la necesidad de hacer un triaje de las inversiones sostenibles y en su consecuente financiación.
En el sector inmobiliario, la financiación sostenible se ha convertido en una palanca tractora fundamental para impulsar la transformación del sector hacia construcciones sostenibles y energéticamente eficientes que tengan en cuenta, no solo los aspectos ambientales, sino también aportar un beneficio social medible y generador de empleo. Se trata por tanto de una modernización del sector sin precedentes en el que muchos inversores están adaptando sus requerimientos, dando cada vez mayor importancia a la utilización de materiales más limpios, a la gestión responsable de los residuos, a la posesión de certificaciones de sostenibilidad en las nuevas edificaciones o a la inclusión de acciones que redunden en un beneficio para la sociedad, entre otros factores.
Un claro ejemplo de esta práctica la constituye la iniciativa Be Casa impulsada por Greystar, un proyecto de alojamiento flexible que muestra esta transformación del sector de la construcción hacia la descarbonización y el beneficio social. El proyecto ha sido concebido a partir de los más estrictos estándares de sostenibilidad, desde el estudio del impacto ambiental de los materiales o la implementación de sistemas inteligentes para monitorizar y gestionar los consumos de los distintos sistemas, hasta la exhaustiva separación de los residuos en los alojamientos o la reducción del consumo de agua a través de dispositivos eficientes, facilitando así la obtención de la certificación de sostenibilidad BREEAM que ha evaluado y reconocido todas las fases por las que ha pasado el proyecto. A nivel de impacto social positivo, ha supuesto un gran dinamizador para las localidades en las que están presentes estos proyectos de alojamiento flexible, generando empleo directo e indirecto gracias a los acuerdos suscritos con las entidades locales para cubrir los puestos de trabajo, las vacantes y sustituciones que surjan con demandantes de empleo de los municipios.
En definitiva, en esta larga curva de aprendizaje de la lucha contra el cambio climático hemos llegado a la inexorable parada de la especialización de las inversiones sostenibles, donde la financiación verde juega un papel instrumental fundamental siendo por lo tanto los aspectos ambientales y sociales un factor decisorio fundamental para el capital.
Por Ignacio García Balbuena, Senior Finance Director de Greystar.