Hace 60 años, un grupo de mujeres de Acción Católica, haciéndose eco del manifiesto publicado cinco años antes por la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), plantaron la semilla de lo que hoy es Manos Unidas. Corría el año 1959 y, aunque en España todavía se vivían las secuelas de la Guerra Civil, estas valientes y comprometidas mujeres fueron capaces de mirar más allá de nuestras fronteras y posar la vista en quienes sufrían el hambre y la pobreza en países lejanos.
Estas mujeres, a quienes Manos Unidas rinde un homenaje diario en forma de trabajo y esfuerzo, se pusieron en marcha alentadas por un discurso al que hoy, sesenta años después, no le sobre ni una coma: "Nosotras, mujeres del mundo entero, llamadas por la naturaleza a dar la vida, protegerla y alimentarla, no podemos aceptar por más tiempo que las fronteras del hambre se inscriban en nuestro globo con trazos de muerte", rezaba un manifiesto, que apelaba a la colaboración de todos para combatir el hambre y para terminar con una declaración formal de guerra: "Todas unidas y en conexión con todos aquellos que se consagran a la misma tarea, podemos mucho más de lo que creemos. No se necesita más para acometer la empresa. Declaramos la guerra al hambre".
Sesenta años después, aunque las cifras del hambre pueden resultar desalentadoras, en Manos Unidas seguimos trabajando para terminar con una lacra que, en un mundo de abundancia, afecta, todavía, a 821 millones de personas. Porque estamos convencidas de que el fin del hambre en el mundo está próximo, no cejaremos hasta escribir, con letras de oro, la palabra que llevamos 60 años queriendo escribir como final de nuestra historia: VICTORIA.
En nuestros orígenes está el compromiso de esas mujeres que, movidas por su fe, quisieron dar testimonio luchando*contra la lacra insoportable del hambre y concentraron sus esfuerzos en conseguir una dignidad de vida para todo ser humano sin exclusión. Manos Unidas no renunciará nunca a esos orígenes que han marcado nuestra historia y nos impulsan en nuestro trabajo diario.
En esta campaña tan señalada, trabajaremos por los Derechos Humanos, inherentes a todas las personas desde el momento de su nacimiento. Garantizar el acceso de todos los seres humanos a estos Derechos, basándonos en las enseñanzas del Evangelio y en la Doctrina Social de la Iglesia, forma parte de la misión que Manos Unidas tiene, como ONG de la Iglesia católica, desde sus inicios. Nuestro trabajo en cerca de sesenta países así lo avala. Manos Unidas trabaja en proyectos de desarrollo integral que ponen el foco por la educación, la sanidad, el acceso al agua, la formación, el empleo digno, el derecho a la alimentación... Y lo hace poniendo siempre a la persona en el centro de todas sus acciones, y con el apoyo y acompañamiento a la mujer como eje transversal.
Nuestra presencia diocesana, que se extiende a todos los lugares de España, nos permite transmitir en colegios, parroquias, universidades, grupos profesionales, instituciones oficiales* nuestro mensaje de denuncia y sensibilización. Somos conscientes de que la solidaridad de la sociedad española es firme y perseverante, y que*acabar con la miseria y el hambre es una carrera de fondo en la que queremos seguir empeñándonos todos. Las cifras del hambre y la pobreza en el mundo siguen siendo un escándalo insoportable. Por eso, nuestro trabajo sigue siendo necesario y el compromiso de todas las personas que colaboran con nosotros, también.
Manos Unidas seguirá trabajando mientras sea necesario, pero nuestro fin último, desde el mismo día de nuestro nacimiento, es desaparecer, porque, entonces, y solo entonces, será cuando nuestra batalla contra el hambre y la pobreza haya llegado a su fin.
Artículo escrito por Clara Pardo, presidenta de Manos Unidas, con motivo del 60 aniversario de la organización.